Kaika es una palabra japonesa que define algo que previamente no existía y de pronto nos deslumbra. Bien podría ella definir mi experiencia con Japón, país que conocía a través del cine, de la literatura y de la pintura, pero en el cual jamás me había adentrado en profundidad.
Un día, en mi periplo viajero, recalé en la lejana isla oriental, acompañada de mis tres cámaras fotográficas, que son casi una prolongación de mi cuerpo (soy fotógrafa de profesión y de pasión) y mi bicicleta plegable (elemento indispensable en el equipaje de todos mis viajes). Así recorrí este asombroso país con la mirada de mis 30 años de profesión vinculada la imagen y tomé un riguroso y exhaustivo registro.
En este libro invito al lector a un paseo por tierra nipona a través de fotografías, de textos, de un glosario de palabras en japonés y de proverbios japoneses. Página a página propongo un recorrido para descubrir Japón a través de sus ciudades más icónicas: Tokio, la ciudad más populosa del mundo con sus 30 millones de habitantes. Kioto, un auténtico viaje en el tiempo y a la tradición de las geishas. Nara, ciudad donde los sagrados ciervos Sika (considerados mensajeros de los dioses) pasean libremente por las calles y los parques. Kamakura y su icónico daubutsu (buda gigante). La Isla Miyajima con su Torii flotante (tori: “arco que marca la frontera entre el espacio profano y el sagrado”) y la tristemente célebre Hiroshima, escenario de una de las páginas más trágicas del siglo XX en donde aún se conservan los cimientos de la única edificación que quedó en pie luego de que la ciudad y casi todos sus habitantes fuesen arrasados por los horrores de ese fatídico 6 de agosto de 1945 cuando estalló la primer bomba atómica, cambiando para siempre el trazado del mapa mundial.
Hay también en este libro capítulos dedicados a contar el origen de la leyenda del maneki-neko (el famoso gato de la suerte) y a explicar los significados de las estatuas que pueblan los templos con kitsunes y komainus (guardianes que protegen los templos, animales mitológicos que se multiplican en cada santuario japonés).
El otoño nipón, con su festival de colores, también tiene su espacio en un capítulo especialmente dedicado. Cómo no hacerlo, si para describir esa estación del año el idioma japonés tiene decenas de palabras para denominar ese espectáculo natural, que en la naturaleza nipona encuentra su más espectacular versión. Koyo, así denomina el vocablo japonés a este fenómeno cromático de tonalidades rojas, naranjas y amarillas y también existe una palabra fascinante: Monijigari qué específicamente refiere a “salir de paseo para contemplar las hojas otoñales”.
También hay espacio en este libro para otros detalles curiosos, cómo ser los diseños temáticos por ciudades de las alcantarillas de agua (denominadas manhoru) las cuales cuentan con 12000 diseños diferentes y otro capítulo que repasa la señalética y la cartelería, repleta de personajes kawaii (adjetivo japonés qué significa “lindo, adorable o tierno”).
A través de mis fotografías busqué un registro tanto físico como sensorial para hacer visible lo invisible y poder contar más fielmente el asombro y la fascinación que despierta Japón en quienes viajamos desde el otro extremo del globo terráqueo y nos aventuramos a sus enigmas por primera vez. Pues de eso se trata la fotografía: captar la esencia más profunda de las cosas, de las personas y de las culturas. Hacer de las imágenes un relato breve que abra esa puerta para ver más allá de la foto misma.
Japón es un universo de contrastes: desde los tonos suaves y calmos de los templos milenarios hasta los vibrantes cromas de los centros neurálgicos de los populosos y populares barrios de Tokio con sus neones. Desde las estridencias sonoras de las máquinas robotizadas y juegos de última generación a los silencios puros, hondos y límpidos de los escenarios naturales.
El título del libro: Japón desde mi bicicleta no es tan sólo descriptivo el vehículo que me trasladó por suelo japonés, sino que la propia bicicleta me hizo ver cuánto tiene en común el andar en dos ruedas con la sociedad que recorrí: integridad del cuerpo, mente y entorno, celebración de la evolución natural y de los ciclos, la belleza en la simplicidad, balance y armonía: conceptos que definen tanto al andar en bicicleta como a la filosofía de vida japonesa.
Un libro siempre es una invitación a viajar y aquí propongo un viaje por Japón, pero también busqué acercar al lector una experiencia más completa mediante códigos QR incluidos en las páginas, que llevan a videos y completan la experiencia sensorial con movimiento y sonidos, proponiendo una experiencia sensorial que trascienda las páginas impresas para viajar por un rato al milenario y moderno país donde nace el sol. Pues el significado de nippon no es ni más ni menos, que “el origen del sol”.
Y también, éste, mi segundo libro, es mi modo de honrar al ichigo-ichie palabra que encierra en su brevedad la sabiduría de entender que cada momento es único e irrepetible, por tanto hay que valorarlo. Como artista, entiendo que plasmar lo visto y vivenciado en un libro es una buena manera de intentar atesorar esos momentos, de eternizarlos, y también… de compartirlos.
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