Minutos antes de las dos de la tarde, se inició la ceremonia en que la Legislatura porteña distinguió a Jorge Fernández Díaz como Personalidad Destacada en el Ámbito de la Cultura. El periodista y escritor de 60 años hoy es articulista del diario La Nación, conductor del programa Pensándolo bien en Radio Mitre y autor de libros como La herida, El puñal, La traición y Alguien quiere ver muerto a Emilio Mabrán, entre tantos otros. Además, fue ganador de dos premios Konex, un Martín Fierro, la Medalla del Bicentenario, el Laurel de Plata del Rotary Club y la Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
La iniciativa de la distinción de hoy fue de la diputada Marilú González Estevarena, vicepresidente de la Comisión de Cultura de la Legislatura, que estuvo sentada en el panel. Además del homenajeado y la diputada, estuvo presente Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad, quien destacó que los libros de Fernández Díaz poseen “una erudición fenomenal” ya que son “altísima literatura”, pero que a la vez son “instrumentos de instrucción masiva” porque “logran contagiar el amor por la literatura”.
También tomó la palabra el legislador Roy Cortina, que acompañó la iniciativa de Estevarena. “Fernández Díaz es uno de los tres o cuatro, no más, periodistas de mayor prestigio de este país. Sus columnas son piezas literarias”, comenzó diciendo, y luego agregó: “Esta distinción es un verdadero hecho de justicia”. Acto seguido habló el escritor Juan José Sebreli, a quien Fernández Díaz definió como “el Borges del pensamiento”. Sebreli dijo: “En Argentina existe una larga tradición de escritores que unieron la literatura y la política. En esta línea está Jorge Fernández Díaz”. Y concluyó que “en su literatura está toda nuestra realidad”.
Antes de cederle la palabra al homenajeado, la diputada Marilú González Estevarena dijo que “si no fuera por la pandemia, este salón dorado estaría lleno de gente”. Y luego agregó, dirigiéndose a Fernández Díaz, sentado a su izquierda: “Gracias por entretenernos y conmovernos a través de tus libros, por tu vasta obra que enriquece la cultura de la ciudad, por representarnos y por defender los valores que muchos de nosotros defendemos y gracias por lo que ha dado tu pluma y por lo que vendrá”. Fue entonces cuando se le entregó el diploma de Personalidad Destacada en el Ámbito de la Cultura y se prestaron para las fotos.
“No preparé un discurso, simplemente pienso improvisar”, comenzó la oratoria Jorge Fernández Díaz para luego agradecer a los que hicieron posible la distinción, así como también a Juan José Sebreli, quien, como él, se ha opuesto al “verdadero discurso hegemónico de la Argentina, que ha atravesado nuestra historia y que nos ha llevado al fracaso”, cuyo rostro actual es el kirchnerismo, que “ha colonizado al ciudadano de a pie”. “Un progresismo profundamente reaccionario, que no es progresismo. Muchos piensan que la corrupción es un tema de señoras gordas de Recoleta. ¿Cómo se puede seguir siendo progresista y pensar en esos términos?”, reflexionó.
Luego, hablando de la literatura, dijo: “Los libros fueron mi refugio. El bullying, el sufrimiento ese, me llevó a la literatura”. “Cuando llego al periodismo descubro una segunda vocación, una vocación muy parecida a la literatura. En ese momento el periodismo era bohemia. No se llegaba al periodismo para hacer guita. Las redacciones fueron una escuela donde aprendí de la vida, de la muerte. Vi en el diario, en el artefacto periódico, las grandes posibilidades que había de experimentar con la literatura. Siempre busqué unir esas dos vocaciones, el periodismo y la literatura, todo el tiempo”.
“Se habla poco del placer estético de leer periodismo. Ese goce de la prosa ha sido abandonado en el periodismo, quizás por la rapidez de los medios digitales. Yo quise hacer una apuesta estética. Quise hacer que el articulismo sea una obra de arte. Me lleva mucho más tiempo escribir un artículo, mucho más que dos páginas de una novela. Creo que el articulismo tiene que recuperar su aspiración ensayística”, dijo y más tarde concluyó: “Nunca pensé que iba a ser un escritor político. No estaba en mis planes. En todo caso quería ser escritor de aventuras, de peripecias, hasta de historia. Quizás obligado por las circunstancias, por un país opresivo, porque me duele terriblemente el país que estamos viviendo, derivé en esto que es ser un escritor político”.
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