Qué es el Movimiento San Isidro, la protesta cultural que inquieta al gobierno cubano

Lo integran artistas e intelectuales que rechazan el Decreto 349, que regula y controla la actividad artística y pretende definir desde el Estado qué es arte. Días atrás el ministro de Cultura Alpidio Alonso fue grabado cuando tiraba un manotazo al celular de un manifestante. Ese día hubo varios detenidos. Esta nota repasa la historia de una movilización intensa y sin antecedentes en la isla

(Facebook)

Siempre está en lo alto el sol del Caribe, esa región de mares, islas, tiranos, revoluciones, artistas. En la caribeña La Habana, Cuba, también reinaba el sol este 27 de enero, fecha elegida por un colectivo de artistas para homenajear a José Martí -prócer de la independencia cubana, poeta y periodista él mismo- un día antes de que se cumpliera su aniversario y el presidente Miguel Díaz Canel hiciera un acto de celebración, como todos los años desde la instauración de la Revolución que dirigió Fidel Castro en 1959. El colectivo de artistas que llamaba al homenaje frente al monumento (que replica la figura de Martí ubicada en Nueva York) se hace llamar 27N. 27 de noviembre. Sin embargo, no son conocidos de ese modo por las altas esferas gubernamentales.

Este miércoles 27 de enero por la mañana, el ministro de Cultura Alpidio Alonso publicó en su cuenta de Twitter: “El Ministerio de Cultura no aceptará presiones de mercenarios. Los revolucionarios entendemos de razones, no de coacción. No permitiremos que empañen el homenaje de la Nación Cubana a José Martí”. El colectivo 27N obtenía una definición sobre sus planes, taxativa. Esa jornada debía continuar el diálogo entre el colectivo 27N, a través de tres delegados, y el viceministro de Cultura Fernando Rojas, diálogo que se estaba llevando adelante en secreto para ver si se podía avanzar con una discusión central que es el gran reclamo de los artistas. Se trata del reclamo por la derogación del Decreto 349 que regula la actividad artística mediante el control estatal de las disciplinas permitidas.

El cuestionado decreto naturalmente determina las actividades culturales que se pueden llevar adelante y también aquellas que no, como las que el gobierno caracteriza como ejemplos de “vulgaridad” y que en los hechos se trata de la prohibición de géneros como el reggaeton, por ejemplo. Es, en definitiva, un decreto polémico que deja en manos de una guarnición estatal y unos grises inspectores la potestad de decidir qué es arte y qué no.

Ante la hostilidad oficial al homenaje alternativo a Martí, los integrantes del 27N decidieron levantar la actividad y hacer un pequeño acto en las cercanías del Ministerio de Cultura, donde sus delegados tenían pautada una reunión, Los artistas plásticas Camila Lobón -después de ser detenida por unas horas-, y Solveig Font llegaron a la reunión. El dramaturgo Yunior García, el otro delegado, denunció que la policía no le permitió pasar. La artista y performer Tania Bruguera, reconocida internacionalmente, y la periodista independiente Camila Acosta fueron detenidas mientras se dirigían a la cita. El colectivo 27N decidió ir a la vereda de enfrente del Ministerio para reclamar la libertad de sus compañeras. Unas horas después de que concentraran en el lugar, el ministro Alpidio Alonso pegó un manotazo.

El momento en que el ministro de Cultura cubano agrede a un manifestante.

Literalmente.

Ese 27 de enero, que conmemoraba también los dos meses de la manifestación masiva de los artistas contra la censura y la estatización de la creación artística, el manotazo del ministro al celular de un manifestante fue la señal. Las fuerzas de seguridad barrieron con los manifestantes y los subieron violentamente a un ómnibus que los llevó a un sitio de detención. Detuvieron a las dos decenas de manifestantes y los llevaron a una sede de la policía política, donde retuvieron sus celulares y sólo los devolvieron una vez que los resetearon y borraron toda la información.

Del Movimiento San Isidro al 27 de noviembre

El Movimiento San Isidro (MSI) nació en 2018, luego de que el gobierno aprobara el controversial Decreto 349, que regula la actividad artística y determina qué es arte y que no. Alina Estévez, funcionaria del Ministerio de Cultura, explicaba al diario estatal y oficialista Granma el decreto de esta manera: “(El decreto tiene como fin) ponderar, enaltecer y privilegiar la creación artística y literaria, diversa y plural en formas y estéticas, crítica pero comprometida con el proyecto social cubano, contribuir a la formación cultural de la población, así como combatir la mediocridad, la banalidad, el irrespeto y el intrusismo profesional, son las premisas fundamentales de esta necesaria regulación”. Una legislación que cercena la libertad artística en todas sus manifestaciones y que contó, incluso, con la desaprobación pública del cantante Silvio Rodríguez, símbolo viviente de la revolución. Es que no es la primera vez que la Cuba castrista intenta que el Estado se inmiscuya en los asuntos artísticos mediante la censura, persecusión o prisión para los artistas.

Una legislación que cercena la libertad artística en todas sus manifestaciones y que contó, incluso, con la desaprobación pública del cantante Silvio Rodríguez, símbolo viviente de la revolución

Este año, por ejemplo, se cumplen 50 años del “Caso Padilla”, que ocurrió en 1971 cuando luego de una detención en la sede de la Inteligencia cubana, el escritor Heberto Padilla se vio obligado a realizar una ignominiosa autocrítica frente al auditorio de la Unión de Escritores, en la que se culpaba a sí mismo por sus “posiciones contrarrevolucionarias” incentivadas desde el extranjero por los “enemigos de la revolución”.

Cientos de artistas y jóvenes cubanos se reunieron a finales de noviembre frente al Ministerio de Cultura para reclamar al gobierno por la ola de represión contra el Movimiento San Isidro. (Ismael Francisco/Associated Press)

El así llamado “quinquenio gris”, instaurado desde el Estado desde fines de los años sesenta hasta entrados los años setenta, se caracterizó por este tipo de relaciones entre el Estado, los artistas y la creación artística. En ese período Antón Arrufat, dramaturgo y autor de la premiada Los siete contra Tebas, sufrió una especie de exilio interno cuando los comisarios políticos “descubrieron” que su obra era una apología de la invasión de Playa Girón, que habían protagonizado mercenarios con el financiamiento de los Estados Unidos. En ese quinquenio se produjo la trágica historia de Reynaldo Arenas, confinado en las UMAP –centros de reeducación al que eran llevados homosexuales y disidentes de la isla- antes de partir para siempre al exilio en los Estados Unidos, donde murió por complicaciones del HIV-SIDA. Tal vez por eso se pueda sostener que la oposición al decreto 349 es un planteo de autoprotección de los artistas basado en la certeza histórica de los hechos.

Como ejemplo, en el informe El arte bajo presión –realizado por Artists at Risk Connection (ARC) y Cubalex–, el fotógrafo y performer Nonardo Perea dice: “No sé quién o qué grupo de personas participaron en la redacción del decreto. Ni siquiera sé si estuvieron involucrados jóvenes, personas mayores, artistas o el Ministro de Cultura. Lo único que sé es que fue firmado por el presidente Miguel Díaz-Canel. (...) Soy un artista feminista gay que trabaja en temas de homoerotismo. Creo que el Decreto 349 no solo afectará mi trabajo artístico, sino que también me hará parecer más marginado a los ojos de los demás, quienes me verán como un delincuente detestable. Me sentiré como si tuviera mis pies y manos atados al no poder avanzar en mis proyectos artísticos. Eso, de alguna manera, me obliga a repensar si vale la pena seguir viviendo en mi propio país”.

La calle Damas, en el barrio de San Isidro, en La Habana Vieja, alberga una casa que fue usada como centro de organización de un grupo de artistas que se puso como nombre Movimiento San Isidro. Varios artistas, intelectuales, periodistas y académicos comenzaron a organizarse para oponerse a la puesta en marcha del decreto 349, que ven como una forma de limitar la expresión cultural en Cuba. Sus miembros realizaron performances y actividades culturales que provocaron reacciones airadas de las autoridades, desde leer poesía frente a estaciones de policía o cuestionar y desacralizar símbolos patrios o tradiciones cubanas.

Fotografía cedida por Katherine Bisquet del Movimiento San Isidro, que muestra a Luis Manuel Otero Alcántara, activista del MSI en huelga de hambre. (EFE/Katherine Bisquet)

Por ejemplo, Luis Manuel Otero Alcántara fue detenido por usar la bandera cubana como elemento no sólo de vestuario, sino también como toalla. Ocurrió en ocasión de la procesión a San Lázaro, un santo popular, protector de los desposeídos, a quien Otero Alcántara pidió en una oración pública: “Te convoco y te pido santo milagroso/ que elimines todas las miserias para los cubanos;/ que ni la muerte y la violencia/ sean el camino de la transición;/ te pido democracia genuina/ donde la legalidad nos proteja./ Te pido la eliminación del bloqueo,/ Prosperidad/ Libertad de expresión/ Libertad para presos políticos/ Libre acceso a Internet/ Cese de la discriminación de raza, género y credo;/ no más represión”. Ese día engrosó la lista de más de sesenta detenciones. El órgano oficial Granma dijo que el MSI “era un nuevo show, instrumentado desde Washington y Miami que forma parte de los planes de subversión contra Cuba”.

La última semana de noviembre de 2020, el MSI pasó de la performance a la acción directa cuando varios de sus miembros realizaron una huelga de hambre por su reivindicación de libertad de expresión y artística y para que uno de sus miembros detenidos, el rapero Denís Solís, uno de los miembros controversiales del MSI, quedara en libertad. Solís había sido encarcelado por desacato y condenado a ocho meses de prisión. Solís dice abiertamente ser partidario de Donald Trump y llama “mi presidente” al ex mandatario estadounidense (otros miembros controversiales del MSI plantean una posición radical que demanda la renuncia inmediata del presidente Díaz Canel).

Otra imagen de lo que fue la huelga del Movimiento San Isidro, en Cuba

La noche del 26 de noviembre la policía desalojó a los huelguistas de hambre de la sede del MSI y produjo algunas detenciones. El 27 de noviembre se produjo una manifestación inédita para los parámetros cubanos, isla en la que las manifestaciones masivas son sólo aquellas convocadas por el Estado. Frente al Ministerio de Cultura alrededor de 300 personas señalaron su descontento con el desalojo y pudieron tener una reunión, con 32 representantes de los manifestantes que le expresaron sus reclamos al viceministro Fernando Rojas. Como indica el sitio periodismosituado.com, entre los delegados se encontraban celebridades como el cineasta Fernando Pérez y el actor Jorge Perugorría (protagonista de la recordada película Fresa y chocolate). “La lista de demandas incluía la liberación de Denis Solís y de Luis Manuel Otero (internado en un hospital contra su voluntad); también exigía respeto a los derechos a disentir y a expresarse libremente, el fin de la violencia policial y del odio político, entre otras cuestiones”, señala el mismo sitio. Fue una gran movilización.

“San Isidro, un acto de reality show imperial. El espectáculo imperial para destruir nuestra identidad y volvernos a someter. Todos esos planes serán derrotados”, tuiteó el presidente Díaz Canel.

A partir de ese momento, se constituyó el Movimiento 27N, en cuyo seno también actúa el MSI.

Del 27N al 27E

Maikel González Vivero es un periodista cubano independiente que publica en el sitio Tremenda Nota, que siguió momento a momento los hechos de la rebelión de los artistas.

–¿Se podría señalar que existe una noción de que el MSI tiene posturas controversiales?– pregunta Infobae Cultura.

–El MSI ha sido muy polémico debido a varias cuestiones, desde algunas estrategias artístico comunicacionales que han usado al discurso político de algunos de sus miembros que se muestran afines a zonas conservadoras por su interpretación de la política estadounidense hacia Cuba, como declaraciones a favor de las sanciones estadounidenses hacia Cuba o directamente a favor de Donald Trump. Esas declaraciones han sido usadas por el gobierno para desacreditar a todo el movimiento. Yo creo que el MSI integra a personas con formación e información muy desigual y que su accionar ha sido errático. Esto se debe a que cada uno de sus miembros actúa en forma individual, son horizontalistas en este punto, lo que permite declaraciones que, si bien realizadas por individuos, son tomadas como del MSI. Esto, por fuera del campo cultural –que está informado naturalmente de lo que sucede en este ámbito– logra un rechazo de la población, que está muy acostumbrada a informarse por los órganos gubernamentales, que todavía no forma parte de la audiencia de una cantidad de sitios de periodismo independiente que se desarrollan en la web.

(Facebook)

–¿Cómo se conjuga, entonces, el MSI con el 27N?

–San Isidro se originó desde la creación y el arte y se funda como una reacción de los artistas contra la censura y el autoritarismo, que se condensan en el decreto 349. Pero, como decía antes, el gobierno ha usado declaraciones y actos para desacreditar al MSI. Por eso el 27N se plantea como algo diferente aunque reconoce un origen común con el MSI, y lo contiene.

–¿Cómo repercutieron los hechos del 27 de enero?

–La concentración tenía como objetivo hacer un homenaje en una esquina a José Martí, por el aniversario de su nacimiento, y luego acompañar a los representantes del 27N que habían sido convocados en el ministerio por el viceministro Fernando Rojas luego de que las reuniones, mantenidas en secreto, se interrumpieran un mes atrás. Había dos decenas de artistas, periodistas independientes y primero se dijo desde el ministerio que no tenía autorización la concentración por el Covid; sin embargo en Cuba no hay manifestaciones autorizadas de ningún tipo, más allá de la pandemia. Entonces salió a la calle el ministro Alpidio Alonso. Y comenzó a gritar. Luego le tiró de un manotazo el celular a un periodista que estaba filmando. Ese manotazo desató la violencia policial.

Desde el 27 de enero, Luis Manuel Otero y Maykel Osorbo, en La Habana, y Omar Mena, en Santa Clara, fueron detenidos. La periodista Camila Acosta, las artistas Tania Bruguera y Camila Lobón y la escritora Katherine Bisquet permanecen bajo vigilancia policial. Los miembros del 27N presentaron un pedido dirigido al presidente Díaz Canel para que remueva de su cargo al ministro de Cultura Alpidio Alonso por promover la “violencia institucional”.

Tres esferas disputan una misma cancha hoy en Cuba, la de los artistas y la autonomía del arte de los Estados; la de la política estatal, que interpreta las posibilidades del arte como canal de la política de sus enemigos y la de los artistas que quieren incidir en la política desde su lugar de sujetos políticos determinados. Es una disputa no resuelta.

Seguramente, sus choques continuarán.

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