La belleza del día: “La puerta inclinada”, de August Malmström

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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 “La puerta inclinada” (1885),
“La puerta inclinada” (1885), de August Malmström, en una colección privada

La más amada, la más odiada. La que todos conocen hasta el hasrtazgo y, por ende, la obra con la que cualquier sueco podría colocar en alguna anécdota de su vida. Eso es La puerta inclinada (Grindslanten), de August Malmström (1829 – 1901), una pintura que tuvo tantos dueños como reproducciones, que fue figurita de cambio entre especuladores y hasta que tuvo una copia, donada a un club de fútbol, más famosa que la original.

La obra, sencilla y tierna, es parte de un momento en que la pintura sueca buscaba en el interior del país una mirada nueva, la pintura nacional. Así surge esta pieza, en 1885, de la mano de este renombrado pintor y académico que admiraba el romanticismo y que lo aplicó, a su manera, al goticismo, el movimiento cultural que recuperaba a los gautas, el antiguo pueblo de origen germánico que habitó el sur de Suecia, famosos por uno de sus reyes legendarios, Beowulf, protagonista del poema anglosajón.

Vale aclararlo, el goticismo es tres siglos anterior al nacimiento de Malmström, pero como todo tuvo su momento de apogeo y caída. Cuando el pintor lo hace parte de su filosofía pictórica -junto a otros- fue parte de una recuperación histórica alimentada por el romanticismo nacionalista, que ayudó entre otras cosas a mantener vigente a los vikingos y hasta modeló la estética de personajes mitológicos como los conocemos hoy (pero eso será para otra Belleza...).

En La puerta inclinada se representa a seis niños. La pintura está compuesta por cuatro escenas en el medio de un camino rural y todos tienen la suficiente fuerza como para poder verse como la central. La acción principal es la de los tres niños descalzos que pelean por una moneda arrojada por un carro que ya salió del cuadro. Ese es el desencadenante.

A la izquiera, un niño con zapatos y que parece haber arrojado el libro que estaba leyendo, saca ventaja de la trifulca y está a punto de tomar el dinero. A la derecha, otro joven, solo, con las manos detrás, parece disfrutar del espectáculo con una sonrisa, mientras una niña llora porque parece haber quedado en el medio de la escaramuza y eso produjo que su canasta de frutos rojos cayera al piso.

El cuadro fue pintado en Rotebro, donde Malmström vivía durante los veranos. Los bocetos conservados, que se encuentran en el Museo del Condado de Östergötland, revelan un cuidadoso trabajo preparatorio.

La pintura se exhibió por primera vez en la exposición de la Academia de Bellas Artes en 1885 y más tarde ese mismo año en una exposición en Gotemburgo. En 1887 se publicó una reproducción xilográfica en el calendario Polstjernan, firmado “W. Meyer”. Luego, apareció en el calendario de Svea del mismo año. La xilografía se volvió a publicar en 1888 en Förr och nu, una revista evangélica en la que se hizo una interpretación cristiana y se la conectaba con la sociedad. Y así, el cuadro siguió siendo parte de la cultura popular sueca en más y más publicaciones.

Grindslanten tuvo varios propietarios. En 1910 fue comprado por USD 50 por una familia que se mudó a Sudáfrica y reapareció en 1984 en el Museo del Condado de Östergötland, para luego ser vendida a la empresa de subastas Bukowski’s. Salió por casi USD 129 mil al propietario del hotel Garden en Malmö, qie la colgó en el vestíbulo.

Su siguente dueño, el comerciante Kjell Strandberg, pagó USD 1.557.345 en 1990 y un año después la despachó al empresario Roy Gustafsson por una suma desconocida. Pocos meses pasaron hasta que La puerta inclinada tuviera nuevo dueño, esta vez fue Curt Wrigforspor, que la adquirió por USD 1.796.937. Pero Wrigfors quebró y la obra regresó a Bukowski’s, donde fue rematada una vez más en 1992 a un comprador anónimo por casi 2 millones y medio de dólares.

En 2016, la obra volvió al centro de la escena cuando el millonario Gunnar Djupe murió y en su testamento escribió que quería que el Malmö FF, el club más popular del país, heredara su propiedad como también “una tabla de madera, una tabla cosida a mano, una tabla llamada Grindslanten, todos mis libros de fútbol y todos mis recortes de periódicos”.

La controversia fue inmediata, ¿era o no el cuadro original? Consultado entonces, Tomas Björk, profesor emérito de historia del arte y especialista en la obra de Malmström, comentó: “No tengo ni idea de si es el original. En mi opinión, es una de las obras más famosas del arte sueco, pero probablemente también sea una de las más reproducidas”. Finalmente, luego de una investigación, se constató que no lo era. Así lo afirmaron desde Bukowski’s, la casa de subastas que realiza de intermediaria cuando la pieza es buscada para aparecer en alguna muestra.

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