La semana pasada el Fondo Nacional de las Artes (FNA) anunció la lista con los nueve ganadores de su Concurso de Letras 2020 de todo el país. El certamen, del área que dirige la escritora Mariana Enriquez, generó polémica cuando las autoridades advirtieron de un cambio en el formato tradicional de cuatro categorías, que por dificultades técnicas surgidas a partir de la pandemia se vería reemplazado por una única convocatoria para obras inéditas de ciencia ficción, fantástico y terror.
El concurso fue un éxito de convocatoria: se presentaron 2288 obras de autores de todo el país y el Premio Nacional de $150 mil -el primer premio- fue para la autora tucumana María Belén Aguirre, quien concursó con el poemario Siamesas. Infobae Cultura publica un adelanto:
Padre esperma: Guíame
por los senderos de la Muerte
Padre esperma: Multiplica
mi escasez.
Padre esperma: Dame
hambre.
Padre esperma: Dame
sed.
Padre esperma: Abandóname
de nuevo.
Déjame atada con cordón
a orillas de mi
Madre.
Y haz que escriba
aunque no tenga nada
que perder.
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¿Puede un objeto
suplir a un sujeto?
¿Ser Tótem
como en aquellas
tribus australianas?
Madre ha puesto sobre una repisa
en dirección a nuestros ojos
el vaso de vidrio
en que Padre bebía
hasta olvidarse
incluso de sí mismo.
Si se cayere
si por desgracia se cayere
huérfanas del todo
seremos.
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Madre extrajo de su bolso
un cuadrado negro
que pesaba
horrores
Nos dijo:
Esto es un adoquín.
Un pedacito de calle.
Sé muy bien
que esa cosa no es otra
que el adoquín de la locura.
La sagrada piedra
Trepanada
sin ninguna razón.
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Madre trajo entre sus manos
un frasco medio lleno
de agua sucia
Nos dijo:
Miren y traten
de no empaparse.
Esta es la lluvia.
Y cuando el frasco rebasa
la tormenta / la inundación.
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Soñé que nos separaban
La esteta justicia de Salomón
en corte simétrico
partiéndonos
en dos.
Hermana
no se resistía.
Estaba como entregada
como anestesiada.
Yo en cambio
me convulsionaba
igual que una posesa
dificultándoles
la tarea.
Me desperté sintiendo
el rancio hedor de un matadero
trepándose
hasta mi hocico
con la insobornable pregnancia
de la carne podrida.
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Escribo con letra chiquita / imperceptible casi
este diario secreto cuya existencia
Madre debe ignorar
Escribo cuando no está
cuando limpia nuestra casa o las otras
(y es mi Lucia Berlin en el vía crucis de un largo día
cuya última estación la arrojará rendida a los brazos de un sueño
en que tal vez escriba un manual para mujeres como ella).
Escribo con el corazón en la boca
por si algún día no vuelve.
Escribo con la mano urgente de un taquígrafo matriculado.
Escribo con el temblor de un delincuente novato
que teme ser descubierto
en la flagrancia misma
del crimen.
Escribo
esta suerte de evangelio apócrifo
o de grimorio negro que oculto
justo debajo
de mí
entre el colchón de lana
y el elástico de hierro.
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