Se modificaron sustancialmente muchas cosas en el mundo de las letras pero no las ganas de leer. El asunto pasa, como siempre, por el acceso a los libros. El aislamiento, como medida para frenar el contagio del virus, hizo que todos se encierren y abran el teléfono a cada rato. ¿Hay literatura en las redes sociales? Por supuesto, pero también hay puentes que conectan lectores. Pila de Libros surge de ese modo. Su última apuesta es una página web que funciona como “Tinder de libros”. Pero antes de eso, Pila de Libros era —lo sigue siendo— un podcast de entrevista a escritores que conduce la música mexicana Julieta Venegas junto a Nacho Damiano. Y si esto fuera un estudio de televisión, una voz locutada diría ahora: “Con nosotros... Nacho Damiano”. Y detrás de cámara brotarían algunos aplausos.
Damiano es periodista cultural, publicista, licenciado en Letras. El podcast va por la segunda temporada, que “ya está preproducida: tenemos todos los invitados confirmados y los libros leídos, pero nos agarró la pandemia y no pudimos grabarla. Intentamos hacerlo por zoom pero no queda igual, así que estamos esperando a volver a un estudio. Lo hago con Julieta Venegas, que es muy conocida por su faceta como artista musical pero es una de las lectoras más sensibles y más minuciosas que conozco. Nos complementamos muy bien porque yo tengo más formación académica entonces yo leo de otra manera, y ella lee más desde la emoción, entonces las conclusiones a las que llegamos o las entrevistas que somos capaces de hacer en dupla son realmente muy interesantes”.
El Tinder de libros surgió en Instagram, cuando Pila de Libros ya se había convertido en una comunidad de lectores. “Una de las secciones de Instagram fue que gire una pila de libros. Posteaba todos los viernes y la gente en los comentarios ponía qué libros ofrecía y qué libros quería por el que estaba ofreciendo y dónde vivía. Si alguno que vivía más o menos cerca tenía el libro que la otra persona estaba buscando y buscaba lo que la otra persona tenía, listo, match y se lo cambiaban. Pero el mecanismo de Instagram era bastante torpe y precario, había que pasarlos a mano y eran muchísimos. Y aún así hubo más de 300 matchs, incluso en Montevideo, en Santiago de Chile, en Madrid, en Barcelona y en todas las provincias argentinas. Ahí me di cuenta que la idea estaba buena y que la gente se copaba”, cuenta Daminao.
“Eso me impulsó a generar un sistema que haga lo mismo pero de una manera más eficiente, más cómoda y más divertida. Así nace la idea”. Hoy es una página web que, ni bien ingresás, aparece un cartel que te cuenta cómo funciona en tres pasos: 1) creá tu perfil de usuarie; 2) cargá los libros que ofrecés; 3) cargá los libros que desearías recibir por los tuyos. Peor no es sólo es: “Tengo el dato de varias parejas que se armaron después de esto. No voy a dar ningún nombre, pero hay hasta parejas románticas, novios, que se dieron a partir de estos intercambios. Entonces lo que busca Pila de libros es generar entusiasmo lector, ganas de leer y ganas de vivir. A mí las ganas de leer me dan ganas de vivir”, dice Nacho Damiano, del otro lado del teléfono, en diálogo con Infobae Cultura.
—¿Qué notabas que estaba faltando en las relaciones entre lectores?
—La posmodernidad en general y la pandemia en particular lo que hicieron fue restringir muchísimo nuestras relaciones humanas directas y presenciales. No nos quedó otra que ver menos a nuestros familiares, amigos, compañeros, conocidos, etcétera. Entonces, me parece que lo que estaba faltando en general eran ganas. Nos estamos bajoneando todos un poco. Y lo que sí por ahí falta, hablando de los lectores en particular, es que compartimos gustos y pasiones con mucha gente pero no nos conocemos. Me parece un fenómeno propio de las metrópolis donde por ahí hay un flaco con el que vos podrías ser súper amigo, que tiene tus mismos gustos, tus mismos ideales, y vive a seis cuadras pero nunca te lo cruzaste en tu vida. Es un vínculo que perdés y que podrías tener como amigo para salir a tomar una cerveza. Lo que ocurre con esta movida es que une gustos y geolocalización, y más allá de que intercambien libros, sabés que no va a terminar en eso.
—Hay muchos proyectos para conseguir libros, peron ninguno como este...
—Sí. Yo soy muy respetuoso y me gustan mucho los proyectos de bibliotecas al paso, por ejemplo, pero me parece que le faltaba una pata que es la que terminé encontrando acá: vos sabés a quién le diste tu libro y sabés quién te dio tu libro a vos. Si vos me das un libro que se termina transformando en uno de mis favoritos y a vos te gusta mucho el que yo te di, probablemente después seamos amigos o por lo menos discutiremos alguna lectura y nos recomendaremos otra cosa. Entonces, une lectores. Por otro lado, yo me dedico a los libros desde los quince años. Estudié esto, trabajo de esto, me formé de esto. Pero la mayoría de la gente muy lectora tiene muy pocos espacios de socialización de lecturas con la familia y con los amigos. Entonces también encontrar pares en ese aspecto es otra de las patas importantes y lindas de la web de Pila de libros.
—Es, además, economía solidaria. Nadie compra esos libros, se los intercambia.
—Es que lo libros están caros. Mucha gente tiene muchas ganas de leer pero no tiene el bolsillo que acompañe. Entonces esto ayuda a que leer no sea un privilegio, que sea un derecho, una posibilidad de todos, y que vos, teniendo un libro, los puedas transformar en muchos. Acá no está involucrado el dinero en ninguna de sus etapas. Yo creo que son cada vez menos las instancias de la vida que permiten que los seres humanos se relacionen entre sí sin el valor mercantil y monetario. Ese valor mercantil y monetario suele ser una fuente de discordia y dificultades en las relaciones humanas. Entonces me parece que esta forma de concebir el intercambio, donde nunca interviene el dinero, es algo que quiero subrayar y defender a capa y espada. De hecho el otro día hablaba con un amigo de esta idea, que no es ninguna locura, no es la imprenta de Gutemberg, es bastante sencilla si te la ponés a pensar, y llegamos a la conclusión de que es probable que no existe porque no genera rédito. Después veremos, seguramente habrá forma de monetizarla con alguna publicidad, etcétera, pero no está pensada como forma lucrativa.
Todo esto ocurre en un momento muy particular. No se trata solamente de lo que sucede a nivel global con la pandemia, sino en la industria editorial argentina, una de las más pujantes de la región pero muy golpeada en los últimos años. “Hay dos pandemias. La pandemia del macrismo le hizo mucho peor a la industria editorial que la pandemia del coronavirus. Eso hay que tenerlo en cuenta. Creo que la industria editorial tuvo un peor año en 2018 y en 2019 que en el 2020. Lo estoy diciendo por informes de la Cámara Argentina del Libro. No es solamente la pandemia el problema. Lo que sí estoy notando desde los últimos tiempos es que los lectores argentinos y argentinas están muy interesados en lo que se está produciendo ahora en nuestro país, es decir, literatura argentina contemporánea”, reflexiona.
“Parte de ese interés radica en que se está produciendo literatura de calidad. Es un momento sobresaliente, sobre todo las escritoras: Mariana Enrríquez, Samantha Schweblin, Leila Guerriero, Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada. Lo mejor de nuestra producción lo están haciendo las mujeres, pero también hay varones muy buenos produciendo. Y creo que en alguna medida ese interés por la literatura argentina contemporánea tiene que ver con eso, con que la calidad intrínseca es muy alta, pero también tiene que ver con que hubo una especie de toma de conciencia a raíz de la pandemia del macrismo. Es que las editoriales independientes, que son justamente las que suelen publicar este tipo de texto, porque las grande a veces no tanto, o se las llevan cuando ya son famosas, son las que toman el riesgo”, agrega.
Tras el desguace de la crisis del 2001, surgió un nuevo actor en la cultura: las editoriales independientes —definición ambigua pero caracteriza cierta esencia—, que comenzaron a multiplicarse, a profesionalizarse y a competirles de igual a igual en términos de calidad a las multinacionales. "La gente entendió que si no las apoya desaparecen. Y editorial que desaparece es libro que no se edita, porque es un error pensar que si el libro es buenísimo ‘ya lo publicará otra editorial’. Quizás sí, quizás no. Si estamos frente al Quijote, probablemente sí, pero muchos van a quedar en el camino. Además, la editorial A tiene un plan de diez libros por año, la editorial B lo mismo, pero si la editorial A desaparece no es que la B va a publicar 20, entonces se pierden diez . Veo un especie de apoyo espiritual de los lectores.
El futuro es incierto, sobre todo hoy que ni siquiera sabemos cuándo ni cómo será el mundo postpandemia. “Con el futuro de los libros pienso lo mismo que con el futuro de la humanidad: ni idea”, dice Damiano. “Lo que sí creo es que la tecnología del libro de papel es insuperable. Y va a convivir con ebooks, sin dudas. El audiolibro ya es otra cosa porque no interviene la lectura como proceso neurológico y simbólico. Es otra manera de consumir literatura y ahí no sé qué es lo que va a pasar porque no sé cómo es ese mercado. Después, mucha gente consume un poco en papel, otro poco en ebook. Yo, por ejemplo, leo mucho en papel porque soy de escribirlos, y eso es una posibilidad que el ebook no me da, o me la da con el tecladito del Kindle y me parece incómodo y lento. Para mí el libro es insustituible en mi lectura”.
“No me imagino al libro desapareciendo, no me imagino al libro de papel siendo avasallado y enterrado por el ebook. Lo que pasa también es que en Argentina son muy caros los ebooks, en otros países del mundo valen el 10% del PVP del libro en papel y acá no. Y trucharlos es mucho más fácil. Me parece que a nivel mercado en Argentina va a ser mucho más difícil por nuestra ética de la piratería, por decirlo de alguna manera, y porque de verdad mucha gente no tiene un mango. Y porque además las editoriales son poco pillas y los ponen muy caros”, concluye Nacho Diamano en este diálogo telefónico que si fuera, en cambio, en un estudio de televisión, ahora una voz locutada diría: “Despedimos a Nacho Damiano con un fuerte aplauso".
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