Dos respetados historiadores polacos enfrentan un juicio por difamación tras la publicación de un libro que analiza el comportamiento de ciudadanos de este país durante la Segunda Guerra Mundial. El caso es importante ya que su resultado podría determinar el futuro de la investigación independiente sobre el Holocausto bajo el gobierno nacionalista de Polonia.
Barbara Engelking, historiadora del Centro Polaco de Investigación del Holocausto en Varsovia, y Jan Grabowski, profesor de historia en la Universidad de Ottawa, coeditaron Noche sin fin: el destino de los judíos en condados seleccionados de la Polonia ocupada (todavía no disponible en español y a la brevedad saldrá una versión abreviada en inglés), una obra de 1.600 páginas en dos volúmenes.
Entre los datos presentados, el trabajo asegura que Edward Malinowski, fallecido ex alcalde de la aldea de Malinowo, facilitó que una mujer judía sobreviviera ayudándola a pasar como no judía, aunque también se lo presenta como un colaboracionista nazi, a partir de la cita de testigos que lo habían acusado de ser cómplice en la muerte de varias decenas de judíos en la ciudad.
La demanda por difamación la realizó la sobrina de Malinowski, Filomena Leszczyńska, y el veredicto se conocerá en el tribunal de distrito de Varsovia el 9 de febrero.
Si bien el caso es un juicio por difamación, surge a raíz de una ley de 2018 que tipifica como delito acusar falsamente a la nación polaca de crímenes cometidos por la Alemania nazi. Cuando la ley fue sancionada provocó una importante disputa diplomática con Israel.
Desde que ganó el poder en 2015, el partido gobernante Ley y Justicia de Polonia ha tratado de desalentar las investigaciones sobre las irregularidades polacas durante la ocupación nazi, prefiriendo en cambio enfatizar casi exclusivamente el heroísmo y el sufrimiento polacos.
El museo israelí del Holocausto Yad Vashem dijo que el esfuerzo legal “constituye un ataque serio a la investigación libre y abierta”. Otras instituciones históricas condenaron el caso a medida que se acerca el veredicto, y la Fundación para la Memoria de la Shoah, con sede en París, lo describió el martes como una “caza de brujas” y una “invasión perniciosa en el corazón mismo de la investigación”.
Para Grabowski y Engelking la acusación es “un intento de desacreditarlos personalmente” y se realizó para “disuadir a otros investigadores de investigar la verdad sobre el exterminio de judíos en la Polonia ocupada”. “Este es un caso del estado polaco contra la libertad de investigación”, dijo Grabowski a Associated Press el lunes.
Leszczyńska exige USD 23.508 (100.000 zlotys) por daños y una disculpa en los periódicos, ya que su tío fue absuelto de colaborar con los nazis en un juicio posterior a la guerra. La demanda -que se presentó en el tribunal de forma gratuita según lo permitido por la ley de 2018- cuenta con el apoyo de la Liga Polaca contra la Difamación, un grupo que recibe fondos del gobierno. Esa organización argumentó que los dos académicos son culpables de “profanar el buen nombre” de un héroe polaco y, por extensión, dañar la dignidad y el orgullo de todos los polacos.
Alemania ocupó Polonia en 1939, anexando parte de ella al Tercer Reich y gobernando directamente el resto. El gobierno y el ejército polaco de antes de la guerra huyeron al exilio, a excepción de un ejército de resistencia clandestino que luchó contra los nazis dentro del país. Sin embargo, un pequeño número colaboró con los alemanes en la caza y muerte de judíos, en muchos casos personas que habían huido de guetos y buscaban esconderse en el campo.
Grabowski dijo que el libro era “multifacético y habla igualmente de la virtud polaca. Pinta una imagen veraz “. Y agregó: “El Holocausto no está aquí para ayudar al ego y la moral polacos, es un drama que involucra la muerte de seis millones de personas, que parece haber sido olvidado por los nacionalistas”.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Paweł Jabloński, describió el caso como un asunto privado. “Es un derecho legal de todos buscar un recurso de este tipo ante un tribunal si sienten que sus derechos han sido violados por otra persona o entidad”, dijo a AP. Y aseguró: “El gobierno no está involucrado en el proceso, es un asunto privado que debe decidir el tribunal”.
Sin embargo, quienes temen que el caso pueda sofocar la investigación independiente tienen una opinión diferente. “La participación en este juicio de una organización fuertemente subsidiada con fondos públicos puede interpretarse fácilmente como una forma de censura y un intento de asustar a los académicos para que no publiquen los resultados de su investigación por temor a una demanda y el consiguiente litigio costoso”, dijo Zygmunt Stępiński, director del Museo POLIN de Historia de los Judíos Polacos en Varsovia.
Este no es el primer caso en el que una publicación contradice la buscada historia oficial polaca. En 2000, el historiador Jan T. Gross publicó Vecinos, donde demostró con documentos irrefutables que el 10 de julio de 1941, la masacre de la comunidad judía de Jedwabne —cuando los soviéticos acababan de abandonar la localidad a causa de la invasión alemana y los nazis todavía no habían llegado— fue llevada a cabo por sus propios vecinos polacos. Reunieron en una granja a los cerca de mil judíos del lugar —hombres, mujeres, niños y ancianos— y los quemaron vivos.
Gross, profesor en Princeton y víctima de la ola de antisemitismo de 1968 por la cual debió abandonar Varsovia, es uno de los más grandes investigadores de la historia de los judíos polacos durante la Segunda Guerra y fue condecorado en su país de origen por sus aportes a la verdad histórica.
A fines de 2015, Gross cuestionó en un artículo publicado en el diario alemán Die Welt la falta de solidaridad de los países del este europeo con los refugiados de Medio Oriente y aseguró que este desprecio no era algo nuevo. “Los polacos mataron a más judíos que alemanes”, escribió entonces, y sus palabras fueron consideradas oficialmente “un insulto público a la Nación”. El gobierno polaco abrió entonces una causa en su contra y hasta había anunciado que iban a retirarle sus distinciones por difamación. Vecinos despertó un debate que estaba latente y que culminó con el reconocimiento de las responsabilidades polacas por el entonces presidente Aleksander Kwasniewski, durante una visita a Jedwabne en 2001.
En 2006, Gross publicó Miedo: el antisemitismo en Polonia después de Auschwitz, en el que narra la brutal hostilidad hacia los judíos supervivientes del Holocausto por parte de la población local, haciendo énfasis en el pogrom de Kielce. Allí, el 4 de julio de 1946 una multitud conmocionada por el rumor de que se había producido un asesinato ritual masacró a 42 judíos. Tampoco estuvo exento de controversia su obra posterior Cosecha de oro (2012), en el que se centró en los robos por parte de polacos de los bienes de los judíos.
Fue entonces, en 2018, cuando el parlamento polaco, dominado por los ultranacionalistas, aprobó la ley por la que se perseguiría a aquellos que hablaran públicamente de la responsabilidad o la corresponsabilidad de los polacos en los crímenes del Tercer Reich, una ley que se la conoce popularmente como “lex Gross”.
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