La belleza del día: “Nancy y Olivia”, de Alice Neel

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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“Nancy y Olivia” (1967) de
“Nancy y Olivia” (1967) de Alice Neel (colección privada)

Alice Concross Hartley, casada con George Washington Neel, contador del ferrocarril de Pensilvania, dio a luz a una niña en Gladwyne. Era la cuarta de la familia, luego de ella vendría un hijo más, el último, aunque el mayor, Hartley, moriría de difteria poco después de que Alice naciera, en 1900. Hoy, 28 de enero, Alice Neel cumpliría 121 años. Murió en 1984, en Nueva York.

Más tarde, la familia se trasladaría a Colwyn, a vivir al campo, dentro del estado de Pensilvania. La infancia fue rara, ella no sabía que quería ser artista pero de alguna forma esa pulsión creativa estaba presente y se manifestaba todo el tiempo. En los albores del siglo XX las mujeres tenían una vida preconcebida. Cuando ella se quejaba, su madre le decía: “No sé qué esperas hacer en el mundo, solo eres una niña”.

No había mucho dinero así que cuando terminó la escuela rindió el examen de Servicio Civil y obtuvo un puesto administrativo que le permitió mantener económicamente a sus padres. Fue entonces cuando el arte la abrazó por completo: comenzó tomando clases en el programa de Bellas Artes de la Escuela de Diseño para Mujeres de Filadelfia.

"Don Perlis y Jonathan" (1982,
"Don Perlis y Jonathan" (1982, Moderna Museet, Estocolmo, Suecia) / "Nancy y los gemelos" (1971 , Museo de Arte de Baltimore, Baltimore, Estados Unidos)

Allí le fue muy bien, incluso se destacó. Cuando todos los pintores estaban sumergidos en el arte abstracto, ella se inclinó por el arte figurativo, el realismo como el que hacían un grupo de pintores que luego integrarían la llamada Escuela de Ashcan aunque lo suyo estaba en el cruce de realismo y expresionismo. Se cree que esta influencia provino de Robert Henri, uno de los líderes de dicho movimiento, que enseñó en el instituto al que iba Alice. Allí, mientras estudiaba, recibió premios; después también. Pero su obra comenzaría a ser apreciada recién en la década del 70.

En alguna entrevista dijo que fue muy importante para ella la Escuela de Mujeres porque podía concentrarse en el arte y evitar las tentaciones sexuales. Cuando se graduó, conoció a Carlos Enríquez, un pintor cubano. Se casaron de 1925 y se fueron a vivir a La Habana. La familia y los amigos de Enríquez eran pura vanguardia: escritores, artistas, músicos. No se trataba solo de arte, también de conciencia política.

La primera exposición individual ocurrió en La Habana. También expuso en el XII Salón de Bellas Artes con su esposo y algunos de los pintores que formaron parte del Movimiento Vanguardia Cubano: Eduardo Abela, Víctor Manuel García Valdés, Marcelo Pogolotti y Amelia Peláez. Allí tuvo su primera hija, Santillana, que nació el 26 de diciembre de 1926 en La Habana. Al año siguiente regresaron a Nueva York.

"David Bourdon y Gregory Battcock"
"David Bourdon y Gregory Battcock" (1970, Museo de Arte Blanton, Austin, Estados Unidos)

Antes de que la niña cumpliera un año, murió de difteria, al igual que había ocurrido con el hermano de Alice, Hartley. El trauma para la pintora es tan grande que se sumerge en su arte. Dos años después nace su segunda hija, Elisabetta. Con Carlos, su esposo, las cosas no andaban bien. Él le dice que se va a París a buscar un lugar para vivir pero en cambio viaja a Cuba y se lleva a la niña con él. La depresión de Alice se agudiza y hay intentos de suicidio e internaciones.

El arte nunca la abandonó. Incluso en el neuropsiquiátrico pintó algunas obras. “Alice amaba al miserable en el héroe y al héroe en el miserable. Ella vio eso en todos nosotros”, dijo Ginny Neel, su nuera, mucho tiempo después. Conoció el dolor y de esa forma se acercaba a las personas, sin juzgarlas ni odiarlas ni alabarlas. Simplemente las miraba y las retrataba con una profundidad asombrosa.

Al salir de la clínica vivió un tiempo con sus padres hasta que volvió a Nueva York. Su depresión coincidió con la del país, la Gran Depresión. El gobierno inició una política intervencionista llamada New Deal. Uno de los programas lo impartía la agencia Works Projects Administration (WPA) y consistía en dar trabajo a los desempleados. Neel fue una de las primeras artistas en trabajar allí.

Durante esos años se dedicó a pintar las escenas marginales de la ciudad, la miseria de muchas familias, pero también la subversión, la rebeldía y la sexualidad. Tuvo un romance con un marinero llamado Kenneth Doolittle, adicto a la heroína quien, un día de 1934, en un arrebato de furia, le prendió fuego a 350 de sus acuarelas, pinturas y dibujos. Esa obra, para muchos historiadores muy valiosa, quedó hecha cenizas.

"Mujer embarazada" (1971, colección privada)
"Mujer embarazada" (1971, colección privada)

Unos años después conoció a un portorriqueño que cantaba en bares nocturnos. Se llamaba José Santiago. Fruto de ese amor nació Richard, su primer hijo varón. Se mudaron juntos al Harlem hispano. Allí comenzó a pintar a sus vecinos, particularmente a mujeres y niños. Al año siguiente el padre del niño la abandonó y nunca más supo de él. Estaba embarazada y él no era el padre.

Ese año nació su segundo hijo varón. Le puso el nombre de su hermano fallecido: Hartley. Su padre era su amante, el intelectual comunista Sam Brody. Son tiempos donde Alice vuelve a acercarse al marxismo, aunque sin afiliarse al Partido Comunista y hace ilustraciones para la revista Masses & Mainstream. Hacia 1943 las cosas empeoran: deja de trabajar para la WPA.

En parte de esa década y las siguientes su arte prácticamente desaparece de las galerías. Su fuerte conciencia social le hizo adoptar una posición claramente progresista, lo que en los cincuenta y buena parte de los sesenta, con el fervor anticomunista en plena guerra fría, perjudicó su trabajo.

"Autorretrato" (1980, National Portrait Gallery,
"Autorretrato" (1980, National Portrait Gallery, Washington, Estados Unidos)

Pero su amistad con el universo intelectual y artístico se sostiene y en 1959 el director de cine Robert Frank le pide que aparezca en su película beatnik Pull My Daisy (1959) junto a un joven Allen Ginsberg. El mundo comenzó a cambiar, a abrirse, y su obra empieza a ser revalorizada a tal punto que se vuelve un ícono feminista. Para mediados de los setenta era una de las grandes artistas norteamericanas.

Entonces llegaron los premios, los fanáticos que celebraban su obra, los críticos que la aclamaban. Estaba en un punto alto de su carrera, no sólo en términos de popularidad sino también en cuanto a su técnica, cuando murió el 13 de octubre de 1984 en Nueva York. Tenía 84 años. El tiempo finalmente la puso en su lugar. Una artista que, pese a la intensidad de su vida personal, siempre se interesó por retratar a los anónimos.

Quien recorra su obra encontrará retratos de trabajadores, amas de casa, niños, bebés, militantes contra el fascismo y el racismo, familias pobres de la Gran Depresión, intelectuales, músicos, pintores, escritores, críticos de arte, artistas queer. Nuestra belleza del día es una de esas obras: Nancy y Olivia (Nancy and Olivia) es un óleo sobre lienzo de 99,1 × 91,4 cm, y fue pintado en 1967. Pertenece a una colección particular. “Para mí, la gente es lo primero”, dijo en una entrevista de 1950. “He intentado reivindicar la dignidad y la incesante importancia del ser humano”.

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