6 curiosidades sobre John Lennon: de su abuelo músico al día que casi muere en la terraza de Abbey Road

A 40 años de su asesinato en Nueva York, un repaso por las anécdotas más desconocidas de su vida a través del recuerdo de quienes convivieron y formaron parte de su historia antes, durante y después de la beatlemanía

Grafitti en honor a John Lennon, un ícono cultural en todas las latitudes (Foto: Shutterstock)

Nacido en 1940 en Liverpool, Inglaterra, John Winston Lennon llevó su segundo nombre en homenaje al Primer Ministro británico Winston Churchill, cuyo esfuerzo contra los nazis conmovía a los ciudadanos que padecían, en aquellos años, los terribles bombardeos alemanes. Ese segundo nombre fue elegido por su madre, Julia, quien luego de haberlo dejado al cuidado de su hermana, la tía Mimi, reapareció en la vida de Lennon justo antes de ser atropellada por un policía borracho que la mató. Desde entonces, las historias no harían más que acumularse. ¿El origen del nombre Los Beatles, en lugar del correcto Los Beetles? Según Lennon, simplemente había tenido un sueño en el que un hombre con una torta en llamas lo miraba y le decía: “Ustedes son Los Beatles, con una e”. No sería la primera ni la última gran revelación en su vida, aunque tal vez la más delicada fue que Los Beatles, como dijo para escándalo de la prensa estadounidense en 1966, eran “más populares que Jesús”. Aún así, eso no impidió que la sonda espacial Voyager estuviera a punto de incluir una de sus canciones (aunque compuesta por George Harrison) para lanzarla al universo, lo cual nunca ocurrió por el absurdo veto de la discográfica EMI.

Las anécdotas y las curiosidades alrededor de la vida de John Lennon son casi infinitas. Durante el famoso concierto de Los Beatles en una terraza de Londres, estaba tan desconectado de la realidad que balbuceó la parte de la letra de Don´t Let me Down que no se acordaba. Y más adelante, al reiniciar una nueva vida con Yoko Ono, inventó a través del documental Imagine lo que hoy conocemos como “reality show”. En tal caso, las que siguen son algunas de las curiosidades que mejor han relatado en biografías, autobiografías, entrevistas y documentales algunas de las personas que mejor lo conocieron: Philip Norman, su biógrafo; Paul McCartney, su amigo; y Geoff Emerick, uno de los ingenieros de sonido de Abbey Road.

1. El primer John Lennon en triunfar como músico nació en 1855, 102 años antes de la creación de Los Beatles

Si la genialidad nace del azar o es producto de un linaje suele ser una de las preguntas clave alrededor de quienes marcaron un antes y un después en la historia. En el caso de John Lennon, sin embargo, el precedente más significativo para los biógrafos es, también, John Lennon. Pero no el mismo Lennon que formó parte de Los Beatles, sino el que recorrió Gran Bretaña mucho antes, como parte de un espectáculo de variedades gracias al que tuvo, también, su propia cuota de triunfo en Nueva York.

Parado, John “Jack” Lennon

Como parte del conjunto musical Andrew Robertson´s Colored Operatic Kentucky Minstrels, John “Jack” Lennon, nacido en 1855 y abuelo paterno del futuro beatle, había dejado en 1880 su trabajo como oficinista en Liverpool para probar suerte como “juglar” en los Estados Unidos. Y la apuesta funcionó. A diferencia de los muchos descendientes de irlandeses que, tras un tiempo en Inglaterra, migraban a los Estados Unidos (donde terminaban como policías u obreros), el grupo de “Jack”, que al estilo de la época ofrecía un popurrí de rutinas cómicas, estribillos sentimentales cantados con banjos y vestuarios payasescos que incluían caras pintadas de negro y desfiles callejeros, tuvo bastante éxito, al punto que en 1897 volvió a Irlanda (donde se origina el apellido Lennon, derivado de O’Lennain u O’Lonain) como parte de una gira.

El abuelo John “Jack” Lennon murió por una enfermedad hepática en 1921, y aunque nunca conoció a su nieto John, sería uno de sus hijos, Alfred, quien le transmitiría al más célebre de los Lennon no solo su nombre sino buena parte de su talento creativo. Al menos, a través de los silenciosos mecanismos de la herencia genética. Mientras tanto, respecto al abrupto desenlace de la carrera artística del primer John Lennon, las versiones son confusas. ¿Problemas matrimoniales? ¿Diferencias salariales? ¿Súbito desinterés? Sus descendientes no están de acuerdo, pero lo cierto es que, por una razón u otra, poco antes de 1900 “Jack” volvió a Liverpool, retomó la vida de oficinista que había pausado veinte años antes y se casó con su segunda mujer, otra hija de irlandeses dos décadas más joven llamada Mary Maguire. Por su parte, Alfred Lennon, el hijo de “Jack” y futuro padre de John, también probó suerte en el mundo del espectáculo, aunque pronto abandonaría esas inquietudes para dedicarse, entre otras cosas, a las adyacencias de la vida marítima en la ciudad que su hijo instalaría para siempre en la historia del siglo XX.

John Lennon y su madre, Julia Lennon, en Rock Ferry, Cheshire, en 1949 (MediaPunch/Shutterstock)

2. Cómo Paul McCartney impidió que desperdiciara su talento en los barcos de Liverpool

Abandonado por su padre y fallecida su madre, la vida de John Lennon, a los 17 años, no parecía prometedora. Aunque su tía Mimi insistía en que estudiara, su paso final por el instituto Quarry Bank terminó con siete asignaturas desaprobadas, lo cual entorpecería cualquier intento de continuar sus estudios, por ejemplo, en el Colegio de Artes de Liverpool, donde Mimi pretendía que su sobrino aprendiera algo en el caso de que sus precoces sueños de fama musical nunca se cumplieran. Por aquel entonces los Quarrymen, la versión germinal de Los Beatles inspirada en el rock y el estilo de Elvis Presley, ya existía, aunque solo se tratara de Lennon junto a algunos de sus compañeros del instituto Quarry Bank.

Fascinado por la música de un modo autodidacta, Lennon no demostraba demasiadas aptitudes para invertir su tiempo en estudiar, por lo que, tras los pasos de su padre y forzado a asegurarse algún trabajo estable, intentó en la marina mercante de Liverpool. ¿Pero qué había de atractivo en la vida marítima para alguien que sólo quería convertirse en una estrella del rock’n roll? El detalle fundamental, señalan los biógrafos, es que todos estos dilemas fueron posibles porque en 1957, un año antes de que Lennon tuviera que decidir su futuro con relativa libertad, el servicio militar obligatorio de dos años, vigente desde 1939 en Gran Bretaña, había sido abolido. Fue así como el futuro beatle llegó a la oficina de empleos para marineros Pier Head con la fantasía de que, al menos, abordo de los barcos lograría ver el mundo.

Los Quarrymen tocando en la fiesta de la Iglesia de San Pedro, donde se conocieron Lennon y McCartney. De izquierda a derecha: Eric Griffiths, Colin Hanton, Rod Davis, John Lennon, Pete Shotton y Len Garry

Pero Lennon no fue a solas a pedir trabajo, sino que lo acompañó uno de los Quarrymen originales, Nigel Walley, cuyo principal motivo para embarcarse a los 17 años en cualquier nave que lo alejara de Liverpool era “la expectativa de sexo sin límites”, como escribe el biógrafo Philip Norman. Esto, sin embargo, no era un problema para Lennon, que ya había perdido la virginidad con su novia Barbara Baker. De hecho, fue con Barbara con quien, también en 1957, Lennon creyó que su método furtivo de coitus interruptus (“bajarse en Edgehill”, se lo llamaba en Liverpool por tratarse de la penúltima parada ferroviaria antes de seguir hacia el norte del país) había fallado cuando ella quedó embarazada. Aquel bebé nació y fue dado en adopción, y aunque el padre no era Lennon (ya que Barbara se acostaba con uno de sus amigos, terriblemente celosa de las fans), la experiencia lo impactó de tal manera que, tras varias escenas violentas y frustrado, le pidió matrimonio.

El matrimonio nunca ocurrió, y la confusión que lo llevó a los puertos de Liverpool concluyó cuando la tía Mimi le negó la autorización requerida para embarcarse. Desde ya, huir sin permiso de una ciudad que recibía cientos de barcos cada mes era posible, pero fue entonces cuando Lennon conoció a otro joven descendiente de irlandeses con talento musical cuyo padre había dirigido una pequeña orquesta amateur de baile: Paul McCartney. “Yo era el rey hasta entonces. Y ahora, pensé, ¿qué pasará si lo acepto? Se me pasó por la cabeza que si lo dejaba unirse a nosotros tendría que mantenerlo a raya. Pero era muy bueno, así que merecía la pena que estuviese”, recordaría Lennon.

De iz. a der.: Colin Hanton, Paul McCartney, Len Garry y John Lennon

3. Una apuesta privada (y bien calculada) por las joyas de la Reina Madre y la Princesa Margarita

En noviembre de 1963, Los Beatles tocaron en el Prince of Wales Theatre de Londres durante el elegante Royal Variety Show, un evento anual que desde 1912 reúne a distintas personalidades del arte y el espectáculo de Gran Bretaña para recaudar dinero para la caridad. Las galas incluyen la presencia de distintas figuras de la realeza inglesa, y en aquella ocasión, entre otras importantes figuras de la aristocracia, estaban en los mejores asientos de la sala nada menos que la Reina Madre y la Princesa Margarita, la madre y la hermana de la Reina Isabel II. Todos conocen la anécdota: antes de terminar el show televisado, John Lennon sonrió, se acercó al micrófono y aprovechando la plena vigencia de la beatlemanía dijo: “Las personas en los asientos más baratos aplaudan, el resto solo sacuda las joyas”. Ni siquiera Marlene Dietrich, que estaba en el lugar, pudo evitar la risa.

La velada fue un éxito y, a pesar de la humorada de Lennon, el grupo fue invitado a tocar todos los años en cada nueva edición del Royal Variety Show. Sin embargo, la única respuesta incondicional de Los Beatles fue negarse. En gran medida, la broma de Lennon había sido un gesto de rebeldía, pero también había significado varios días de ansiedad y nerviosismo para Los Beatles y, sobre todo, para su gran descubridor y representante, Brian Epstein, quien había concentrado sus esfuerzos en suavizar el estilo rústico y provocador de la banda. En cuanto supo lo que Lennon tenía planeado, Epstein se horrorizó y le suplicó que no lo hiciera (precaución que no sirvió de mucho cuando, poco después, Lennon dijo en una entrevista que eran “más populares que Jesús”).

Los Beatles tocan "Twist And Shout" en el Royal Variety Show de 1963

En 1963, entre el rápido ascenso musical, los múltiples compromisos para tocar en vivo y el resto del tiempo en el estudio de Abbey Road, en realidad el Royal Variety Show fue una de las primeras posibilidades para que Los Beatles mostraran que no eran nada más que los “chicos buenos” que sus particulares trajes y canciones de amor mostraban. En Abbey Road, sin ir más lejos, Lennon ya había empezado a resistirse a la rigidez de George Martin, su productor musical, respondiendo en un sobreactuado y bélico alemán Mein Herr cada vez que recibían una orden al grabar sus discos. Y cuando alguien intentaba imponerse sobre la banda o quedaba al alcance una oportunidad cualquiera de transgredir, Lennon era el primero en demostrar su predisposición natural a la rebeldía.

Aquella tarde antes del evento ante la Reina Madre y la Princesa Margarita, cuenta Geoff Emerick, uno de los ingenieros de sonido de Abbey Road, él mismo escuchó cómo Lennon le recitaba a McCartney su frase perfectamente preparada sobre las joyas. “¡No te vas a animar!”, fue la respuesta desafiante de Paul, y entonces no hizo falta nada más para que Lennon tuviera que hacerlo. Después del mítico espectáculo en el London Palladium y una gira por Suecia a cuya vuelta se produjeron las primeras grandes aglomeraciones de fanáticos en el aeropuerto de Heathrow, el Royal Variety Show fue el último trampolín antes de la conquista triunfal de los Estados Unidos. A partir de ese instante, John Lennon se convirtió en una de las cuatro caras más famosas del planeta.

George Harrison, Paul McCartney, Ringo Starr y John Lennon

4. La lisérgica terraza de Abbey Road que casi lo mata en plena grabación del álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band

John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr inmortalizaron la calle Abbey Road, que hasta el día de hoy siguen cruzando todos los días cientos de turistas, y también la más discreta terraza de las oficinas de Apple Corps Ltd. en el número 3 de Savile Row, donde improvisaron su famoso último concierto en vivo. Pero fue en la anónima terraza del estudio de grabación Abbey Road donde en 1966, en plena grabación del álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, Lennon estuvo muy cerca de sufrir un accidente fatal. Aunque la banda todavía obedecía el almirantazgo musical de George Martin desde la sala de control del estudio, Lennon era de los primeros en escabullirse al baño durante las pausas para fumar “en secreto” algo de marihuana o consumir LSD fuera de la vista de la figura siempre paternal de Martin.

Sin duda, a esa altura de sus vidas el consumo de drogas no era ningún misterio, aunque Lennon ya mostraba algunos indicios del descontrol que, según los ingenieros de sonido presentes en aquellas grabaciones, le sirvieron a McCartney para tomar mayor dominio de las decisiones musicales. Fue así que una noche en la que Ringo había faltado a las sesiones de trabajo, Geoff Emerick notó a Lennon extrañamente silencioso. George Martin le preguntó si se sentía mal por algo que había comido, y todos se rieron. “No puedo concentrarme”, dijo Lennon. “Bueno, ¿no te gustaría tomar un poco de aire?”, le preguntó Martin sin sospechar nada. Lennon aceptó e inició un lento y confundido camino hacia la terraza de Abbey Road junto al productor musical. Según Emerick, no era extraño que Lennon estuviera en el estudio drogado, pero nunca al punto de no poder funcionar.

Los Beatles actúan en el techo de sus oficinas, en Londres, Gran Bretaña, el 30 de enero de 1969 (Apple Corps/Reuters)

Mientras tanto, Harrison y McCartney improvisaban algunas voces en los micrófonos, esperando que la situación se resolviera. Fue por culpa del mal funcionamiento de uno de esos micrófonos que todos se distrajeron durante unos cuantos minutos, tratando de resolver una molesta distorsión. Para hacerlo, otro de los ingenieros empezó a reemplazar un cable, y entonces reapareció en la sala de control George Martin, solo. “¿Dónde está John?”, preguntó Paul. Martin, desde el intercomunicador, respondió: “Lo dejé en la terraza, mirando las estrellas”. Al cabo de unos segundos, McCartney y Harrison se dieron cuenta de lo que había pasado: Lennon estaba completamente drogado y Martin lo había dejado a solas en la terraza del edificio. “Como si fueran actores de una vieja película muda”, recuerda Emerick, “los dos beatles reaccionaron a la vez y se lanzaron juntos escalera arriba, a toda velocidad, en una carrera frenética para recuperar a su compañero. Sabían demasiado bien que la terraza tenía una baranda baja y que, en su estado lisérgicamente alterado, John podía perder el equilibrio y caer diez metros al asfalto”. Tras unos tensos minutos, todos reaparecieron en la sala de control junto a Lennon, todavía entero. Nadie castigó a George Martin por su ingenuidad, pero sí enviaron a Lennon a su casa de inmediato y la sesión terminó poco después.

5. Let it be, un álbum atrapado durante 33 años en el conflictivo “divorcio artístico” de Lennon y McCartney

Lanzado al mercado en 1970, Let it be se convirtió en el último álbum de estudio de Los Beatles, aunque había sido grabado antes de Abbey Road, el “disco despedida” de la banda, editado en 1969. Pero más allá de su calidad musical, Let it be fue, además, el primer gran rehén de la dura rivalidad entre Lennon y McCartney, dos creadores que, si hasta entonces habían acoplado sus talentos para cambiar la historia de la música juntos, a partir de la disolución de Los Beatles transformaron sus egos en instrumentos para una guerra de ataques cruzados.

The Beatles en las sesiones de grabación del disco "Let It Be" en los Apple Studios en Londres (Apple Corps/REUTERS)

El gran asunto en juego era la responsabilidad por la separación: ¿quién era el culpable del final de la banda más grande de la historia? Mientras la discusión intentaba resolverse puertas para adentro, la edición final y el lanzamiento comercial de Let it be quedó atrapado durante más de un año entre las maniobras de Lennon y McCartney para reconfigurar sus vidas después del “divorcio”. Según los biógrafos, en 1969 Lennon les había anunciado a sus compañeros, de manera confidencial, que abandonaría el grupo. En respuesta, McCartney empezó a planificar su primer disco solista, McCartney, convencido de que la decisión de su amigo no era definitiva. Pero entonces Lennon contactó al productor musical Phil Spector para que “puliera” algunos de los temas de Let it be contra la expresa voluntad de McCartney, que esperaba que el estilo rústico de su sonido reparara las heridas de todos al sonar como cuando su carrera recién comenzaba.

“Hace unas semanas me enviaron una versión remezclada de mi canción The Long and Winding Road, con el agregado de arpas, instrumentos de viento, orquesta y un coro de mujeres. Nadie me preguntó qué me parecía. Yo no podía creerlo. Jamás pondría voces femeninas en un disco de Los Beatles”, dijo Paul en abril de 1970, cuando el verdadero disco final de la banda seguía cautivo por sus propios padres. Finalmente, Let it be vio la luz casi al mismo tiempo que el álbum solista de Paul por lo que, a primera vista, resultó ser Paul el “culpable” de la ruptura definitiva. Aquella parte de la historia derivó en diversos malestares entre Harrison, McCartney, Starr y McCartney, quienes, además, tuvieron que ocuparse de deshacer en malos términos su compañía, Apple Records.

Pero hay otra parte de la historia que, en principio, solo resultó audible para los críticos musicales más atentos: la rivalidad entre McCartney y Lennon se había filtrado en forma de sonido en el álbum de la discordia. Un ejemplo es la extraña frase de Lennon al comienzo del tema Two of Us, una canción de McCartney dedicada a su esposa Linda: “Primera fase, en la que Doris recibe elogios”, dice Lennon en alusión al permanente deseo de ternura de Paul. De igual manera, la frase “y ahora nos gustaría tocar “Ark, The Angels Come” (una canción navideña inglesa), que cierra la canción de Lennon Dig It, suena como otro preámbulo burlón ante la inmediata pomposidad de la canción Let it be, de McCartney. Tal vez la única prueba fehaciente de que esta batalla fue real es que 33 años más tarde, McCartney se ocupó de que Let it be se reeditara según su voluntad inicial, es decir, sin las modificaciones de Spector ni la posibilidad de que Lennon pudiera burlarse de nada, bajo el título Let it be… naked.

6. Mark Chapman: el fanático, el imitador y el asesino que frustró para siempre el gran retorno a la industria musical

El asesino de John Lennon no terminó con la vida de un genio en la cima de su carrera; por el contrario, aquel 8 de diciembre de 1980, en la puerta del Dakota Building, lo que hizo al dispararle a Lennon fue frustrar para siempre lo que estaba por convertirse en el gran retorno del líder natural de Los Beatles a la industria del espectáculo. Tras al menos dos años de problemas con las drogas, con Yoko Ono, con el gobierno de los Estados Unidos (que lo espiaba por su activismo en favor de la paz), con su familia en Liverpool (donde había dejado a su primera esposa junto a su primer hijo) y con su propio legado como ícono cultural de los revulsivos años sesenta, Lennon había hecho las paces consigo mismo y había vuelto a las salas de grabación para el álbum Double Fantasy.

Un día antes de su muerte le había dicho a uno de sus colaboradores que estaba sobrio y feliz, y que al fin había descubierto que “podía estar con su familia y lanzar un mensaje con el que la gente pudiera identificarse”. Al mismo tiempo, Mark David Chapman, un gordito poco agraciado de 25 años, empezaba a merodear la entrada del Dakota, donde era habitual que Lennon hiciera una pausa rápida para firmar autógrafos.

Mark David Chapman (REUTERS/Chip East)

Chapman había nacido en Texas y durante toda su vida había sido víctima de su propia estupidez y horripilancia, por lo que desde muy joven se había disociado de su vida real con fantasías ridículas de poder, por ejemplo, coleccionando y manipulando muñequitos al estilo Playmobil. De adolescente había experimentado con LSD y después se había convertido en un cristiano devoto. Los Beatles, por otro lado, siempre habían sido su mayor consuelo ante la ausencia de alegría. Tras emigrar a Honolulú, en Hawái, empezó a tener problemas psiquiátricos e incluso intentó suicidarse. Igual que Lennon, en 1979 se casó con una japonesa de nacionalidad norteamericana varios años mayor que él. Según los peritos psiquiátricos que lo interrogaron después del asesinato, la ira contra Lennon surgió cuando Chapman dedujo que, si el músico volvía de su retiro, era porque se había vendido al sistema. En consecuencia, lo había traicionado a él personalmente.

El 7 de diciembre, Chapman apareció en la puerta del Dakota y le sacó algunas fotos a Lennon, quien se irritó de manera atípica. Y el 8 de diciembre, después de desayunar y cortarse el pelo para una sesión de fotos con Annie Leibovitz, Lennon volvió al Dakota, donde lo esperaba otra vez Chapman, quien le pidió que le firmara su disco Double Fantasy. Lennon lo hizo y continuó con su día: volvió al estudio para trabajar en la canción Walking on Thin Ice hasta tarde. Esa noche, cuando Yoko le propuso ir a cenar, Lennon insistió en pasar antes por el Dakota para darle las buenas noches a su hijo Sean. Ahí lo esperaba de nuevo Chapman, con un revólver. Lennon fue declarado muerto a las 23.07 en el hospital Roosevelt de Nueva York, aunque Jay Hastings, el joven portero del Dakota, supo desde el momento en que cayó al piso ensangrentado que la historia se había terminado. Chapman se quedó ahí, leyendo El guardián en el centeno, al que le había añadido la frase: “Esta es mi declaración”. Hasta el día de hoy sigue encerrado en la cárcel Attica, donde cada año le niegan la libertad condicional. Es, además, uno de los presos que más amenazas de muerte recibe por correo.

Recuerdos que se encuentran en un círculo con la palabra Imagine para honrar al fallecido John Lennon en Strawberry Fields de Central Park en Nueva York (REUTERS / Keith Bedford)

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