Como objeto de la obra o solo un detalle, las flores se encuentran a lo largo de todo el trabajo de Henri Matisse (1869-1954), quien alguna vez declaró: “Hay flores en todas partes para aquellos que quieran verlas”.
Las flores no solo fueron una de sus musas, sino también su elemento favorito para realizar su original uso del color y mostrar la fluidez de su pincel, donde demostraba un trazo vigoroso, vivo, con una fuerza de expresión que rompía con el modelo de imitar la naturaleza.
Precursor del fauvismo, el francés es uno de los grandes maestros del siglo XX y por ende, su trabajo siempre ha despertado interés del mercado oficial como también del negro. Y por eso, el 11 de mayo de 1987, su obra El Jardín fue robada del Museo de Arte Moderno de Estocolmo. Este óleo estuvo desaparecido por 25 años, hasta que hace exactamente nueve años fue recuperada.
Matisse la realizó en 1920, cuando ya era un artista consagrado. En aquella época realizó algunas de sus obras más célebres, como Ventana en Niza y la serie de las Odaliscas.
La obra impresionista, en la que se representa un jardín con flores blancas en primer plano y un puente al fondo entre árboles, poseía un valor estimado de un millón de dólares, aunque como se encuentra en un museo su tasación es relativa. Además, como se sabe, las historias detrás de las obras suelen agregar algunas cifras al número final.
La primera intención de los ladrones fue un “rescate” del propio museo por sumas exorbitantes. Algo que, aconsejado por la policía, no sucedió. Entonces, como sucede en general con las obras robadas, se la estacionó a modo de que su desaparición saliera del foco de atención y para que sumara antiguedad. Sin embargo, al ser una obra cara resultaba imposible poder colocarla en el mercado tradicional sin que sonaran las alarmas. Por eso, la única alternativa era el mercado de traficantes de artes.
La recuperación de la obra se produjo después de que un coleccionista polaco le ofreciera la pintura a Charles Roberts, un vendedor de obras de arte en Essex (Inglaterra) justo antes de Navidad de 2012. Entonces, Roberts ingresó al catalógo online del Art Loss Register, donde figuran a nivel internacional todas las obras robadas.
Roberts estaba a punto de cerrar el trato de compra y algo no le cerreaba, por lo que decidió constatar si la obra era realmente la sustraída de Suecia hacía más de dos décadas. El registro detectó esta búsqueda y el italiano Christopher Marinello, uno de los principales expertos del mundo en recuperar obras, negoció el regreso de la pintura al Museo de Arte de Moderno de Estocolmo. Nunca se reveló el portador de la pintura ni cómo fue la negociación.
“Las obras de arte robadas no tienen valor real en el mercado y terminan reapareciendo siempre... Es sólo cuestión de tiempo”, explicó entonces Marinello, quien había recomendado al museo no pagar ningún rescate y esperar. Entonces, la pieza fue donada al museo sueco por Nora Lundgren en noviembre de 1977, una década después desapareció y hoy forma parte de su acervo.
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