Son cinco horas menos en San Francisco y mientras aquí el día comienza a apagarse, en la casa de Susan Orlean el sol explota contra los ventanales: son unos ventanales enormes que van de piso a techo y que dan hacia una hermosa vista poblada de árboles. La pantalla del Zoom, la herramienta con la que se hace la entrevista, se vuelve luminosa y verde, solo interrumpida por un cartel que dice “To do” y tiene dos anotaciones. Por más que uno haga el esfuerzo y se muera de curiosidad, no se llegan a leer cuáles son esas dos tareas.
Orlean es una reconocida escritora y periodista que ganó notoriedad con el libro Ladrón de orquídeas y la posterior adaptación cinematográfica dirigida por Spike Jonze —Meryl Streep actúa de ella—, aunque, en rigor, la película no es tanto sobre el libro sino sobre las dificultades del guionista para adaptar el libro. Orlean, que será la encargada de inaugurar este viernes la cuarta edición del Festival Basado en Hechos Reales, ha publicado, además de Ladrón de orquídeas, Sábado noche, Rin tin tin: la vida y la leyenda y el reciente La biblioteca en llamas, entre otros títulos.
Desde hace casi cuarenta años escribe regularmente en The New Yorker. De hecho, hace pocos meses, en medio del pico más grave de la pandemia de coronavirus, publicó allí un artículo sobre un virus mortal, pero que, en lugar de afectar a los murciélagos, se contagiaba entre conejos.
“Me gusta buscar historias que tengan una conexión con el momento actual, pero desde una dirección diferente”, dice ahora en diálogo con Infobae. “Busco el sentido que se esconde detrás de la gran historia dramática obvia. Pero esta vez se dio de casualidad: mi hijastro tiene un conejo de mascota y me contó que el veterinario había cerrado su clínica por un brote de este virus. Eso fue en el peor momento del Covid en Nueva York —él vive allá—; me pareció una ironía extraña. Por supuesto, es algo triste que se mueran los conejos, pero era interesante ver los paralelos entre aquel brote y el Covid. Descubrí que esa enfermedad espeluznante tiene una propagación similar y, así como el Gobierno negaba que el Covid fuera un gran problema, también negaba que hubiera un gran problema para los conejos. Es interesante la resistencia gubernamental a reconocer los problemas”.
—¿De qué forma vida de las plantas y los animales pueden explicar la naturaleza humana?
—Pienso mucho en eso porque escribo mucho sobre animales y los animales son seres extraños. Es fascinante imaginarse cómo sería ser un perro, un caballo o un conejo. Vivimos con estos seres que son como marcianos. Es curioso porque estamos tan acostumbrados a ellos y, sin embargo, tenemos formas muy rudimentarias de comunicarnos con ellos. Como escritora, siempre es agradable ver la naturaleza humana refractada en la lente de otra cosa: ya sea a través de la obsesión por coleccionar orquídeas, la pasión por los libros o la interacción con los animales. La naturaleza humana se revela de una manera más pura que cuando ves a las personas interactuando entre sí.
Siempre es agradable ver la naturaleza humana refractada en la lente de otra cosa: la obsesión por coleccionar orquídeas, la pasión por los libros o la interacción con los animales. Se revela de una manera más pura que cuando ves a las personas interactuando entre sí
—Mi pregunta venía justamente por eso: teniendo en cuenta la variedad de temas con los que trabaja, parecería que el punto en común de sus textos es el abordaje de la naturaleza humana.
—Absolutamente. Si alguien me preguntara sobre qué escribo tendría problemas para acotarlo, pero justamente las historias que me interesan tratan de responder a la pregunta de por qué hacemos lo que hacemos, por qué tomamos las de las decisiones que tomamos.
El Paraíso bajo la especie de una biblioteca
La biblioteca en llamas es un libro que trabaja sobre el incendio que sufrió la Biblioteca Pública de Los Angeles en 1986. La crónica de Orlean es fascinante y pone a la biblioteca como un lugar primordial en la vida de la comunidad. El libro es una larguísima investigación que aborda toda la compleja maquinaria que significa una biblioteca pública y que no termina en el límite de lo intelectual sino que se convierte, por ejemplo, en un espacio que da albergue a mendigos e indigentes. De todas las historias que Orlean cuenta hay dos o tres figuras que se destacan sobre el resto: el antiguo director de la Biblioteca, el chico con autismo que catalogaba mapas con una capacidad asombrosa y el acusado del incendio, un tal Harry Peak que daba diferentes versiones cada vez más retorcidas y absurdas.
Si bien fue una tragedia de gran magnitud y de graves consecuencias —el incendio duró siete horas y se quemaron alrededor de un millón de libros—, el hecho quedó eclipsado por otro que se daba al otro lado del mundo: ese mismo día volaba el cuarto reactor de la central atómica de Chernóbil y el planeta quedaba al borde de la extinción. “El accidente nuclear de Chernóbil”, escribe Orlean en La biblioteca en llamas, “copó las páginas de todos los periódicos del mundo a excepción del Pravda, que trató la cuestión muy sucintamente y que, sin embargo, se las apañó para llevar a cabo una amplia cobertura del incendio en la Biblioteca Central”.
—Antes le preguntaba por cómo sus textos abordaban la naturaleza humana. Pero también hay otro punto de contacto, que es la cuestión de la fragilidad del hombre. Incluso cuando escribe sobre el perro Rin Tin Tin aparece esa sensación.
—Es verdad. Creo que tengo un gran sentimiento de melancolía. La sensación de que las cosas pueden y van a desaparecer. Que la gente se va a morir, que las cosas van a cambiar, que nada es permanente. Esa es la tristeza suprema de la experiencia humana: el movimiento inevitable hacia la pérdida. Me gusta escribir: es atractivo, es divertido, siembra el buen humor. Pero a menudo soy consciente de que la tragedia es parte de estar vivo. Las cosas maravillosas pueden desmoronarse. Lo que amas puede desaparecer. Esa es nuestra forma de vivir. No soy una persona triste, pero soy muy sensible ante la advertencia de la vulnerabilidad. Y del paso del tiempo. Ninguno de nosotros puede hacer nada al respecto. Eso es lo único que nunca vamos a controla, nunca vamos a vencer.
Hay gente preocupada por el futuro del libro debido a la inmediatez de los e-books, pero, para mí, los hace volver a una forma de comunicación directa
—En relación a La biblioteca en llamas, ¿por qué el libro tiene un valor más alto que otros productos culturales como los discos o las películas?
—En principio, los libros han existido durante mucho más tiempo. Además de hablar, es la forma de comunicación más antigua. Son cientos y cientos de años conectados a través de los libros. Y, luego, con respecto a cuestiones como la tecnología, los libros son muy sencillos: yo puedo sentarme aquí, escribir un libro y dártelo. Los discos y las películas no son tan directos. Involucran muchas capas de intervención. Por supuesto que la música y las películas tienen un impacto enorme, pero creo que los libros tienen ese tipo de simplicidad que se siente como un mensaje directo hacia el pensamiento y el conocimiento.
—Pero ahora tenemos el teléfono inteligente y en el mismo dispositivo se pueden leer libros, escuchar canciones y ver películas. ¿Cambia el libro a partir del cambio de la tecnología?
—Sí, y, en cierto modo, que puedas conseguir libros en un segundo los hace sentir muy inmediatos en el buen sentido. >. Si quiero leer tu libro no tengo que ir a una librería y comprarlo y llevarlo a casa y sentarme y leerlo. Puedo comprarlo mientras espero el colectivo. ¿Se echa de menos el libro físico? Sí, pero de lo que trata un libro es de su contenido. Quiero decir: me encanta la sensación de un libro nuevo, pero de lo que realmente se trata es de lo que está adentro. Si puedo conseguirlo mientras espero a que el semáforo se ponga verde, siento que el libro está realmente vivo.
—Hay una frase muy hermosa en La biblioteca en llamas: “Todas las cosas que van mal en el mundo parecen verse derrotadas por la sencilla promesa innombrada de las bibliotecas”. ¿Podría ahondar en esta idea?
—Pasé mucho tiempo en la biblioteca y realmente me afectó la belleza de ese lugar. Las bibliotecas son instituciones increíbles. No hay nadie a quien no le gusten las bibliotecas. Escribir es un acto muy lindo, es la manera de decirle al otro que me importa comunicarme con él. Y la biblioteca pone todos esos libros a disposición de forma gratuita. Es sorprendente. La biblioteca es un lugar lleno de generosidad, donde sucede lo mejor de la naturaleza humana. Hubo momentos en que estaba en la biblioteca y sentía que me iba a poner a llorar. Había gente leyendo o haciendo investigaciones o estaban con sus hijos, y todo esto sucedía pacíficamente, sin intercambio de dinero y los bibliotecarios ayudaban porque les encanta su trabajo. Me hace creer que hay esperanza para la humanidad.
Este querido mundo que se deforma y que se apaga
—Cuando publicó La biblioteca en llamas dijo que una biblioteca representa todo aquello que Trump odia. En estas elecciones Trump obtuvo casi el 50% de los votos: ¿qué dice esto sobre la identidad de los estadounidenses?
—Es una gran pregunta y debo admitir que pasé mucho tiempo pensando en ello. En este momento, las personas que votaron por Trump y quienes se opusieron a él sienten que no tienen ningún terreno común. Es un momento muy polarizante. Y aunque Biden ganó por cinco millones y medio de votos, hay mucha gente —incluyéndome— que se asombró de que no haya sido por 50 millones de votos. La idea de que mucha gente haya aprobado su presidencia… Es muy diferente a cuando se postuló en 2016 y nadie sabía qué haría. Entonces no se lo estaba tratando como político; no se sabía cómo sería. Teníamos la esperanza de que, como hacen muchas personas al acceder a un cargo, cambiara su forma. Pero creo que somos muchos los que pensamos que resultó peor de lo que esperábamos. En esta elección se sabía exactamente quién era y qué valores defendía. Como nación, no podemos permitirnos el lujo de mirar a las personas que votaron por Trump y decir “Vamos a hacer caso omiso de esto”. Es un momento realmente desafiante.
—En 2016, tuve la oportunidad de entrevistar a John Irving, que me dijo que los Estados Unidos nunca fueron unidos.
—Estados Unidos es un experimento poco común en la historia de la humanidad. La democracia con grupos de personas tan diversos como los que hay en Estados Unidos es un experimento inusual. La democracia solo funciona si la gente está dispuesta a sacrificarse y a votar en favor del interés de la comunidad por sobre su propio beneficio. Creo que la cultura estadounidense ha tratado de equilibrar el sentido de individualidad y autodeterminación con el valor de la comunidad. Eso es algo que debe pensar la sociedad. Tomemos el caso de los barbijos, que es uno de los ejemplos más obvios: los que dicen que tiene derecho a no usarlo deben saber que podrían estar infectando a otras personas y, por lo tanto, en este caso, su derecho individual es menos importante que el derecho comunitario.
El comportamiento de Trump da miedo. Espero que haya suficientes personas que le digan que lo que está haciendo es ridículo, que perdió
—¿Es por esta diferenciación entre lo individual y lo público que pueden atravesar una crisis gubernamental sin que necesariamente se traduzca a una crisis económica?
—De hecho, el mercado de valores está subiendo, lo que es fascinante. Creo que eso se da porque tenemos una larga historia de estabilidad. Nunca, desde la guerra civil, hemos tenido una crisis que desestabilice al país. Pero ahora, el comportamiento de Trump da miedo. Espero que haya suficientes personas que le digan que lo que está haciendo es ridículo, que perdió. Y que el 20 de enero se inaugure un nuevo período presidencial con Joe Biden. De lo contrario, sería el evento más catastrófico en la historia de este país. Sería un golpe de Estado. La gente debe comprender que es aterrador que la vanidad de un hombre pueda desestabilizar al país.
—Este año se le entregó el premio Nobel a Louise Glück. Aquí hemos debatido sobre la hipótesis de que fuera un mensaje a Trump: Glück es mujer, recibió la medalla al mérito en manos de Obama, es una figura austera. ¿Sería como un mensaje: “Esta es la clase de estadounidense que queremos”?
—Me gustaría interpretarlo de esa manera, pero no creo que Trump sea lo suficientemente sensible como para interpretar un mensaje tan sutil. Ni en un millón de años sabría quién es Louise Glück. Yo fui jurado en el National Book Awards y en otros premios, y uno no está en el vacío. Definitivamente se toman decisiones sabiendo que tienen otras implicancias más allá de la elección. Hay un significado. Si ese fue el mensaje que envió el Nobel, desafortunadamente, la persona que debería recibirlo no está lo suficientemente en sintonía como para darse cuenta. Lo que dice mucho de él. Por otro lado, durante mucho tiempo Trump ha estado haciendo lobby para recibir él mismo el Premio Nobel. Su vanidad es tan extraordinaria que tiene un ego que está fuera del mundo. Creo que si le dices “Eres la peor persona del mundo”, simplemente diría “Fake news!”.
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Susan Orlean en el festival Basado en Hechos Reales
El viernes 27 a las 20.30 participa en la inauguración: La ladrona de historias
El periodista del New Yorker, D. T. Max, participante de la primera edición de Basado en Hechos Reales, entrevista a Susan Orlean, autora de El ladrón de orquídeas y La biblioteca en llamas, entre otras obras que la han convertido en una de las referentes más importantes de la no ficción estadounidense.
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