Un año extraño. Los grandes grupos editoriales sacaron menos novedades que de costumbre (hubo meses en que ni siquiera hubo lanzamientos ante la cuarentena estricta). Sin embargo, las editoriales independientes editaron grandes títulos. Esta lista, de un solo lector, sólo tiene el valor de ser constituir un catálogo de gustos y obsesiones personales. Es un juego, una arbitrariedad como cualquier lista. Las ausencias más notorias, por falta de gimnasia en la lectura de esos géneros son los libros científicos, los de actualidad política y los de “pandemia” (en este rubro uno que podría haber integrado este ranking es Lo Viral de Jorge Carrión). La no ficción es considerada de manera amplia y abarcativa, intentando incorporar los más diversos géneros.
40) Ioshua. La Biografía. Facu Soto (Mansalva)
Josué Marcos Belmonte murió en junio del 2015. Tenía 37 años. Se lo conocía como Ioshua. Era, entre otras cosas, poeta. Del conurbano, gay, provocador. Sus textos son desafiantes, explícitos, mezclan la cumbia, el sexo sin eufemismos, la provocación, los excesos de todo tipo, la violencia, la pasta base. Soto reconstruye la vida de Ioshua a través de capítulos breves en los que recurre a múltiples testimonios y al recorrido de su obra (el volumen de Todas las Obras Acabadas que reúne los textos publicados por Iousha, los fanzines e inéditos es la lectura que debe seguir o anteceder a la de esta notable biografía). Un gran mérito del texto es que le escapa a la hagiografía y no duda en mostrar hasta las facetas más oscuras del personaje.
Una buena compañía para este libro es La Poesía Está En Ser Uno de Hernán (Beatriz Viterbo) en la que el amigo y editor de Vicente Luy recorre la vida y obra de otro poeta muerto muy joven. Hernán nos cuenta cómo escribía Luy, la historia trágica de su familia, la producción de sus libros, la irrupción en el mundo de la poesía, la fortuna dilapidada, el dolor, los años de internación psiquiátrica y el suicidio.
“En la terraza del edificio de Congreso, desde donde podía verse la ciudad como una maqueta, Ioshua jugaba con el arma. Se lo llevaba a la boca. Se lo pasaba por el cuerpo. Lo miraba. Cuando se oyó un trueno Joao subió para ver qué había pasado. Su amigo estaba sentado en el piso, pálido y espectral. Al acercarse, Ioushua le devolvió el arma y se acurrucó en su pecho mientras Joao lo abrazaba. Se quedaron así, como dormidos, bajo la lluvia”.
39) Gente con swing II. Horacio Vargas (compilador). (Homo sapiens)
Segunda entrega de esta notable compilación de Horacio Vargas, editada en Rosario. Hay de todo; muchos géneros para pintar un mundo, el del jazz. Poesía, ensayo, cuento, crónicas, entrevistas, críticas. Los grandes nombres del jazz, los discos, las actuaciones en vivo , los misterios de esta música son recorridos por autores que van de Adrián Iaes a Cortázar, de Monjeau a Boris Vian. Pasan Gandini, Gato Barbieri, Miles Davis, Ellington, Saluzzi y Jerry González entre muchos otros. Hace su primera aparición (de muchas) en este ranking Alberto Giordano. Contiene también la extraordinaria historia de uno de los conciertos más extraños de nuestra historia, el de Bill Evans en San Nicolás, recuperada magistralmente por Joaquín Sánchez Mariño.
“Necesito tocar acá: mi inserción en Argentina a esta altura es algo vital. Pero claro: los políticos tienen prejuicios, los que manejan la música en el país -esa mafia- dicen que soy difícil, que soy imprevisible, que soy loco. Por eso nadie me ve, por eso parezco invisible” Dino Saluzzi en ¿No te pesa el bandoneón? de Mariano del Mazo.
38) Kronos. Witold Gombrowicz. (El Cuenco de Plata)
Un libro extraño, un artefacto difícil de clasificar. Kronos es una especie de diario íntimo que Gombrowicz llevaba en paralelo a su Diario, que publicaba mensualmente en Francia (hay una gran diferencia entre los diarios destinados a publicarse en vida del autor y en los íntimos). Kronos durante décadas fue una carpeta con hojas ya sepias que Rita, su viuda, cuidaba con recelo. Pero no es un diario repleto de confesiones, de secretos inconfesados, sino una especie de rápido itinerario por cada mes de su vida. Un registro taquigráfico y hasta arbitrario de sus actividades. Hasta 1952 está escrito en base a recuerdos y a partir de esa fecha en tiempo presente. El aparato de notas es monstruoso. Posiblemente, ocupen más espacio las minuciosas y pacientes notas al pie que el cuerpo del texto. Para leer en tándem con el Diario. Y para cruzar información con el libro de Scaraffia de la Costa Azul también mencionado en esta lista para situar el devenir del polaco en sus años finales.
“1940. Enero: El café de la mañana es asqueroso. La comida, mediocre. Amplío el círculo de mis conocidos. Visito el Museo Decorativo (Suipacha) con Chinchilla. (Mucho calor). Le Fleur me presenta a Lucas y a Pla. Este último me organiza una charla en casa de los Berni que no sale demasiado bien (¿mi español?). Paseos por el puerto y por la Costanera -bastante frívolos. Tengo ambiciones financieras. Escribo una carta a Capdevila. Me tomo su respuesta como una ofensa (Todo por culpa del calor. No soy consciente de lo que hago)”.
37) Brilla la luz para ellas. Una historia de las mujeres en el rock argentino. Romina Zanellato (Marea)
De 1960 a 2020, de Cristina Plate a Marilina Bertoldi. La historia de las mujeres en nuestro rock. Al principio oficiaban de musas (Diana, la de Diana Divaga), de guías espirituales (Dana de Arco Iris) o simplemente de groupies (Silvia Lachupa -el apellido con el que se la conocía hablaba de uno de sus hobbies). Durante (muchos) años, el rock argentino no pareció un lugar amable y receptivo para las mujeres que parecían condenadas al relegamiento. Pero hubo pioneras, y estuvieron las que se impusieron pese al entorno hostil. Romina Zanellato hace un gran trabajo contando, dibujando un terreno hasta ahora no transitado de la historiografía de nuestro rock. La investigación es exhaustiva, la prosa firme y potente, y el enfoque combativo. También habla de feminismo y de identidades y de su reciente visibilización.
“Obviar la historia de las mujeres en la música es callar, borrar, negar. Decenas de libros sobre el rock nacional se apilan en librerías y bibliotecas que apenas dejan rastros mínimos sobre esta historia acá contada, sobre la vida y la obra de esas mujeres. Rosario Bléfari subió a su Facebook en 2019 una nota que decía: “Seguiremos invisibilizadas, si no decimos nada, hasta que se le antoje a alguno (...)”
36) Nuestro viaje. 85 horas de caravana para ver a River. Andrés Burgo (Ediciones Carrascosa)
Cuando River sufre alguna gran derrota se alegran los hinchas de Boca y los lectores de Burgo, aunque este texto se detenga en el arribo a Lima, minutos antes de la gran final. En ese espacio de la derrota que a otros inmoviliza o sólo los hace destilar odio, Burgo encuentra las escondidas motivaciones de nuestras pasiones. Esta es la crónica de una aventura quijotesca, literatura de viaje (de la buena). 213 hinchas de River atraviesan el continente, casi 4 mil kilómetros por ruta, durante cuatro días para ver 90 minutos. Ese lugar ocupa el fútbol en muchas (de nuestras) vidas. Esa desmesura está dibujada a la perfección, con ojo de escritor, en estas páginas. ¿El partido? ¿La Final de la Libertadores? Eso no importa. Como siempre lo importante es el viaje.
“Semejante travesía -sólo de ida- para los 90 minutos que durará la final ejemplifica la desproporción de tiempo que le dedicamos a nuestro club y al fútbol en sí. Y pese a que todo pueda irse al diablo en tres minutos, pronto vendrán nuevas aventuras, más rutas, diferentes aeropuertos...”.
35) El presente. Ana Basualdo (Sigilo)
Una antología de textos periodísticos de alguien que hace décadas está radicada en España desde que se tuvo que exiliar corrida por la Triple A. Una manera de hacer periodismo que ya no es usual, que se extraña. En El Presente hay una voz y, en especial, una mirada. Ana Basualdo publicó un excelente libro de cuentos reeditado hace un tiempo en la colección de rescates de Ricardo Piglia: Oldsmobile 1962. Aquí conversa con Leonardo Favio, Cortázar, Bioy o Enrique Lihn. Visita a Ada Falcón en su reclusión, revisita a Eva Perón y su mito, traza un perfil de Enrique Raab -del que fue antóloga-, recorre una confitería en el Buenos Aires de los 70 o un bar barcelonés en estos días. Una escritura destinada a los kioscos, a revistas que en una semana cumplían su ciclo pero que resistió de manera impecable el paso del tiempo.
El libro cierra con un diálogo con Edgardo Dobry en el que Basualdo hace un repaso a su trayectoria y a su visión del oficio.
“Me formé en un tipo de periodismo en que la primera persona era impracticable, y la columna de opinión sobre temas diversos no existía. No era un mal límite”.
34) Somos luces abismales. Carolina Sanín (Random House)
Un texto híbrido, imposible de encasillar. ¿Son cuentos? ¿Es no ficción? Tal vez se trate de ensayos narrativos. La escritora colombiana pasea entre lo conceptual, lo concreto, lo onírico, lo misterioso y lo literario. Una prosa poética que envuelve al lector, que por momentos lo hipnotiza y siempre lo exige. Cada texto avanza a través de las conexiones impensadas, se alimenta del oxígeno que brinda la asociación libre.
“Una escribe para hacer un lugar. El texto es un país. Tiene leyes que lo constituyen. Escribir el texto es hacer las leyes del texto y, al hacerlas, encontrarlas. Y, al encontrarlas, disponerse a cumplirlas. Querer incumplirlas”
33) Keith Jarrett. Una biografía. Wolfang Sandner (Libros del Kultrum)
Este año, entre otras noticias nefastas, se conoció que Keith Jarrett muy posiblemente ya no toqué en vivo. Ya no habré desplantes, miradas turbias por toses inoportunas, memorables conciertos solistas ni interpretaciones geniales con el trío. Una serie de acvs menguaron sus capacidades. Esta biografía de Sandner recorre vida y obra del pianista. Muestra la construcción del genio, la ética de trabajo, la búsqueda incesante de un sonido único, propio. Naturalmente está la historia de cómo se gestó el mítico Koln Concert y otras grabaciones ya clásicas. Un mérito adicional es que hasta esta biografía poco se sabía de la vida de Keith Jarrett. Libros del Kultrum tiene otros grandes libros musicales como las memorias de Gil Scot-Heron y la muy divertida y ágil historia oral de los Clash (The Clash. Una autobiografía grupal).
“Una de las grandes virtudes de Jarrett, que apenas tiene limitaciones técnicas como intérprete, es la de saber contenerse en su papel de compositor. Posee un sentido infalible para la consistencia melódica y la ausencia de prejuicios estéticos del jazz hace que en él rara vez se desprecie la simplicidad de una canción. Los jazzistas siempre lo supieron: lo decisivo no es la canción en sí, sino lo que se hace con ella”
32) La aventura de lo real. Escritos de Alberto Greco. Investigación, edición, notas: Paula Pellejero- Eduardo Pellejero (Ediciones Julián Mizrahi)
Un recorrido por escritos inéditos y privados del provocador artista plástico que se suicidó en Barcelona a los 34 años. Hay cuadernos, entrevistas, correspondencia, escritos ficcionales y textos que acompañaban sus Vivo-Ditos y sus intervenciones. Una edición de una belleza innegable con material inaccesible hasta la fecha que permite conocer mucho mejor a este artista conceptual.
“El arte Vivo-Dito es la aventura de lo real, el documento urgente, el contacto directo y total con las cosas, los lugares, las gentes, creando situaciones, lo imprevisto. Es mostrar y encontrar el objeto en su propio lugar”
31) La analfabeta. Relato autobiográfico. Agota Kristof (Alpha Decay)
Un libro breve pero contundente de la autora de Klaus y Lucas. Once relatos cortos autobiográficos, casi fragmentos. Comienza con su infancia húngara y termina con la mujer adulta. La escritora desterrada que en una nueva tierra se descubre analfabeta, no sabe leer ni escribir francés, debe aprender todo de nuevo. También en una escena memorable nos cuenta qué sucedió con la muerte de Stalin en Hungría. Pero en vez de centrarse en los fastos, en las exequias grandilocuentes, la mirada es desde su lugar, el de una chica en un internado que es obligada a estar triste, a honrar al líder, pero que una sirena inoportuna contagia una risa imparable a toda la casa. Lo ridículo del estado totalitario en la carcajada incontenible de una clase de nenas de 12 años.
“Cómo hacerse escritor: en primer lugar, hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros”.
30) Diario del dinero. Rosario Bléfari (Mansalva)
El libro salió pocas semanas después de la muerte de Bléfari. Estaba en imprenta cuando se produjo. Su carácter póstumo multiplicó el impacto y resignificó cada párrafo de este texto extraño. Es un diario pero uno desordenado, arbitrario. Lo que emparenta a las entradas es su relación con el dinero (aunque no en todas se habla de él). Cómo ganarlo, en qué lo gastaba, de qué manera se pierde, cómo hablar de él. Los artistas tienen una relación conflictiva y este diario en el que las entradas no respetan un orden cronológico muestra un aspecto que no suele explicitarse.
Cada página nos hace extrañar un poco más a Rosario Bléfari.
“16/08/2000. ¿Hasta qué punto hago todo lo que debería hacer? Hablar conmigo misma ¿es una manera? Si me distraigo, la vida se extingue y afuera el jardín sigue intacto. Terminan las semanas, terminan sin final, ¿de qué vale tratar de aferrarse?”.
29) El último Bioy. Lidia Benítez/ Javier Fernández Paupy (Leteo)
La asistente de los años finales de Bioy da su versión y engrosa un género en sí mismo que es el de libros de personas que estuvieron cerca de Borges y de Bioy al final de sus vidas. El trabajo de Fernández Paupy afirmando la voz de Lidia y rellanando imperceptiblemente los agujeros del relato es notable. Por momentos la decrepitud del escritor se impone y las escenas se tornan insoportables. No hay nada subrayado. La vida cotidiana del gran hombre, honrado en todo el mundo, ante el avance de la vejez y hasta de la pobreza. Alguien que sabía ser encantador pero que también podía ser cruel, ingrato y despótico hasta límites intolerables. Y dejar dañadas muchas personas queridas (hasta hijos) en el camino.
“Me intoxiqué. Entonces él me echó la culpa. Dijo que por no haberme sentado al lado suyo, no pudo indicarme que platos me convenía comer. Cuando le pedí que llamara a un médico, me dijo: “Vos estás para cuidarme a mí, no yo a vos”.
28) Biblioteca bizarra. Eduardo Halfon (Ediciones Godot)
Crónicas, textos dispersos, confesiones de un lector y escritor apasionado, de alguien para el que los libros y la literatura son imprescindibles. Hace casi 15 años la primera aparición de Halfon sorprendió. Un pequeño libro para Anagrama, El Ángel Literario, en el que jugaba entre la ficción y el ensayo, en la que recorría los inicios de Carver, Hemingway, Hesse, Piglia y Nabokov. En este libro el tema son los libros, la escritura, un oficio que siempre bordea entre el manejo de herramientas conocidas, el trabajo arduo y la osadía para adentrarse en lo desconocido, para llegar a lugares no transitados anteriormente. El origen de este libro son textos dispersos de Halfon publicados en revistas inhallables o en volúmenes colectivos. Chejov, los recuerdos de la infancia, los escritores en Guatemala, las bibliotecas personales son algunos de los temas que recorre con erudición y gran ritmo, sin aburrir jamás.
“Prefiero los libros de viejo. Me gustan precisamente por el aire de imperfección y misterio que los envuelve: las páginas manchadas o dobladas por los dedos de otro; las frases subrayadas o párrafos marcados en amarillo que le dijeron algo a alguien más; las curiosas anotaciones y reflexiones en los márgenes; la eventual dedicatoria en la primera página, a veces enigmática, a veces absurda, a veces del mismo autor. Decía Virginia Woolf que los libros de viejo son libros salvajes, libros sin casa, y tienen un encanto del que carecen los volúmenes domesticados de una biblioteca”
27) García. 15 años de entrevistas con Charly. 1992-2007. Daniel RIera- Fernando Sánchez (Vademecum)
La editorial Vademecum, con paciencia, viene construyendo un catálogo impecable. Sus libros sobre Rock Nacional (sobre Invisible, los testimonios de Luisito o la etapa de los 80 de Charly diseccionada por Zariello) lo demuestran. Acá vemos a un García, que para muchos ya se alejó de su cénit creativo. Esta opinión debe ser reconsiderada luego de leer estas entrevistas y perfiles de Riera y Sánchez. Materiales originalmente publicados en Playboy, Rolling Stone, La Maga y en otros diarios y revistas, nos muestran a Charly con su acidez, con sus citas brillantes y su ánimo poco complaciente, siempre desafiante. Charly recordando, de gira, grabando, peleando o hablando de música.
“Los once artículos prueban que Charly no solamente es un genio musical: es una mente brillante capaz de recordar hechos y personas con un nivel de detalle sorprendente. ¿Cómo es posible que después de la vida que llevó y las sustancias que consumió, sea capaz de recordar tanto y con tanta precisión?”
26) Aramburu. María O´Donnell. (Planeta)
Después de Born, O´Donnell se interna en el secuestro y asesinato de Aramburu, y en consecuencia, en los inicios de Montoneros. El pulso narrativo firme, el repaso minucioso de los hechos y la inmersión en un personaje siniestro e inasible como Firmenich. Desde la formación de Montoneros al secuestro del cadáver de Aramburu. Hay también un muy interesante desmontaje de la versión oficial de la agrupación revolucionaria sobre el hecho. O’Donnell plantea preguntas muchas de las cuáles aún hoy no tienen respuesta. Y se sumerge en la violencia. Es un libro que tiene ritmo pero que a la vez indaga en varias claves de nuestra historia contemporánea.
“Un día, por fin, conseguí sentarme frente a él. En ese instante mi empeño recuperó sentido: no hay otro testigo como él, el jefe de Montoneros hasta su total disolución en 1990. Tiene una memoria descomunal y conoce la historia de la organización guerrillera argentina más importante desde el momento de su creación, porque también integró el grupo fundador, Es, no obstante, esquivo a la hora de contar, casi avaro”
25) Diario de un invierno en Tokio. Matías Serra Bradford. (Minúscula)
Un diario urdido y etéreo. También una crónica de viaje extraña y poética. Serra Bradford avanza por Japón a través de los fragmentos. Un viaje que ocurrió hace dos décadas y una mirada honda. Si el viajero, por lo general, busca certezas, acá sólo encontramos desconcierto, preguntas y búsqueda. Cada entrada tiene una música propia. Alguien hasta podría encontrarle al diario algunas cualidades proféticas; al principio del a entrada del 21 de febrero de 1999 escribe: “Paseantes con barbijos, como si fueran en contra de todos los olores de su infancia”.
“Asoma el río Sumida en resquicios recortados. Buques movidos por una mano oculta debajo del agua”
24) Mirarse de frente. Vivian Gornick (Sexto Piso)
A mediados del año pasado el New York TImes eligió Apegos feroces como la mejor memoir de las últimas décadas. Esos rankings (este ranking sin ir más lejos) son poco confiables pero en el caso del libro de Gornick y su relación con la madre el lauro es más que merecido. Mirarse de Frente reúne diversos ensayos cortos (disfrazados de breves memoirs) en los que la reflexión se da a través de la exposición de vivencias personales. Una extraordinaria narradora, con una escritura musculosa y una inteligencia implacable, que consigue hacernos ver eso que muchas veces se intuye pero que no se logra percibir. El feminismo, la vida universitaria, las ventajas de vivir sola, la amistad, la intimidad y hasta lo epistolar pasan por su mirada incisiva a través de historias personales que siempre esquivan la moraleja reductora.
“Todo el que se ha molestado en indagar en la naturaleza de la soledad humana ha entendido que sólo la mente trabajadora de uno misma quiebra la soledad del ser. Una verdad a la que cuesta mirar a la cara. Cuesta mucho. Por eso anhelamos el amor, y la comunidad, dos aspiraciones encomiables en la vida, pero no como anhelos. Anhelar es letal. Anhelar te vuelve sentimental”.
23) Una cierta idea del mundo. Alessandro Baricco. (Anagrama)
Baricco habla de cincuenta libros. No es un canon de lecturas invencibles sino cincuenta de los que más les gustaron en la última década. Fruto de una columna semanal en un diario italiano, Baricco recorre un panorama amplio y diverso. Puede meterse en las memorias de Agassi, un clásico de Capote, Claus y Lucas, una investigación sobre el Holocausto, Anatomía de un Instante o una novela de Bolaño. La mirada siempre es lúcida, alejada del lugar común y nos muestra cosas que nosotros no supimos leer. Tiene otra ventaja innegable: es un libro disparador, de esos que nos hacen salir a buscar otros libros, que nos inoculan un deseo irrefrenable de seguir leyendo.
“Yo tengo dos o tres cosas que conozco a fondo y que amo con locura. Una de ellas son los libros. Un día se me ocurrió la idea de que si me ponía a hablar de ellos, de uno en uno, sólo de los buenos, sin hacer nada más que eso, se me ocurrió que de ahí podía surgir una cierta idea de mundo. Con muchas posibilidades de que fuera la mía”.
22) Cuatro ensayos. César Aira (Beatriz Viterbo)
No es cuestión de establecer un certamen pero si el Aira narrador recibe constantes elogios, el ensayista, al menos, está a su misma altura. Continuación de Ideas Diversas es un libro/diario/compilación de apuntes deslumbrante. También en los últimos años aparecieron Evasión y Sobre el arte contemporáneo. En este volumen Beatriz Viterbo reúne y edita cuatro libros clásicos del de Coronel Pringles. Sus incursiones en la obra de Copi, de Alejandra Pizarnik, de Edward Lear y Las Tres Fechas. Los libros editados entre 1991 y 2004 eran inhallables. Una reedición que pone al alcance textos que si bien sirven para entender su obra narrativa y que dialogan con ella, son autónomos y despliegan una erudición y lucidez apabullantes.
“Sin estilo, la inteligencia no es más que una forma especialmente destructiva del escepticismo; y el estilo sin inteligencia es un snobismo que se agota en sí mismo”
21) Natalia Ginzburg, audazmente tímida. Una biografía. Maja Pflug (Siglo XXI)
Una escritora tenue, oculta durante muchos años y algo olvidada, a la que de a poco se le va haciendo justicia. Pflug recorre la vida de Natalia. Nos cuenta sus primeros años, los casamientos, la viudez, los dolores y muy especialmente la construcción de una escritora y una editora excepcional. Pero también sus otras facetas. Feminista pionera, madre, diputada y hasta actriz de Pasolini. Hay grandes personajes secundarios y también la historia de una editorial única como Einaudi, clave en la segunda mitad del Siglo XX. La traducción de Gabriela Adamo permite que la lectura sea fluida y no sufre de ripios. Un libro que tiene otro mérito: nos da ganas de volver a los libros de Natalia, de reconocer los trazos autobiográficos y de buscar los que todavía no leímos.
“Una noche estaba con una amiga charlando de cosas que las ocupaban. La joven mujer le dijo, alterada: ‘Si mi marido me engaña, ¡lo mato!’. ‘Pero no -respondió Natalia, posando una mano tranquilizadora sobre el brazo de la mujer-. ‘No te enojes, eso puede pasar, es como un paseo por el bosque’. Luego se quedó callada. ‘En la vejez tenemos miedo de olvidar cómo era el amor. Recordamos que podía ser de dos modos. Podía ser repentino e incendiar el mundo. O bien podía ser imperceptible y del color del aire”.
20) Una especie de fe. 10 poetas norteamericanas del Siglo XX. María Negroni (Bajo la Luna)
¿Un libro de poesía entre los mejores de no ficción? Por supuesto. María Negroni traza diez perfiles perfectos, memorables, de diez grandes poetas norteamericanas contemporáneas. Marianne Moore, Elizabeth Bishop, Anne Sexton, H.D., Sylvia Plath, Adrienne Rich, la reciente Premio Nobel Louise Glück, Lorine Niedecker, Rosmarie Waldrop y Susan Howe. Al modo de Escritores Norteamericanos de Piglia, en una futura edición se podría prescindir de la antología poética (en edición bilingüe) y que sólo pervivan como un libro autónoma estas semblanzas y ensayos.
“No sabría definir muy bien lo que llamamos el genio y menos afirmar, como Woolf, que el estado más propicio de la creación es una mente incandescente y sin trabas pero, en cambio, creo haber sugerido con holgura el estado de profunda conmoción que acompaña a las mujeres, todavía hoy, cuando se sientan a escribir”.
19) La novela de la Costa Azul. Giuseppe Scaraffia (Periférica)
Alguna vez se la conoció como La Riviera o como El Mediterráneo, a secas; pero después ya fue la Costa Azul. Kilómetros de playas, sol y mar. Scaraffia recorre la historia de esa franja que se asocia al ruido, al placer, al glamour, al juego pero que también fue el lugar de trabajo de muchos artistas. Se detiene en cada poblado para contarnos historias de artistas situados allí. Es una especie de Mil y Una Noches mediterráneo. El libro es un baúl interminable de grandes y apasionantes historias protagonizadas por Oscar Wilde, André Gide, Scott Fitzgerald, Simenon, Nietzsche, Nabokov, Benjamin, Picasso, Brigitte Bardot y cientos más. De las escaleras de la mansión de Coco Chanel que remedaban las del orfanato en que vivió de niña a André Gide intentando esquivar acusaciones de pederastia blandiendo su Premio Nobel.
“Fue Zelda quien inventó los striptease del adiós para los amigos que volvían a América, un rito que consistía en lanzar al aire, como último saludo, las braguitas de encaje negro”
18) El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. Irene Vallejo (Siruela)
Un ensayo libresco que se convirtió en un fenómeno en España y que pasó sin demasiada repercusión a estas tierras. Es una historia del libro. De sus diversos formatos, modos de producción, de su evolución. Pero también es un viaje fascinante, es un aluvión de historias hilvanadas cuidadosamente, una declaración de amor. Es un ensayo riguroso y metódico pero escrito con gracia y belleza, algo que no es tan frecuente. Un texto hermoso sobre uno de los objetos más hermosos creados por el hombre (el otro, claro, es la pelota). Otro gran lanzamiento de temática similar fue El libro Expandido de Amaranth Borsuk de Ampersand. Un gran ensayo, que nunca cae en el tedio y que tiene amor y dedicación hasta en su novedoso diseño interior.
“La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. (...) Sin los libros, las mejores cosas de nuestro mundo se habrían esfumado en el olvido”
17) Contramarcha. María Moreno. (Ampersand)
La colección Lectores de Ampersand es de las mejores, más coherentes y parejas de las que se han editado en las últimas décadas. Las colecciones suelen ser desiguales, con sus títulos unidos más por un diseño de tapa o por un color que por la armonía entre los autores o la excelencia de sus textos. Algunos de sus títulos, de estas memorias lectoras, integraron este ranking en años anteriores. Dos de los aparecidos este año son preciosos: Libros chiquititos de Tamara Kamenzsain y Contramarcha de María Moreno.
El de Moreno, posiblemente, sea el mejor de la serie. Inquietante, valiente, divertido, escrito con pasión. Un paseo por sus lecturas infantiles y juveniles. Dónde los demás empiezan (las lecturas profesionales y/o de adultez) es el lugar en el que ella termina. El reto de las lecturas, sus trazos, sus consecuencias las encontramos en su obra. Este año también publicó un catálogo de sus notas, incursiones, perfiles y aguafuertes queer en Loquibambia. Mansalva editó un volumen en el que varios especialistas estudian y recorren su obra: El Affair Moreno (incluye un gran texto de Alan Pauls).
“Me gustaría morir leyendo, nadie escuche en esta declaración la construcción pedante para una mitología intelectual, ya que podría leer cualquier cosa. No desearía a mi lado la vigilancia ansiosa de parientes y amigos, sino unas últimas líneas que me transportaran, como siempre, más allá, a las vidas que no son mías (...)”
16) Me acuerdo. Martín Kohan (Ediciones Godot)
El género es invencible. La lista, la enumeración como modo de desnudar el pasado, los años de la infancia y la adolescencia. Martín Kohan sigue la estela de Brainard, de Perec, de Margo Glantz pero, como siempre, lo hace a su manera. Él, hasta ahora reticente a lo autobiográfico, en unos pocos trazos atrapa al lector y lo sumerge en sus primeros años. Los juegos infantiles, el germen de varias de sus marcas de agua, Boca, Gatti, Belgrano. Fragmentos de una cotidianeidad perdida.
“Me acuerdo del mazo de naipes con imágenes de mujeres desnudas que tenía mi zeide.
Era antiguo.
Me acuerdo de haber pensado que esas mujeres debían estar ya muertas”
15) ¡Canten, putos!. Historia incompleta de los cantitos de cancha. Manuel Soriano (Gourmet Musical)
La pandemia no detuvo a Leandro Donozo y su maravillosa editorial Gourmet Musical. Su colección Cómo escuchar se nutrió con volúmenes sobre Stevie Wonder, Lou Reed y David Bowie. Entre otros también editó este abordaje ingenioso, siempre mordaz, bellamente escrito e inteligente de Manuel Soriano sobre los cantos en las canchas. Abundan las digresiones sorprendentes, las salidas inesperadas, los gestos desafiantes. Soriano esquiva todos los lugares comunes y nos hace pensar sobre cuestiones que tenemos naturalizadas. Todo le sirve para pensar con originalidad su tema: traza una especie de linaje entre La Joven Guardia, Belle & Sebastian y las barras bravas, compara a Sergio Denis con John Denver, establece un cancionero maradoniano, la xenofobia rampante, un compañero de colegio lampiño que muta en portento sexual y decenas de temas más.
“¿Cómo se llegó de la epifanía de John Denver en una aerosilla de Aspen a las hinchadas argentina? ¿Cómo se llegó, por ejemplo, del ‘tú llenas mis sentidos’ que le canta Denver a su esposa al “yo no soy raza puta” que le canta Unión a Colón de Santa Fe?”.
14) Un hombre entre paréntesis. Retrato de Mario Levrero. Mauro Libertella (Universidad Diego Portales)
Este libro fue publicado en Chile en el 2019, pero recién en diciembre de este año llegaron unos pocos ejemplares al país. Otra vez con edición a cargo de Leila Guerriero, esta colección de semblanzas de escritores latinoamericanos ha dado grandes libros como la incursión de Daniel Titinger en la vida de Julio Ramón Ribeyro. Libertella se mete en la vida de Levrero y de sus andanzas motevideanas y porteñas. Desarma la figura de culto, la humaniza, indaga en entrevistas, revisa su obra y habla con decenas de personas que lo conocieron: familiares, colegas, alumnos, amigos y especialista. Pero principalmente lo que hace es entender al hombre y al escritor, algo difícil si el biografiado es alguien que tuvo una existencia tenue que alcanzó la figura de culto póstumamente, en especial a partir de la publicación de La Novela Luminosa. Libertella nos muestra a Levrero. El de hábitos extraños, el de las revistas de juegos, el escritor pertinaz, el amante tardío, el fanático de la parapsicología. Cuando el lector termina Un Hombre Entre paréntesis siente que conoció a Levrero.
“Se movía muy lento, como si se arrastrara o como si no tuviera que llegar a ningún sitio. Cada tanto se dejaba crecer la barba. Tenía una voz profunda, cavernosa y una cadencia hipnótica. Su risa era estentórea; su voz, grave”.
13) Una guía Sobre el arte de perderse. Rebecca Solnit (Fiordo)
El libro de los primeros días de la pandemia. Salido a principio de año, rápidamente se corrió la voz sobre la excelencia de este ensayo de Solnit, cuyo texto anterior traducido al castellano fue el que dio origen al término mansplaining. El encierro, la ausencia de libertad lograron que este texto de prosa brillante y repleto de ideas interpelara a los lectores de una manera directa. Cada capítulo desborda de historias y de una erudición amable. La deriva de cada texto desconcierta al lector, lo mantiene alerta, hasta que al final todo encaja casi de manera mágica.
“El mundo es azul en sus extremo y en sus profundidades. Ese azul es la luz que se ha perdido. la luz del extremo azul del espectro no recorre toda la distancia entre el sol y nosotros. (...) El agua es incolora, y cuando es poco profunda parece del color de aquello que tiene debajo. Cuando es profunda, en cambio, está llena de esa luz dispersa; cuanto más pura es el agua, más intenso es el azul. El cielo es azul por la misma razón”.
12) Diarios completos. Sylvia Plath (Universidad Diego Portales)
Una imponente edición de los diarios expurgados de Sylvia Plath ya sin los recortes de Ted Hughes (aunque nunca se podrán recuperar esos cuadernos finales). El mundo interior de la poeta. El romance, el dolor, la búsqueda del verso perfecto, la pulsión por la poesía. Una voz única. Precisa, profunda, inquietante y frágil. Como todos los grandes diarios funciona como una especie de I Ching: se puede abrir cualquiera de sus páginas al azar y dejar que el libro nos hable directamente a nosotros. Pero en vez de encontrar respuestas o al menos claves, sólo hallaremos preguntas.
“5/11/57. Es hora de que me ocupe de mí misma. He ido tambaleándome por ahí, lúgubre, sombría, siniestra. Ahora toca construirme a mí misma, darme una columna vertebral, por más que fracase. Si consigo superar este año, por penoso que sea, habré logrado la mayor victoria de mi vida”.
11) Al oeste del Edén. Jean Stein (Anagrama)
Una apasionante historia oral de Los Ángeles a través de la historia de cinco familias. Las voces reconstruyen vidas, épocas, una ciudad. Contando, siguiendo cada familia, se pasea por los grandes eventos del último siglo. Los testimonios pueden ser de grandes escritores (Gore Vidal, Capote, Arthur Miller), súper estrellas (Warren Beatty, Lauren Bacall), periodistas, políticos, empresarios, productores, empleados rasos o personal doméstico. Desborda de historias, chismes, anécdotas que deslumbran, momentos inverosímiles. Cada voz, cada testimonio es un pequeño mosaico que terminará construyendo un fresco algo monstruoso.
“Mi papá no se llamaba Jack, se llamaba Jacob. Tampoco era Warner. Una vez le pregunté: ‘¿Cuáñl era el apellido de tu familia, el original?’. Me dijo: ‘Jack, dame un cigarrillo’. Lo encendió, dio varias pitadas, dejó que el humo se elevara hasta el techo, me miró y me dijo: ‘No me acuerdo’” (Jack Warner Jr.)
10) Teoría de la gravedad. Leila Guerriero (Libros del Asteroide)
Las compilaciones, por definición, son desparejas. Parece imposible que cada texto incluido mantenga el mismo nivel literario, la misma intensidad, similar profundidad. Mucho más cuando el origen de esos escritos es el “columnismo”: la columna semanal en un medio impreso, restringida en caracteres y que suele dejarse ganar por la abulia y la repetición. Leila en Teoría de la Gravedad evidencia por qué las generalizaciones siempre son malas. Cada uno de estos textos breves es una pequeña artesanía, trabajada con rigor. No hay piloto automático. Hay pasión y amor por la tarea. Los escritos dedicados a la escritura se elevan por sobre el resto. Hay ahí una poética del oficio, un canto de amor al trabajo duro, una esperanza (no siempre correspondida) al poder de la palabra escrita. Miniaturas quirúrgicas que además viene acompañadas por un excelente prólogo de Pedro Mairal.
“Voy y vengo por la ciudad con el diario de Piglia bajo el brazo como quien se aferra a una gota de luz detrás de un vidrio oscuro. Ayer me llamaron de una radio, me preguntaron para qué sirven los libro. Debo haber respondido alguna estupidez. Lo que debí haber dicho es que los libros sirven para una sola cosa: para salvarnos la vida”.
9) Enseñar en tiempos de hashtags. Gonzalo Santos (Gárgola)
Un libro incómodo, crudo, ferozmente real. Santos cuenta su experiencia como docente en colegios secundarios y profesorados de la Provincia de Buenos Aires. Él ve y muestra lo que los demás no quieren ver. Es literatura de guerra (y no como se mal entiende ahora el término). Un campo de batalla en el que el narrador muestra los horrores de un tiempo. Nadie quiere escuchar lo que Santos tiene para decir. Habla de la escuela como un lugar donde la desidia, el desdén, la pobreza y la violencia están presentes. Un lugar que por sí solo no alcanza. Un sistema en el que nade quiere abrir los ojos. Enseñar en tiempos... (el libro es muy superior a su título) consta de dos partes. La primera publicada hace 7 años; la segunda que dialoga con ésta y que se centra en las experiencias del autor en los profesorados. Ante tantas consignas vacías, slogans baratos muchos necesitarían leer este libro repleto de historias -muchas de ellas espeluznantes- que se anima a mostrar y a asumir realidades que muchos prefieren esquivar.
Santos también publicó este año en Santiago Arcos otro libro notable que desarrolla sus encuentros con el dibujante Enrique Breccia, Mi Padre y Yo. Breccia habla del oficio, de su carrera pero especialmente de Enrique, su padre, sin eufemismos y en una especie de catarsis dolorosa e inquietante.
“Me senté en mi escritorio y traté de retomar la actividad que venía desarrollando, casi como si nada hubiera pasado, pero al poco tiempo me di cuente de que no podía, ni debía, continuar, ¿Qué carajo estaba haciendo ahí, dando clases normalmente veinte minutos después de que un alumno me pegara un cachetazo? No tenía ningún sentido. Además, la presencia de este pide me perturbaba profundamente, y ahora sí sentía unas ganas increíbles de matarlo a trompadas. Me acerqué hacia él y le dije que saliera del aula. Él desde luego se negó, y más aún: empezó a reírse y a burlarse de mí. Me preguntó si me había ‘cabido’ el golpe que me dio y, mientras yo le hablaba, a esta altura en términos bastante ofensivos, comenzó a repetir: “¿Viste cómo te pegué? “¿Viste cómo te pegué? “¿Viste cómo te pegué? “¿Viste cómo te pegué? “¿Viste cómo te pegué? “¿Viste cómo te pegué?”
8) Despojos. Rachel Cusk (Libros del Asteroide)
La novelista canadiense cuenta el fin de su matrimonio. No se engaña a sí mismo. El libro es incómodo; transpira verdad. No recae nunca en el lugar común. La disección del dolor, del matrimonio terminado y también de la nueva vida que se va a abriendo frente a ella es de una profundidad y una franqueza inusual. Cusk, sin golpes bajos, no le da tregua al lector que no se puede despegar de esta especie de thriller de la vida privada. Un texto desafiante, que se adentra en el corazón y en la cabeza de la propia escritora que no teme enfrentarse con ella misma, con sus peores fantasmas y con lo desconocido.
“Desnuda, la verdad puede ser vulnerable, desgarbada, horrorosa. Demasiada arreglada se convierte en una mentira. Para mí, la dificultad de la vida ha consistido generalmente en el intento de reconciliar estas dos cosas, como los hijos de una pareja divorciada intentan reconciliar a sus padres. Mis hijas hacen eso: obligan a mi marido a que me coja la mano cuando estamos juntos. Intentan que el relato vuelva a ser verdad, o que la verdad sea mentira”.
7) Diario de la grieta. Juan Villegas (Galerna)
Juan Villegas escribió un libro incómodo que está destinado a no conformar a nadie, que no busca congraciarse con nadie. Es de una honestidad descarnada. Es, como indica el título, un diario (que va de principios de 2019 hasta el comienzo de la pandemia: el marco, entonces, es la campaña electoral y los primeros meses del gobierno de Fernández) pero uno especial. No rescata su tarea artística (es director de cine) ni las cotidianas. Ellas aparecen sólo en función de recoger los momentos -permanentes, reiterados- en que la grieta interfiere en su vida. Villegas escribe lo que, en su vida diaria, calla. Alguien lo va a acusar de tibio (ya lo hicieron); otros de réprobo (ya lo deben estar haciendo). Pero el verdadero tema del libro, más allá de posturas políticas, del poder ejercido de manera enfermiza o la oposición a quienes gobiernan, el verdadero tema es la degradación de la discusión pública. Explicita cómo se ha vuelto imposible la conversación entre quienes piensan distinto. Aunque él cada tanto -en una gran decisión autoral-, además de contar sus días, establece diálogos largos en los que escucha y debate con un interlocutor kirchnerista. Villegas parece mostrarnos que la conversación y el disenso todavía son posibles. Además de este notable diario este año también publicó Elogio del Pudor (Indielibros), gran pequeño libro sobre el tango, Raúl Berón, la imagen paterna y su infancia.
“Nunca fui tan clandestino como hoy. Soy un espía en una multitud que viene a festejar una suerte de liberación. Pero lo que me pasa es confuso y ambiguo. Me da ganas de poder compartir la alegría con los presentes, algo que me resulta obviamente imposible”.
6) Maten a Duarte. Catalina De Elía (Planeta)
Una de las grandes sorpresas del año. Un libro de investigación periodística notable. Cuando parecía que la historia de Juan Duarte, hermano de Eva y cuñado presidencial, estaba cristalizada, de la que nada nuevo podía decirse, que su figura entraría en la bruma entre el personaje picaresco y el ventajista (chanta), y que las circunstancias de su muerte sólo permitirían especulaciones que oscilaban entre el asesinato y el suicidio según el color político del que opinaba, De Elía reflota la historia y aporta datos nuevos y sorpresivos. El trabajo de investigación es extraordinario. La pesquisa y rescate de una causa judicial inhallable durante más de medio siglo, la recuperación de grabaciones de la comisión investigadora. Archivos, documentos, estudios que derriban habladurías y mitos. La autora luego de exponer los hechos, de escuchar todas las teorías, de analizar pruebas, sienta su posición . Un libro apasionante del que se debería haber hablado más si la discusión pública en Argentina no estuviera tan viciada por partidismos ciegos.
“(Juan Duarte) Empezó a morir cuando perdió el abrigo del poder y murió tantas veces como fue necesario luego de que su cuerpo fuera hallado en el departamento de la avenida Callao. Como dije, el trabajo de la justicia estuvo surcado por la grieta de la época”.
5) El otro lado. Retratos, fetichismos, confesiones. Mariana Enríquez (Ediciones Universidad Diego Portales)
Uno de los libros de ficción del año, coinciden los especialistas, fue la novela de Mariana Enríquez. Deberíamos reformular esa afirmación: Mariana tuvo dos de los libros del año. Este ladrillo, este mamotreto encantador de 700 páginas es adictivo. Con la (siempre) impecable edición de Leila Guerriero esta compilación del trabajo periodístico de Enríquez es un viaje apasionante por sus gustos, caprichos, pasiones y secretos. El oficio no siempre está lo suficientemente reconocido; cuando a él le unimos pasión y talento se produce una obra del calibre de esta summa periodística. Puede escribir sobre los Manic Street Preachers o Stephen King , Springsteen, Sylvia Plath, Mary Shelley, peripecias autobiográficas o el extraordinario texto de apertura sobre sus inicios como escritora. Siempre deslumbra.
“No escribí mi primera novela porque quería ser escritora, ni porque quería publicar, ni porque conocía a escritores y los admiraba y quería ser como ellos. La escribí porque no encontraba nada ni nadie que contara lo que me pasaba y lo que yo misma leía en los libros que compraba”.
4) ¿Hay alguien ahí? Peter Orner (Chai Editora)
Una de las grandes revelaciones de este año de una editorial que hasta ahora viene invicta: cada uno de sus libros es asombroso. Un escritor del que nunca había escuchado hablar y que tras leer ¿Hay alguien ahí? se siente la necesidad de ir en busca de todo lo que escribió. Orner lee, conversa con obras y autores (Salinger, Rulfo, Welty, Kertesz o Bellow entre decenas) pero todo es, como corresponde, una excusa para poder escribir sobre su vida, sobre él, sobre su visión del mundo. Los caminos de cada texto son inesperados. Mientras habla de un libro, la deriva de Orner puede hacer que el curso del relato se desvía hacia zonas impensadas. Siempre hay profundidad, dolor, sorpresa, inteligencia serena que le escapa a lo estentóreo. Y siempre, cada línea, tiene corazón.
La traducción de Damián Tullio es ejemplar (otra costumbre de Chai: traducciones sin ripios, musicales, dedicadas).
“Sólo a través de la lectura pude darle alguna clase de sentido al mundo que me rodeaba, incluida mi propia existencia. Los cuentos dicen lo que yo no pude decir”.
3) Tres años con Derrida. Los cuadernos de un biógrafo. Benoit Peeters (Ubu Ediciones)
Benoit Peeters, autor de novelas gráficas, había publicado una biografía de Hergé, el creador de Tintín, que se había convertido en un best-seller. Su editora lo invita a almorzar (lujos del mercado editorial francés que por acá no se dan) y le propone escribir otra biografía. Barajan nombres de varios franceses ilustres: Godard, Derrida, Barthes. Él analiza los pro y los contra de cada uno y se decide por Derrida. Pero antes de iniciar la tarea hace un gran trato: publicará dos libros a la vez. La biografía del filósofo y los diarios de la escritura de esta. Eso es este libro extraordinario. Cualquiera que desee escribir un libro de no ficción debería leerlo. Cada pregunta que se le cruza a un autor en el proceso está planteada. Vemos a Peeters analizar el enfoque, lidiar con fuentes (considera imprescindible la anuencia de la viuda, el acceso a los papeles privados), analizar documentos, leer cada página de la profusa obra derrideana, qué hacer con la multiplicidad de testimonios. A veces el biógrafo debe enfrentar la escasez de material o debe equilibrar la sobreabundancia de este. Estos tres años son un viaje apasionante por la cabeza de una autor, por un libro en ejecución, por una vida que se va construyendo ante nuestros ojos en cada entrada. Se puede leer en tándem con la monumental biografía, con el Derrida de Peeters (que aquí publicó hace unos años el Fondo de Cultura Económica) para ver cómo el autor solucionó los problemas que se le presentaron. Pero este diario se puede leer autónomamente y no es imprescindible conocer la obra de Derrida para poder disfrutar de esta aventura.
Tiene también un gran prólogo de Alberto Giordano pero ya hablaremos de él.
“Una de las extrañezas de la investigación biográfica: el privilegio concedido a los testimonios escritos. Para evocar una historia de amor o de amistad uno se ve obligado a apoyarse en la correspondencia, es decir, en los momentos en los que los protagonistas no se veían. Una relación in praesentia -una vida en común- corre el riesgo de parecer menos importante que la correspondencia con un amigo lejano”.
2) Tiempo de más. Alberto Giordano (Iván Rosado)
Este año pandémico parece haber sido el año de Alberto Giordano. El crítico rosarino reeditó El Giro Autobiográfico (Beatriz Viterbo) que contiene sus dos libros sobre el tema de la Literatura del Yo o las autoficciones (o el giro autobiográfico como bien lo llama él) más cuatro artículos no reunidos hasta el momento. Los escritos que desarrollan su gran aporte crítico. También publicó en Chile (con distribución en el país) Volver a Donde Nunca Estuve. Algo sobre mi padre. Un libro que reúne las entradas de sus diarios ,más algunas páginas inéditas, sobre su padre, muerto hace ya más de una década. Los textos están agrupados en capítulos y temáticamente. Brilla, como siempre, el segmento en que aparece Emilia, la hija de Giordano y él se encuentra en el otro extremo de la relación paterno filial. Pero también publicó otro libro, el tercer volumen de sus diarios, Tiempo de Más. Más allá de su labor como docente y como crítico (también tiene un excelente libro sobre diaristas) los diarios de Giordano parecen ser los textos destinados a permanecer. Son adictivos. Surgidos de posteos en Facebook, contienen referencias literarias, grandes citas, lecturas, reflexiones, escenas cómicas, anécdotas familiares, las tareas cotidianas de un profesor, recuerdos. Es una novela apasionante de la vida real, en la que lo fragmentario sólo le da mayor interés. Al que le guste Tiempo de Más (que cubre 2019) lo conmino a que no postergue la felicidad de leer las dos entregas previas (El Tiempo de la Convalecencia y El Tiempo de la Improvisación).
Cuando el autor ya nos tenía ganados, nos enteramos que su primera pasión lectora fueron las novelas de Enid Blyton. Otro motivo para confiar en él. Una virtud adicional de estos diarios que invitan a leer compulsivamente: nos sirven de links a decenas de libros apasionantes que uno desconocía antes de ingresar a estas páginas.
“Aira se lamenta de que casi no se reseñen sus novelas. Para consolarlo, menciono algunas razones que justificarían la falta de recepción: publica con una frecuencia mayor a la acostumbrada (la aparición de otra novela suya nunca significa una novedad); su literatura no es “actual”, en el sentido periodístico o académico del término, y siempre fue difícil de comentar; a casi nadie se le ocurre pensar que un escritor “consagrado” puede necesitar que se le preste atención a su obra. Asiente, molesto, al escuchar cada razón”.
1) Crónicas completas. Hebe Uhart (Adriana Hidalgo)
Un libro monumental, hipnótico, preciso y entrañable. Todos los libros de no ficción de Uhart (las crónicas de viajes y el de los animales) más una veintena de crónicas inéditas. La última, la que póstumamente se publicó en Radar, es paradigmática. Es el recuento de su última internación. La octogenaria, sola y enferma, no pierde sus súper poderes. Ahí está su mirada de rayos X para describir a sus compañeros de sala, su oído absoluto para captar las conversaciones con las enfermeras, la escritura sensible y precisa. Pero lo que más llama la atención es la ausencia de bronca, de reproches, casi como si agradeciera estar en medio de material narrable de tanta riqueza. Un humor jovial, vital. Es un prodigio de observación como el resto de su obra. Visto y Oído el título de uno de los libros que integran este volumen describe con exactitud su contenido. Esta literatura de viaje sutil, sin grandilocuencia, sin la ansiedad del turista está dentro de lo mejor que produjo la literatura argentina en las últimas décadas. El prólogo de Mariana Enríquez (de nuevo en este ránking) es ejemplar.
“Nací en un pueblo: me gustan los pueblos. Me resulta más difícil trabajar en una ciudad grande. Los pueblos chicos son abarcables, me parecen literarios y además van con mi personalidad. Como persona y como escritora, no soy campesina ni citadina ni conurbana: soy suburbana”.
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