Leonard Cohen, según Pablo Bernasconi: encontrar la sintonía, confiar en la poesía

“Paisaje interior” es una trilogía que reúne poemas del artista canadiense fallecido en 2016 ilustrados por el inconfundible estilo de Bernasconi. “En la obra de Cohen que hay algo por debajo que se necesita escudriñar y yo quise también operar de esa forma”, le dijo a Infobae Cultura

Los tres libros de Pablo Bernasconi sobre Leonard Cohen: "Cómo decir poesía", "Himno" y "Todos saben"

En Bariloche, donde vive, Pablo Bernasconi, luego de una breve pausa reflexiva, dice: ”Escucho Leonard Cohen desde hace, no sé, unos 25 años por lo menos”. Así empieza esta entrevista a distancia con Infobae Cultura sobre su última obra: ilustrar al poeta canadiense fallecido en 2016. La editorial Edhasa acaba de publicar Paisaje interior, una trilogía que incluye tres libros: Cómo decir poesía, Himno y Todos saben. Son tres poemas de Cohen que Bernasconi transforma en otra cosa: una vorágine de colores, metáforas y deformaciones que no cierra los sentidos de la poesía sino que los abre todavía más.

“Me gusta de Leonard Cohen esa originalidad tan cavernosa y esa impronta en donde hay una cadencia, en donde hay algo que sucede entre líneas, algo que también me pasa con la música de Tom Waits o Bob Dylan o Nick Cave. Son artistas que apuestan a cierta oscuridad, a cierta mirada desde un lugar mucho más introspectivo y apelando a experiencias personales. Los cuatro manejan esa sintonía, pero Leonard Cohen le agrega, a mi juicio, una capacidad poética aún mayor, aún más luminosa. Y de esos cuatro artistas es el que más me conmueve, el que más me llega, del que más recuerdo tengo de frases, citas, párrafos”, agrega el ilustrador argentino, dueño de un estilo inconfundible.

Cohen nació casi cuarenta años antes que Bernasconi, en 1934, en Westmount, un área anglófona de Montreal, Quebec, Canadá. Su popularidad la alcanzó a través de la música: compuso quince discos de estudio y nueve en vivo e ingresó al Salón de la Fama del Rock and Roll de los Estados Unidos. Pero su poética, incluso dentro de sus canciones, siempre sobresalía, como si tuviera una textura especial. Es que en paralelo a la música, desarrolló una obra literaria. Su primer poemario, Comparemos mitologías de 1956, se publicó once años antes que su álbum debut. Escribió poesía, mucha, pero también dos novelas, El juego favorito (1963) y Los hermosos vencidos (1966).

“Llegué a su poesía después, tratando de leer en inglés, cosa que es una complicación. Si bien entiendo inglés, el hecho de entrar en esa sintonía pensando en el idioma es algo que me costó un poco más, pero una vez que entré me pareció fascinante. Los poemas fueron después que las canciones una cita obligada, un escalón obligado una vez que la música me llegaba de esa forma”, agrega para luego hablar la poesía que hay en cada uno de estos tres libros a los que él mismo eligió para ilustrar. “Al leerlo uno entiende lo premonitorio que era Cohen en los setenta, en los ochenta, en los noventa y aún en su última etapa”, sostiene.

Pablo Bernasconi junto a la portada de "Paisaje interior" que reúne los tres libros de Leonard Cohen

El primero es Cómo decir poesía, donde “siempre habla desde un lugar de humildad y sobriedad”, dice Bernasconi, y agrega que “es el texto que utilicé durante mucho tiempo, y sigo utilizando, como mi tabla de mandamientos. Es el texto que leo antes de generar un proyecto, de inventar algo, de entender que hay algo nuevo que quiero que exista. Lo leo también para marcarme mis propios límites, de conducirme por márgenes en donde necesito conservar esa eficacia y esa amabilidad y esa humildad que, creo, el arte necesita. Una sinceridad en la mirada y una confianza en la metáfora. Leonard Cohen confiaba en la poesía como conducto, como canal y yo sigo o intento seguir ese camino”.

El segundo, Todos saben, “escrito en los ochenta, parece escrito hoy. Es un texto urgente. Es un libro más pesimista, más oscuro, de denuncia permanente, de una sensación de que esto no va a cambiar jamás, pero por eso mismo nos da ganas de romper algo para que todo cambie. Habla de la plaga, los dueños del mundo, el barco que se hunde y el capitán nos mintió, los falsos héroes que tenemos, héroes de papel y cartón que están construidos por los poderes económicos”. Y el tercero, Himno, “si bien tiene una tendencia a la denuncia, lo cuenta desde un lugar más esperanzador, con más luz. Esa mirada es conmovedora y eficaz para actuar a favor de cambios que la humanidad necesita”.

Los tres libros viene dentro de una caja que simula ser un libro mayor que los contiene. Allí, una hoja: de un lado una ilustración de Bernasconi, del otro unas palabras sobre Cohen. “Existir de la piel hacia afuera, mostrando y demostrando los múltiples brillos a veces ciertos, a veces demasiado pulidos. Talentos que se desviven por lucir, por exhibirse y desplegar sus plumas. Gritan desaforados porque exceden por mucho los filtros humanos. Y así, tarde o temprano se opacan, como una pieza de cerámica que se cocina demasiado al fuego y pierde su esmalte”, escribe Bernasconi. “De la piel hacia adentro, sin mezclar el ego del artista con su arte”, dice ahora.

Fragmento de "Cómo decir poesía" de Leonard Cohen junto a la ilustración de Pablo Bernasconi

Ilustrar los poemas de Cohen no fue una tarea sencilla. Ni siquiera para Bernasconi, autor de libros infantiles —El Brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos, Cuero negro vaca blanca, El sueño del pequeño Capitán Arsenio, No (es así) y Mentiras y moretones, entre otros—, de libros de imágenes para adultos —Retratos y Retratos 2, Bifocal y Finales—, ilustrador de autores como María Elena Walsh, Gustavo Roldán, María Teresa Andruetto y Ursula Wolfel, distinguido en todo el mundo y nominado al Premio Andersen, conocido como el Nobel de la literatura infantil. “Fue un proceso largo, diría”. Estuvo casi un año entero dándole vueltas al asunto, hasta que las cosas comenzaron a andar.

“Me pasa a menudo cuando tengo que hacer cosas para gente que adoro y respeto que me cuesta muchísimo más. Como que necesito estar a la altura y con semejante calibre de artista es más complicado. Lo que pasó en este caso es que ya hacía varios años que estoy atrás de la idea de hacer esto. Con Leonard Cohen me pasó que necesitaba explorar algo nuevo, una estética, una forma de conducir las metáforas que fuese diferente a lo que había hecho antes. Estuve casi un año explorando formas nuevas, explorando estéticas nuevas y experimentando con una mirada que tuviese la misma nitidez que la calidad que tienen sus poemas, cosa que era muy difícil”, cuenta.

Al resultado, Bernasconi lo describe así: “Humanos con cabezas y pies muy pequeños y manos muy grandes. Hay cierta deformidad. Es como si hubiese una presión sobre el pensamiento: las mentes se achican y dan lugar cuerpos y corazones gigantes, como una cosa más exponencial y extrovertida desde la sensibilidad, más que desde el cerebro. Además, son libros secuenciales: cada dos doble página se produce una idea. Hay como un inicio en una primera doble página y un desenlace en la segunda. Algo que también aplica a la cadencia de los poemas que elegí. Uno siente en la obra de Leonard Cohen que hay algo por debajo que se necesita escudriñar y yo quise también operar de esa forma”.

Versos de "Todos saben" de Leonard Cohen junto a la ilustración de Pablo Bernasconi

Sobre la potencia de Cohen, Bernasconi se refiere a “la mezcla que tiene de utilizar el humor y esa sensación de denuncia permanente: habla de la riqueza, de la pobreza, de la violencia desde un lugar siempre metafórico. Lo que más me gusta de Leonard Cohen es lo que más me gusta de los poetas y el arte en general: lograr extraer belleza de cosas que son oscuras. En eso, Cohen es uno de los exponentes más valiosos que tiene y tuvo la humanidad. Es decir, mostrar aspectos ásperos, desagradables, pero hacerlo de una forma bella. Es la manera más amable y efectiva de presentar un tema. Creo que la poesía de Leonard Cohen es justamente eso: efectiva, eficaz. Y es por eso mismo profundamente inteligente”.

Alejado del ojo de la tormenta, Buenos Aires, la oficina donde atiende Dios, Bernasconi conversa con Infobae Cultura. Desde la Patagonia, la Bariloche, donde vive, donde trabaja —“un lugar muy lindo, muy plácido... mi lugar”—, recomienda leer a Cohen. “Hoy, muchas veces, la personalidad del artista y su influencia se superponen a su propia obra. Él era un exponente de lo contrario: dejaba que su obra hablara por él. Y su personalidad, que claramente era muy magnética, quedaba siempre por detrás. Y esa coherencia la mantuvo toda su vida, incluso cuando tuvo su traspié, ya de grande, a los sesenta y pico, cuando su manager lo estafó y él tuvo que salir a la ruta de vuelta”, dice.

Y agrega: “En ese momento generó sus mejores poesías, sus mejores discos: Ten New Songs o Dear Heather o hasta el último, You Want It Darker, son discos muy descarnados y de una belleza atemporal, clásicos que uno los va a escuchar dentro de muchos años y van a generar las misas cosas. Me parece que es una época donde esa coherencia y esa solvencia de la metáfora pueden hacer mucho bien”.

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