Hace 25 años, una nueva generación de cineastas estaba en ciernes. Había sido modificada la ley de cine, crecían las escuelas de formación, el proceso de filmación se simplificaba y, además, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) buscaba impulsar a jóvenes directores y directoras para aumentar la producción nacional, que en ese entonces apenas superaba las diez películas anuales. Fue en ese contexto que nació Historias Breves, un concurso de cortos del que surgieron nombres claves del cine argentino, como Lucrecia Martel, Bruno Stagnaro, Israel Adrián Caetano, Santiago Loza, Andrés Muschietti y la recientemente nominada a representar a Argentina en el Oscar, Paula Hernández.
El director y productor Bebe Kamín fue uno de sus impulsores. “Hacer un largometraje era casi imposible en los noventa y muy pocos accedían -explica a Infobae Cultura-. Había que revelar los negativos y los costos eran altos. Este concurso permitía el alcance de los medios materiales para filmar y no tener que enfocarse en el cómo hacerlo, sino en solamente dirigir”.
En un principio, la idea era que el INCAA financiara una ópera prima. “Pero se me ocurrió que, en vez de hacer un largometraje, se hicieran diez cortos con la calidad, la técnica, el equipamiento y el personal de un largo para multiplicar a los cineastas, equipos técnicos y actores”, señala Kamín.
De esa primera convocatoria, que ofrecía 40 mil dólares por cada corto como premio, participaron Jorge Gaggero, Daniel Burman, Sandra Gugliotta, Ulises Rosell, Andrés Tambornino, Pablo Ramos y Tristán Gicovate, además de Martel, Stagnaro y Caetano.
“Fue sorpresivo ganarlo y tener la oportunidad de filmar en 35 mm con los recursos materiales de una producción de ese momento, en lo que hoy sería una superproducción”, afirma Gugliotta. “Pudimos filmar, pagarles a los actores y hacer una producción profesional. Nos marcó a toda una generación que quería hacer cine y antes no podía”, coincide Gaggero.
Los cortos resultantes fueron proyectados durante una semana y tuvieron muy buena recepción por parte del público y de la crítica, aunque ninguna sala quería estrenarlos por sí solos. Los ganadores decidieron entonces pedir a las autoridades del INCAA que fueran presentados juntos como una sola película. Se hizo un afiche común y se ofreció a la extinta sala Maxi, sobre la calle Cerrito. El resultado fue abrumador: más de 18 mil personas fueron a ver la muestra, que se mantuvo en cartelera durante un mes. Fue una de las producciones más exitosas de todo el año y marcó una impronta y un prestigio que se sostiene hasta las ediciones actuales.
“Después de eso, hubo una explosión de proyectos en el segundo llamado del concurso. Había cientos de potenciales realizadores que estaban generando este movimiento. Había egresados de las escuelas de cine, jóvenes que venían filmando muy precariamente y otros referentes como Martín Rejman”, recuerda Kamín.
Bruno Stagnaro, participante de la primera edición y director de las series Okupas y Un gallo para Esculapio, agrega que Historias Breves fue el primer indicio de la ruptura que se estaba gestando en el cine nacional: “Era un quiebre que se venía dando en nuestra generación a partir de la proliferación de las escuelas de cine y de la democratización que generó el abaratamiento de los costos con el video. Había una masa crítica de jóvenes que habían podido experimentar desde más chicos e Historias Breves se transformó en el primer hito donde esta generación formada de esta manera y con estos recursos mostró su trabajo”.
De esta forma, la convocatoria se convirtió en una expresión del llamado nuevo cine argentino, un movimiento con una narrativa más conectada con la realidad social del país. Por ejemplo, en Ojos de fuego, el corto ganador de Gaggero, el protagonista es un menor de edad que vive en un barrio popular y es detenido por la policía durante un saqueo; mientras que en Rey muerto, de Martel, la historia transcurre en las afueras de Salta y presenta a una mujer que escapa con sus hijos de la violencia de su marido. También fue en el marco de este concurso que Stagnaro y Caetano se conocieron y luego emprendieron el guion y la dirección de Pizza, birra, faso, una de las obras maestras del cine de los años noventa.
Primeros pasos para más de 120 directoras y directores
En la primera edición, Daniel Burman -director de El abrazo partido- presentó su corto Niños envueltos, sobre dos personas que se conocen por una confusión en las entregas de un delivery. Caetano también fue uno de los ganadores de esa entrega con Cuesta abajo, en el que un camionero se pierde en una ruta mientras se traslada en el tiempo.
Sandra Gugliotta, cuya película más reciente Retiros (in)voluntarios formó parte de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata, participó con Noches áticas, sobre una tarotista que trabaja en una línea erótica telefónica. El corto de Stagnaro se llama Guarisove, los olvidados y trata sobre unos soldados que fueron a Malvinas y quedaron perdidos un mes después de que terminara la guerra. En tanto, Pablo Ramos exhibió La ausencia, sobre un anciano que observa a la gente bajo su balcón, y Paula Hernández -directora de Los sonámbulos, la película argentina elegida para competir por el Oscar- realizó Kilómetro 22.
La segunda entrega de Historias Breves contó con la participación de Hernán Belón y su corto Aluap sobre el cumpleaños de una niña durante el golpe cívico-militar de 1976, y de Liliana Romero con el trabajo de animación Tanto te gusta ese hombre, basado en La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca.
Andrés Muschietti, director de la remake de IT, y Santiago Loza, de Breve historia del planeta verde y Los labios, integraron la edición de 1999 con Nostalgia en la mesa 8 y Lara y los trenes, respectivamente, al igual que el documentalista Marcelo Schapces con ¿Dónde estaba Dios cuando te fuiste?
Entre 1999 y 2004, el concurso tuvo sus vaivenes debido a la coyuntura política del país, pero desde 2009 se realiza de manera ininterrumpida. En 2010, el corto Rosa, de Mónica Lairana, compitió en el Festival de Cannes, mientras que Benjamín Naishtat, director de Historia del Miedo, participó un año antes con El séptimo día.
Martina Matzkin integró la última edición con su corto El nombre del hijo, sobre la relación de un chico trans de 13 años con su papá. El trabajo ganó dos premios en la sección oficial Generation de la Berlinale. “Este concurso permite experimentar un modo de producción difícil de transitar desde lo independiente. Da una libertad extra tener un presupuesto con el cual poder pagar a actores y equipo técnico, algo no tan común en un cortometraje, o para usar lentes y cámaras que no serían accesibles sin un apoyo económico”, dice a Infobae Cultura.
Al día de hoy y un cuarto de siglo más tarde, Historias Breves continúa siendo el semillero de directores y directoras argentinas a los que vale la pena prestar atención. Todos los cortos que integran las dieciocho entregas que se realizaron a lo largo de estos 25 años pueden verse de forma gratuita en la plataforma Cine.ar.
Por otro lado, a modo de celebración, la 35º edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata presentó tres conversatorios con los y las participantes de las primeras ediciones del concurso. Como en esta ocasión el encuentro cinéfilo se trasladó a la virtualidad, las charlas continuarán estando disponibles en su canal de YouTube una vez finalizado el festival.
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