El Museo Nacional de Arte Decorativo se encuentra emplazado en el Palacio que fue el hogar de la Familia Errázuriz Alvear, en Avenida del Libertador al 1900, en la Ciudad de Buenos Aires.
Está dedicado a las artes decorativas y el diseño. Posee valiosas colecciones de esculturas, pinturas, tapices, armas, libros, cerámicas, mobiliario y miniaturas, fundamentalmente europeas y orientales, de los siglos XVI al XX. A través de muestras permanentes, exhibiciones temporarias, visitas guiadas y actividades culturales, propone un diálogo sinérgico y estimulante entre los testimonios artísticos del pasado y las creaciones del presente.
Actualmente, es posible visitar las salas de la planta baja y jardines, con los protocolos y las medidas de seguridad vigentes, y solo con reserva previa de turnos gestionada desde el sitio web.
El MNAD es una casa-museo, muy diferente como experiencia que la que ofrece un museo tradicional de paredes blancas y minimalistas con cuidada y neutra iluminación. El palacio Errázuriz-Alvear, su sede desde 1937, es uno de los mejores exponentes de ese concepto: invita a sentir el arte y el espacio desde otra dimensión, transportándonos en el tiempo, haciéndonos viajar e invitándonos a reflexionar y despertar curiosidades. Los museos son lugares fascinantes, pero el Decorativo tiene ese plus de valor.
“Buenos Aires es la capital de un imperio que nunca existió”, le decía André Malraux a Victoria Ocampo en 1964. Como muchos otros antes y después de él, quedó impresionado tras su visita a Buenos Aires junto al gral. Charles De Gaulle. Para entender por qué el gran novelista francés construyó semejante metáfora, nada mejor que visitar El Decorativo, donde aún hoy se respira ese aire de Belle Epoque.
Josefina y Matías, dos visionarios para un proyecto excepcional
Los Alvear, familia de ascendencia española afincada en la Argentina, tuvieron una destacada actuación en el ámbito político y social desde fines del siglo XVIII. El Brigadier General Carlos María de Alvear, abuelo de Josefina, participó en las luchas por la Independencia (1816-1820). El Dr. Diego de Alvear, su padre, fue anfitrión de tertulias y reuniones de gran influencia en la política argentina de finales del siglo XIX. Torcuato de Alvear, su tío, fue el primer intendente de la Ciudad de Buenos Aires en 1880 y Marcelo T. de Alvear, su primo, fue presidente de la República en 1922.
Josefina de Alvear (1859-1935) se casó en 1885 en primeras nupcias con Gregorio Rodríguez, pero enviudó muy pronto. Tras la muerte de su padre, heredó numerosos campos en la provincia de Santa Fe, por lo cual destinó cien hectáreas para crear un pueblo y otras cinco mil para desarrollar la Colonia Estancia Ancalú. En 1893 fundó el pueblo San Gregorio para honrar a su primer esposo.
Por entonces conoció a Matías Errázuriz Ortúzar (1866-1953), diplomático chileno perteneciente a la alta sociedad trasandina, con quien se casó en 1897 en la catedral metropolitana. Tuvieron dos hijos: Matías y Josefina, Mato y Pepita, y vivieron sus primeros años como familia en una casa de la calle Chacabuco, del barrio de Montserrat. Por las actividades diplomáticas de Don Matías, permanecieron largos períodos entre París, vacaciones de Biarritz, Mar del Plata y la estancia Ancalú.
Desde 1906 hasta 1916 Josefina, Matías y sus hijos residieron en Francia debido a misiones diplomáticas asignadas a Errázuriz en Europa. Fue durante ese tiempo que se construyó la residencia. El matrimonio, interesado en el arte y las antigüedades aprovechó los años vividos en Europa para adquirir una valiosa colección de obras de arte europeo y oriental que en su mayor parte integran hoy el patrimonio del Museo Nacional de Arte Decorativo.
El arquitecto francés René Sergent (1865-1927) realizó el proyecto de la residencia familiar en 1911. En ese año la Sociedad Central de Arquitectos Franceses le había otorgado la Gran Medalla de la Arquitectura Privada destacando las cualidades de su obra sobria y elegante dentro de un contexto ecléctico.
De regreso en Buenos Aires, a fines de 1916, y a medida que llegaban los muebles y objetos de arte por vía marítima, los Errázuriz Alvear se ocuparon de controlar todos los detalles de la decoración. El 18 de septiembre de 1918 la casa fue inaugurada con una gran fiesta y se convirtió en el centro de una intensa vida social en los años que residieron en ella.
Después del fallecimiento de Josefina en 1935, Matías Errázuriz y sus hijos ofrecieron al Estado Argentino la posibilidad de comprar la casa junto con la colección de arte, con la condición de que se destinara a crear un nuevo Museo: el actual Museo Nacional de Arte Decorativo.
Palacio Errázuriz Alvear, una arquitectura singular
René Sergent trabajaba en equipo con un selecto grupo de decoradores especialistas en interiores y jardines y nunca visitó la Argentina. Para la residencia Errázuriz Alvear los elegidos fueron H. Nelson, Georges Hoentschel, André Carlhian y el paisajista Achille Duchêne. Fue construido entre 1911 y 1917 con la dirección de obra de los arquitectos locales Eduardo Lanús y Pablo Hary. Todos los materiales, salvo la mampostería gruesa, fueron traídos de Europa. Los revestimientos de madera, espejos, mármoles, carpinterías, fallebas, molduras, llegaron preparados para su directa colocación en obra y para algunas tareas específicas, como la realización de estucos, vinieron experimentados artesanos europeos.
El aspecto externo del edificio es sobrio e imponente, inspirado en el neoclasicismo del siglo XVIII, en especial en las obras de Jacques A. Gabriel, artista de la corte de Luis XV.
Los cuatro niveles son visibles desde el exterior: el subsuelo tiene ventanas que se abren en el basamento; la planta principal está comunicada con el jardín y la terraza por puertas en arco de medio punto; encima de éstas se abren las ventanas que corresponden a los aposentos; ya en el último nivel, detrás de la balaustrada, se ven las lucarnas de ventilación de las áreas de servicio que ocupan la mansarda.
El palacio tiene cuatro plantas y sigue el formato de “grand hôtel particulier”. Sergent dio cierta autonomía a las fachadas, e integró los jardines —diseñados por el paisajista Achille Duchêne— a las áreas públicas de la casa, a la manera de salones exteriores.
Las obras se iniciaron a comienzos de la década de 1910, y se prolongaron varios años debido a la escasez de materiales impuesta por la guerra. La decisión de los Errázuriz Alvear de importar de Europa materiales y artesanos para buena parte de la obra impuso también limitaciones. El gran salón central de doble altura fue realizado bajo la supervisión directa del especialista George Nelson en función de los tres grandes tapices realizados por la manufactura de Bruselas en el siglo XVI sobre la serie de Escipión, el africano, con cartones de Julio Romano; mientras que el comedor de mármol en estilo Luis XIV fue realizado por Georges Höntschel inspirado en el salón de Hércules del Palacio de Versalles, y los salones panelados en madera estilo Regencia y Luis XVI, de la planta baja, por André Carlhian.
En los departamentos privados del primer piso es evidente también el gusto por la decoración francesa en los estilos Luis XV, Luis XVI, Directorio e Imperio; la excepción es la sala Art Déco decorada por el artista catalán Josep María Sert para el boudoir del joven Mato Errázuriz Alvear. Actualmente se encuentra en restauración y puesta en valor la sala de baños y vestidor de Josefina de Alvear, en un exquisito estilo Directorio con motivos pompeyanos.
Durante los dieciocho años que los Errázuriz Alvear vivieron allí, la casa fue escenario de recepciones, conciertos y bailes de la alta sociedad argentina, un verdadero centro de hacer sociales, diplomacia y política; también un espacio de lujo y confort. Para hacer más cómoda la vida en la casa, el arquitecto Sergent había incorporado una gran cantidad de avances tecnológicos: dos ascensores, un sistema de calefacción central y otro de aspiración centralizada de polvo, muy novedosos para la época.
En el último nivel, detrás de la mansarda, llegaron a vivir 32 personas de servicio: mucamas, cocineras, mozos, asistentes, chofer, ama de llaves y obviamente un mayordomo.
Los departamentos de las mujeres de la casa se encuentran desde hace décadas ocupados por la colección del Museo Nacional de Arte Oriental y serán puestos en valor cuando el MNAO tenga sede definitiva, para allí alojar y exhibir la primera colección pública de diseño argentino del siglo XX. Algo que entusiasma a su actual Director, el arq. Martin Marcos: “El diseño argentino merece ser reconocido, preservado y difundido, constituye un ejemplo notable de transculturación e innovación crítica en alianza con la producción y el arte nacionales.”
Nacimiento del MNAD
En 1936, el Estado Nacional compró la casa y las colecciones bajo condición de Matías Errázuriz de hacer un museo y homenajear a su compañera de vida, Josefina de Alvear. Un año después se inaugura y abre al público el Museo Nacional de Arte Decorativo bajo la dirección de Ignacio Pirovano, genial coleccionista y fundador de la mítica Casa Comte de decoración; lo acompañó en esos primeros años como secretario nada menos que Manuel Manucho Mujica Lainez.
En períodos siguientes estuvieron a cargo de la Dirección del MNAD el profesor Federico Aldao y el arq. Alberto Belluci que hicieron importantes obras de restauración y puesta en valor además de incrementar las colecciones y el patrimonio museológico, vía donaciones, legados y adquisiciones. Gracias a ello, es la única mansión de estas características en Buenos Aires abierta regularmente al público en general.
Desde el año 2017 y producto de un concurso público, asumió la dirección del museo el arq. Martín Marcos, con una propuesta de renovación del guion curatorial que el propio Marcos resume así: “…El desafío de hacer dialogar los testimonios del pasado con el arte actual, contar nuevas historias desde el patrimonio con una mirada crítica, e incorporar la dimensión del diseño y la contemporaneidad a las artes decorativas.”
Sus colecciones
El inventario actual del Museo supera los 6000 objetos, que abarcan desde esculturas romanas hasta creaciones artesanales de platería y diseño contemporáneo. El mayor interés de la colección radica en las piezas de artes decorativas europeas y orientales, esculturas y pinturas de los siglos XVI a XIX, muchas de las cuales pertenecieron a los Errázuriz Alvear.
Entre las piezas destacadas, está el conjunto de miniaturas europeas de los siglos XVI al XX -el más importante en su tipo-, óleos sobre tela de El Greco, Cuyp, Ruysch, Fragonard, Manet, Corot, de Dreux y Sorolla; tapices del siglo XVI al XIX de las principales manufacturas europeas, esculturas de Auguste Rodin, Antoine Bourdelle, Joseph Pollet, Scipione Tadolini y Alberto Lagos; cristales y vidrios con firmas de Gallé, Tiffany, Lalique y Décorchemont; porcelanas de Sevres; cerámicas de las mejores manufacturas nórdicas del siglo XX; y un reloj de bronce que fue regalo de bodas para los reyes Luis XVI y María Antonieta, que donara al museo la sra. Corina Kavanagh en la década de 1940.
La colección de 200 retratos en miniatura de origen europeo provenientes de las donaciones de la Condesa Rosario Schiffner de Larrechea de Zubov, en memoria de su hija Tatiana, fue recibida en 1977; y en 2000, la del Marqués Victorio Asinari di Bernezzo. Las mismas se encuentran en el Salón de Familia, en el primer piso del Palacio (puesta en valor en 2007).
Esta colección permite reconocer las diversas técnicas y soportes empleados en Europa entre los siglos XVI y XIX por los más destacados miniaturistas. Los retratos en miniatura eran el equivalente a nuestras “selfies” actuales, así se veían y querían ser vistas las personas de una clase social en tiempos previos a la fotografía y las tecnologías digitales.
También se exhiben en esta sala magníficas pinturas de caballete, al óleo y al pastel realizadas por importantes artistas como Jacob Cuyp, Carle van Loo, Jean Laurent Mosnier, Giovanni B. Lampi.
Los desafíos del presente
“Los museos de la contemporaneidad deben evitar convertirse en mausoleos de objetos para transformarse en espacios de interacción, experiencias e ideas. Deben contribuir con la reflexión y el goce estético y al mismo tiempo cuestionar e incomodar a sus públicos. Correrlos amablemente de sus zonas de confort, sorprendiéndolos. Proponerles una mirada más crítica y reflexiva, que genere nuevas preguntas, inquietudes y motivaciones. Siento que hemos conseguido este objetivo en estos dos años de gestión e instalamos -no sin críticas y dificultades- un nuevo estándar y una alta visibilidad del museo. Hemos tomado riesgos y habrá que trabajar mucho para mantener el nivel alcanzado y encarar los desafíos que aún nos faltan: mejores programas educativos, de accesibilidad y de investigación, nuevas tecnologías y publicaciones, mayor superficie de exhibición para una colección de Diseño Argentino permanente y superiores condiciones de guarda, entre otros.” reflexiona Marcos.
El 2018 ha sido el de festejos y conmemoración de los primeros 100 años del espléndido Palacio surgido del genial René Sergent en combinación con el exquisito gusto del matrimonio Errázuriz Alvear. Por ello se han encarado distintas y significativas tareas de restauración y puesta en valor en techos y mansardas, cielorrasos interiores, portal de acceso y reja perimetral, jardín Duchêne, entre otras obras. Seguramente la apertura al público -por primera vez en 100 años- iniciando los trabajos de restauración en el vestidor y baño de Josefina de Alvear, sean el hito simbólico de más alta visibilidad en cuanto a la conservación de nuestro patrimonio.
Muestras de gran impacto y que inauguraron esta nueva lógica curatorial han sido: El mundo entero es una Bauhaus por el centenario de la mítica escuela Alemana; Le French design exhibió el nuevo y vanguardista mobiliario francés de las mejores firmas; Why – What – Who fascinó a los visitantes con las nuevas tendencias en el diseño de artefactos de moda del London College of Fashion. Nuestras colecciones se lucieron con Perros sueltos en el Museo – 230 porcelanas europeas de razas caninas, primera muestra dog friendly en un museo nacional; y Mensaje en una botella – El rapé en china en conjunto con elMNAO. Pero la nueva vedette del museo es la contemporaneidad y el diseño argentino, allí impactaron: La vida es dura pero no tanto de Grupo Bondi, con curaduría de Edgardo Giménez; Reinos escultura y joyería contemporánea argentina por Cabinet Oseo; Juan Azcue – Diseño 1:1 en conjunto con DArA, en homenaje uno de los grandes del mobiliario y el diseño argentino; y las puestas disruptivas y sugerentes de Bienal Sur.
Afirma su director: “Siento que hemos incrementado nuestra presencia en el escenario cultural de la ciudad, logrando un interés cada vez mayor por establecer un diálogo sinérgico entre los testimonios artísticos del pasado y las creaciones del presente, en un fluir estimulante desde las artes aplicadas al diseño y la contemporaneidad”.
Las distintas exhibiciones temporarias han demostrado el potencial y la sinergia de contrastar las artes aplicadas y el diseño tanto en términos de divulgación, como de educación e investigación. La idea de proponer una conversación estética, proyectual, teórica y al mismo tiempo concreta, productiva y social, con estrategias museográficas de interactividad y distintos niveles de lectura, permitieron modificar fuertemente la dinámica y los públicos habituales del MNAD. Solo la muestra Bauhaus tuvo más de 60.000 visitantes, en su mayoría menores de 30 años. El Decorativo superó en 2019 los 100.000 visitantes, con un 25% de extranjeros, y su Programa de Voluntariado Joven canaliza el entusiasmo de decenas de estudiantes de disciplinas afines a las temáticas del museo, para orientar y brindar información a los visitantes.
Durante el 2020 y desde la reapertura de los museos, el Decorativo fue uno de los que concitaron más visitantes. Antes de su reapertura incluso, la obra Autorretrato de Marcos Shayo, una gran bandera argentina, con referencias al diálogo y la heterogeneidad de una comunidad, ubicada en la esquina exterior del Decorativo, invitó a todos los transeúntes a dialogar con la cultura y extender sobre el espacio público los límites del Museo. Luego, en noviembre, cuidando las medidas de sanitización, distanciamiento y seguridad, el MNAD volvió a brillar con sus salas magníficas y amplias y un jardín que todos los fines de semana de noviembre y diciembre ofreció música en vivo con cupo lleno y gran variedad de artistas y géneros. Escuchar música allí fue un verdadero placer.
Además, sus redes sociales crecieron exponencialmente y sus Vivos de Instagram recordando algunas de sus celebradas muestras temporarias, y conversando con diseñadores, curadores y artistas, abrieron un nuevo espacio de vínculo y diálogo con los públicos, expandiendo las fronteras físicas al universo virtual, acercando y proponiendo nuevas maneras de transmitir el gran valor de la cultura y nuestro patrimonio.
También se sumaron nuevas propuestas a través de su sitio web como El Decorativo en Miniatura (un programa de actividades familiares), recorridos virtuales interactivos por el Museo y listas musicales temáticas en Spotify. Y se dio marco al proyecto @musasdevanguardia, de Mara Sánchez Llorens y Luciana Levinton, que visibiliza el trabajo de mujeres creadoras e inspiradoras con mirada crítica.
La reinvención de Proyecto Josefina, una muestra site-especific sobre el patrimonio del Palacio Errazuriz-Alvear desde la mirada de artistas contemporáneos argentinos y franceses se reconvirtió obligadamente en libro digital.
Las artes decorativas son al siglo XVIII y XIX lo que el diseño es a nuestra contemporaneidad, y por eso desde el museo debemos hacerlos dialogar, contrastar, tensionar y aprender... En este sentido, El Decorativo traza su camino a futuro con nuevos desafíos y muestras que sorprenderán. Los museos y la cultura se vuelven más vivos que nunca.
Fotos: Museo Nacional de Arte Decorativo
SEGUÍ LEYENDO