Jean-Baptiste Greuze (1725– 1805) fue un artista al que le costó hacerse su espacio en el elitista mundo francés de la pintura y que centró su obra, sobre todo, en el corazón pequeño burgués de las familias de campo, esas que nada tenían que ver con las parisinas, de las cuales buscó exaltar el caracter moral.
Sus trabajos tenían una mirada melodramática, en la que realizaba atmósferas muy sencillas, sin arabescos ni artificios para el ojo, de una austeridad de monje de encierro casi. Así, el centro siempre era la escena, la familia en acción, y a partir de la iluminación de los rostros de las retratados reflejaba qué lo importante eran las emociones por sobre la impostura, tal como se refleja en La rosca de Reyes.
Para cuando realizó la pieza, en 1774, ya había sido un pintor de cierto éxito, sin ser nunca parte de la primera línea, como también había vivido el rechazo. Esa concepción moralista con gente de campo, que iba en contra de la estética imperante del gusto por lo antiguo, le causaba muchas críticas. En la valoración positiva de su primera etapa como pintor tuvo mucho que ver una de las grandes figuras de la Ilustración, Denis Diderot.
Paradójicamente, fue Diderot también quien impidió su crecimiento en el escalafón de pintores. Cuando a fines de 1760 Greuze comenzó a producir pinturas de corte histórico, algo reservado para los élite de artistas, fue el escritor y filósofo quien lo crítico abierta y severamente. Por lo que Greuze regresó a las pinturas de género.
Greuze no inventó el género, ni tampoco fue el primero en retratar al campesinado. En ese sentido, tomó la herencia de los hermanos Antoine, Louis y Mathieu Le Nain, quienes a inicios del XVII realizaron por separado obras realistas centradas en la gente de campo, pero al firmar todos con el apellido es casi imposible la atribución personal.
Originario de una zona rural, Greuze tuvo una formación sólida, estudiando en Lyon, París y Roma, y si bien logró éxito con obras La lectura de la biblia, La boda pueblerina y La muerte del paralítico, aquel rechazo de la Academia a sus instentos por convertirse en pintor historisista lo fue desplazando del medio y a partir de allí fue cayendo en el olvido a tal punto que terminó sibreviviendo gracias a clases particulares.
En La rosca de Reyes, Greuze propone su clásico claroscuro, con la pared contrastando con la mesa. La familia campesina está vestida con trajes que confirman la importancia de las fiestas religiosas en la sociedad del antiguo régimen galo, pre revolucionario.
Los personajes tienen una gran complicidad, la obra está llena de vida; hay afecto, diálogo, comentarios por lo bajo e incluso ansiedad, como el joven que se frota las manos detrás del padre porque no ve la hora de comer.
El padre está por colocar la galette o rosca de los reyes en el centro de la mesa. Ya hay allí una porción separada sobre un plato, que como marcaba la costumbre, era para los pobres del pueblo. La rosca es un panqueque de hojaldre, otra marca de las costumbres del norte francés.
Se desconoce si la obra, que actualmente se encuentra en el Museo Fabre, Montpellier, fue realizada por encargo o solo fue para una muestra en su propio taller. Fue adquirida por el coleccionista Antoine Valedau en el XIX y luego por el pintor histórico Baron François-Xavier Fabre.
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