Lucas Gallo tenía dos años cuando comenzó la guerra de Malvinas. Cuando se le pregunta por qué decidió hacer un trabajo sobre las islas, evita tomar posición. En su documental 1982, lo que quiso fue mostrar la cobertura del conflicto tal cual la mostraba la televisión de esa época. Cruda, desgarradora y, sobre todo, una farsa. “Quería que se viera cómo se informó en ese momento, qué se decía, para que se entendiera por qué los argentinos pensaban que estábamos ganando la guerra cuando no era así”, dice a Infobae Cultura.
Durante seis años años, Gallo revisó cintas de ATC, seleccionó, compaginó y apretó play. El resultado es un trabajo lineal, sin voz en off que sobrexplique, sin entrevistas que guíen y que, sin embargo, construye un mensaje certero sobre el uso que hizo la dictadura cívico-militar de los medios de comunicación. Iniciada el 2 de abril de 1982, la guerra de Malvinas terminó el 14 de junio del mismo año con un saldo de 650 combatientes argentinos y 255 soldados ingleses muertos.
Durante la hora y media que dura el documental, aparecen en pantalla discursos del dictador Leopoldo Fortunato Galtieri y fragmentos del noticiero 60 minutos conducido por María Larreta y José Gómez Fuentes y del programa 24 horas por Malvinas con Pinky y Cacho Fontana. También se incluyen intervenciones de figuras como Jorge Porcel y Mirtha Legrand cuando se ofrece ella misma a viajar a Malvinas para acompañar a los combatientes.
Seleccionado como parte de la competencia argentina, 1982 engrosa el catálogo del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, que en esta 35º edición es gratuito, online y accesible para todo el país. La película se estrenó el jueves 26 de noviembre y estará en línea por 72 horas, es decir, hasta la medianoche del sábado.
-¿Cuál fue el disparador para hacer 1982?
-Suelo mirar muchos archivos históricos en YouTube, como discursos o lo que el poder comunica. De esa forma, llegué al acto completo del 2 de abril de 1982 de Galtieri. Ya había visto cuando dice el “si quieren venir, que vengan”, pero en la transmisión entera había una voz en off de una periodista de la época que, cuando la escuché, pensé que eso era lo que me interesaba, más que el discurso. El proyecto surge a partir de eso. Lo empecé hace siete años, cuando ya se hablaba de la grieta y de los relatos. Me fui varios años para atrás para entender cómo se construían los relatos, con esta cosa de que la historia la cuentan los que ganan. Traté de seguir la línea editorial oficial en la que se decía que se iba ganando, cuando en realidad se pierde y la historia que al final se cuenta es otra.
-Decidiste enfocarte en los medios de comunicación, puntualmente el medio público oficial, y no en el conflicto ¿por qué?
-No me interesaba porque ya se han hecho muchos documentales y hay tantas miradas del conflicto como personas. Me interesaron más los medios como reacción a lo que se vivía en ese momento, y no hay otra regla para el hoy que saber lo que pasó ayer. También quería ver cómo se generan los símbolos, los mitos fundacionales, más allá del conflicto en sí, y en cómo el poder utiliza eso. A mí me gusta ver películas con las que después pueda seguir pensando e investigando, y en el documental trato de abrir preguntas, no de dar respuestas. Y pensar en el pasado, presente y futuro, porque todo se va resignificando todo el tiempo. Justo en el documental, por ejemplo, ya se menciona a Maradona como un ídolo, y ahora con su muerte eso también se resignifica.
-¿Por qué elegiste solo pasar imágenes y no incluir, por ejemplo, una voz en off que guiara el documental?
-Quería que se viera cómo se informó en ese momento, qué se decía, para que se entendiera por qué los argentinos pensaban que estábamos ganando la guerra cuando no era así. Porque no es que eran tontos o no entendían. Creían eso porque eso era lo que les mostraban. Entonces quise que se vieran las noticias tal como se las daban. Poner una voz en off lo convertía más en un documental informativo y también te trae al presente. Yo no quería hablar desde el presente, sino que se viera el pasado, que te sientes frente a la televisión de 1982 y hagas un viaje en el tiempo.
-¿Cómo te preparaste para encarar este trabajo?, ¿recurriste a fuentes como periodistas, historiadores o veteranos?
-No, hice la búsqueda de archivo y me fui documentando a medida que iba viendo el mismo material. Recopilé la mayor cantidad de material posible, y después fui sacando, poniendo. Al trabajar con archivo, fui escribiendo el guion mientras se iba viendo y editando. Trabajé muchos años con el material en baja calidad y después lo compré en alta a la televisión pública.
-¿Cuánto tiempo te llevó revisar todo el material de archivo?
-Fueron seis años de trabajo en total. Me puse como regla trabajar solamente con material oficial argentino, realizado durante el conflicto, ni un día antes ni uno después. Vi muchas horas de cada día de los 74 que duró el conflicto, y fui cronológico en la edición. La película está dividida en meses, que me sirvió para separarlo como en actos. Después edité las escenas por dentro. Fue un trabajo muy grande evitar que se viera mi mano en la película. Si bien estoy, traté de que no se me viera.
-¿Hay una reivindicación de Malvinas?
-No, prefiero no meterme en ese debate.
-¿Cambió tu mirada sobre el conflicto a medida que realizabas el documental?
-No, pero sí me sorprendió la sociedad argentina de 1982 -yo en ese momento tenía dos años- desde el vestuario hasta cómo hablaba la gente, ver quiénes aparecían en los medios de comunicación o el lugar del hombre y el de la mujer en la televisión. Es interesante ver cómo se construían las noticias y la realidad, o la unidad por defender la soberanía de la islas a partir de símbolos como las banderas cuando después en la realidad estamos desunidos. Esto era una dictadura de derecha, pero se hablaba de la unidad latinoamericana o del anticolonialismo.
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