¿Puede el arte brotar de la basura? ¿Acaso la literatura tiene la capacidad de originarse a partir de un poco de plástico y mucha imaginación? En la comuna de Arroyo Leyes, a once kilómetros de Santa Fe capital, vive Alejandra Bosch. Escribió la novela Dos Cuentos Maravillosos (Baldíos en la Lengua, 2020) y los poemarios Niño pez (De l’aire, 2015) Malcriada de acuario (Objeto Editorial, 2017), Un avión, su piloto y un pájaro (Caleta Olivia, 2017), Sabio el pájaro (Deacá, 2020), Dominios: gatos y albañiles (Viajera Editorial, 2020) y Escribirás sobre nosotras (La mariposa y la iguana, 2021). Dirige el Festival de Poesía de Arroyo Leyes y la Reserva Poética de Arroyo Leyes. Y además tiene una editorial. Pero no es una editorial común. Se llama Ediciones Arroyo y tiene la particularidad combinar poesía y reciclaje.
Ediciones Arroyo nació en marzo de 2016 “con el deseo de publicar poesía argentina contemporánea en libros de pequeño formato y artesanales”, cuenta Bosch en diálogo con Infobae Cultura. “Trabajé desde los comienzos de los noventa con el plástico, la basura domiciliaria y esa fue mi intención, continuar reciclando y transformando el plástico en arte. Las primeras ediciones de Arroyo fueron dentro de la serie Dos Poemas. Comenzamos publicando a José Villa, Walter Lezcano, Analia Giordanino, Francisco Bitar, Fernando Callero, Santiago Venturini, Agustina Lescano y Larisa Cumin. De ese modo, pequeño y tímidamente, salimos con un proyecto potente y de gran trabajo en la construcción de una red de recuperadores de basura en la ciudad de Santa Fe y la comuna de Arroyo Leyes”, agrega.
¿Las influencias? “El proyecto de Santiago Vega, Cucurto para el público, Eloísa Cartonera, ha inspirado a todos, creo, los editores artesanales y ‘sucateros’ somos de algún modo continuidad de ese proyecto y de las Ediciones Chapita, que dirigió Daniel Durand. Aunque mi experiencia con el plástico comenzó en San Pablo, Brasil, en 1989. En Santa Fe ya existían proyectos autogestivos como Diatriba, Corteza o La Gota Microediciones”. El proceso de trabajo es doble: por un lado, la cuestión editorial, la selección de autor y de texto. “Tenemos un criterio amplio y federal, somos la primera publicación de muchos poetas de varias provincias argentinas y eso es nuestra fortaleza. Creemos que cuando más abierto estamos a leer y publicar, la editorial crece en el registro de las voces que hoy circulan”, cuenta Bosch.
Pero por otro lado, el armado de los libros, materialmente hablando: “Recuperamos las cajas y los sachets de lácteos, los lavamos y los secamos bien. Luego se cortan a la medida de las tapas y se cosen a mano. Los apellidos de los poetas aparecen en el frente, también cortados a mano, en vinilo que también pedimos a los diseñadores. Trabajamos íntegramente con la basura. Después edito los pliegos e imprimo en mi casa y Julián Bosch (hije) ilustra cada libro. Todo el proceso está en nuestras manos. Para llegar a este momento de la editorial, hemos armado un grupo solidario de recuperadores que se conforma por poetas de todo el país, que nos mandan los materiales por correo al pueblo. Podemos decir que estamos amorosamente acompañades, son casi noventa recuperadores”.
En el denominado “interior del país”, en la comuna santafesina de Arroyo Leyes el proceso se completa con “mucha tranquilidad”, asegura Alejandra Bosch. “Aprender a observar las movidas editoriales, la circulación, las concentraciones de capital simbólico, los grupos, es una gran ventaja. Trabajamos tranquilos y sin prisa, sabemos que tenemos un proyecto sólido que ha interesado desde un comienzo por su doble propósito. No descuidamos nunca en nuestra difusión que lo que hacemos son libros de poesía y un objeto artístico”, dice y concluye: “En diez años nos vemos viajando por el país y ofreciendo la posibilidad de leer en las escuelas, bibliotecas populares, festivales, ciclos, poesía publicada por nosotros. Que todes tengan ejemplares en sus casas. Nos vemos llevando y mandando libros a diferentes lugares del mundo, nos imaginamos haciend lo que hacemos hoy, pero mejor. Nuestro proyecto se enlaza con otros, un festival y una reserva poética. Tenemos una buena vida”, concluye.
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