Fernanda Laguna: “Mis primeras poesías eran descripciones de cuadros imposibles de pintar”

La artista, escritora y gestora cultural argentina reflexiona sobre la retrospectiva que se presenta en el Instituto de Arte Contemporáneo de la Universidad Commonwealth. EE.UU. Además, la relación entre su trabajo plástico y literario, el activismo y sus proyectos

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Fernanda Laguna (Télam)
Fernanda Laguna (Télam)

La artista visual, poeta, gestora cultural y escritora Fernanda Laguna, emergente de la escena artística de los 90 y creadora del espacio “Belleza y Felicidad”, acaba de inaugurar en el Instituto de Arte Contemporáneo de la Universidad Commonwealth de Virginia (Estados Unidos) una retrospectiva individual que da cuenta de la variedad de estilos en los que trabaja: “Le doy paso a otros yo que habitan en lugares extraños de mi mente”, dice.

Laguna (Hurlingham, 1972) es considerada una de las artistas icónicas de su generación por su práctica multifacética. Formada en la Escuela Prilidiano Pueyrredón, se desenvuelve en las artes plásticas, la poesía, y la literatura. Es gestora cultural y promotora de espacios alternativos, docente y como activista es parte del colectivo de Ni Una Menos.

Por estos días, el Instituto de Arte Contemporáneo (ICA) de la Universidad de Commonwealth de Virginia (Estados Unidos) acaba de inaugurar una muestra de más de 50 obras de sus últimos diez años titulada As everybody (Como todo el mundo), donde se presenta además en versión inglesa el proyecto Mareadas por la marea, que realiza junto con la artista Cecilia Palmeiro desde 2017.

En 1999, Laguna creó junto
En 1999, Laguna creó junto a la escritora y traductora Cecilia Pavón el espacio "Belleza y Felicidad", que marcó la escena cultural de Buenos Aires (Télam)

En 1999, Laguna creó junto a la escritora y traductora Cecilia Pavón el espacio “Belleza y Felicidad”, que marcó la escena cultural de Buenos Aires y en 2001 participó de la etapa fundacional de la editorial independiente Eloísa Cartonera. Sus obras fueron exhibidas en Americas Society de Nueva York y en el Lacma de Los Ángeles, entre otros espacios internacionales.

Es autora de los libros Espectacular. Cartas y textos de arte (2019), Amor total. Los 90 y el camino del corazón (2020), publicados por Editorial Ivan Rosado, y tiene otros proyectos literarios en marcha.

Auténtica, espontánea, irreverente por momentos y reflexiva en otros, juega y seduce desde una variedad de personajes que encarna, sobre los que reflexiona en una entrevista.

- En la presentación y entrevista de la muestra en el Instituto de Arte Contemporáneo de la Universidad Commonwealth de Virginia te describen como artista multimedial y activista feminista. ¿Cuántas facetas tiene Fernanda Laguna?

- Creo que durante mucho tiempo busqué no ser yo misma y eso me llevó a multiplicarme para que en la cantidad de estilos pudiera liberarme de mí. Copié mucho y hasta llegué a hacer una muestra sin aplicar en las obras mi gusto: el resultado fue algo increíble, no me reconocía en las obras y por supuesto no me gustaron. En todas las facetas el yo está compuesto por un 95 % de lo mismo y en ese 5 % está la diferencia, la variación de las emociones, los pensamientos, etc. Escribo poesía y novela, hago dibujos en lápiz que tienen un estilo específico y luego tengo varios estilos más. Hago desde cuadros enmarcados a gorras dibujadas a mano o papeles pintados a mano para envolver los regalos que compran en mi tienda. Todo son obras para mí, no me nacen jerarquías entre buenas obras y malas, sólo hay cosas que quiero más o menos pero no tiene que ver con que sean objetos importantes.

-Paralelamente formás parte de la muestra virtual “Orgullo y Prejuicio”, en la galería Nora Fish, que recrea la producción artística de los 90 ¿Hay algún tipo de diálogo entre esos trabajos y los actuales?

- Si algo me caracteriza es la multiplicidad de estilos y gestos. Si hubiera una muestra mía donde todo fuera parecido habría que sospechar si no sería falsa. “Orgullo y prejuicio” me conmueve mucho, era tan chiquita, dándole el primer beso al arte, con todos los interrogantes y mucho entusiasmo. En los 90 buscaba encontrar el camino de mi corazón y las obras de esa época son una búsqueda por descubrir mi deseo. Trataba de conectarme con los colores, imágenes, pinceladas que más me hicieran feliz. Tenía que descubrir qué quería construir. Las obras de los 90 son los cimientos del viaje que vendría. Ahora veo esas pinturas y siento que me hablan, me dicen que están conmigo y que lo más importante no es lo que haga a nivel obra si no seguir focalizando en el camino que quiero recorrer.

Es autora de los libros
Es autora de los libros "Espectacular. Cartas y textos de arte" (2019), "Amor total. Los 90 y el camino del corazón" (2020), publicados por Editorial Ivan Rosado, y tiene otros proyectos literarios en marcha. (Télam)

- ¿Cómo juegan tus textos escritos con tu obra artística y la pedagógica?

- Mis primeras poesías eran descripciones de cuadros imposibles de pintar. Lo escrito me dio la posibilidad de desarrollar el movimiento que en mis pinturas era escaso. En la poesía es muy fácil correr, hacer aparecer y desaparecer cosas, transitar los días, los meses. Escribo con una energía muy diferente a la que pinto. A su vez, a la poesía le falta el Pantone de colores que tiene la pintura. Como docente soy muy inestable. Me ha pasado de trabarme en una clase y no saber lo que estaba diciendo, por eso me cuesta ser constante. Soy una especie de psicóloga (aplico todo lo que me dice la mía) en temas del arte. Improviso muchísimo y mando mucha fruta.

-¿De qué se trata el proyecto “Belleza y Felicidad”?

- “Belleza y felicidad” fue una locura, en el sentido en que no podría definir ni contar de qué se trataba, ya que lo que se hacía no definía al lugar. Lo empezamos con Cecilia Pavón en una especie de ensueño basado en la llegada de un genio artístico. Creo que se trataba de generar un proyecto en el cual pudiera abrírsele paso a la magia. Su identidad no estaba ligada a un uso. No era una galería de arte, no era una librería, no era un centro cultural, no era un vivero. Era un espacio para que los cuerpos pudieran volverse otras cosas y también volverse colectivos.

-¿De que se trata el proyecto que el “Belleza Y Felicidad” viene haciendo en Villa Fiorito?

-Belleza y felicidad Fiorito, ufff ... aprendo tanto y a veces no puedo creer con las pocas herramientas con las que me muevo. El proyecto nació en 2003 con una galería de arte en la casa de una vecina, Isolina Silva. Luego empezamos los talleres de arte y poesía para niñes y adolescentes. Hace unos años conformamos un grupo de mujeres con las que trabajamos con talleres de cocina, serigrafía y género. Tenemos un comedor los sábados que sirve comida sana, rica y muy elaborada llamado Comedor Gourmet. Trabajamos colectivamente entre vecinas del barrio, niñes y compañeres de diferentes zonas. Durante estos 17 años se han ido y sumado muches compañeres. Entre todes tomamos las decisiones.

Es gestora cultural y promotora
Es gestora cultural y promotora de espacios alternativos, docente y como activista es parte del colectivo de Ni Una Menos (Télam)

-¿Proyectos en marcha?

- Ahora con mi pareja, Andrés Politano abrimos un espacio de arte llamado “Para vos...Norma mía” vendemos ropa que fabricamos nosotros, cerámicas de Lola Goldstein y Susana Laguna, ropa de Emi Bianchic y pañuelos de Maruki. También vendemos libros y fanzines y... tenemos un espacio para mostrar arte. Trabajamos en conjunto con Santiago Villanueva. El local es re chiquito cosa que nos encanta. Está al lado de nuestra otra regalería llamada el Universo. Así que, protocolo va protocolo viene, vamos mostrando las hermosas obras de la ilustradora Lola Orge Benech.

En febrero expondré en The Drawing Center (Nueva York) de la mano de Rosario Guiraldes, quien armó un grupo de obras eclécticas que van desde los 2000 a la actualidad.

- ¿El arte, el activismo, como juegan entre sí desde tu mirada?

- El activismo es montarse a una marea colectiva increíble. Es trabajar siendo una parte de algo gigante. Es sentir que los recursos de las otras y los míos se colectivizan. Es una sensación de energía ultrapotente. Es la no soledad nunca más, es saber que una está contenida siempre por las compañeras. Es hermoso luchar por la integración y ver cómo se va dando es muy emocionante. Luego no sé qué decir: el activismo es pensar trabajando.

Fuente: Télam

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