Con los años he vuelto a la edad primera de los primeros dibujos a carbonilla porque se me han caído no sé dónde ni por qué desgracia que bien pudiera ser gracia. Repito. Se me han caído casi todos los puntos y las comas y los dos puntos y los suspensivos y la mar en coche se ha caído y a veces me parece que me ahogaré con tantos signos abullonados en el interior de mi cabeza de la cual suelo expulsar algunos suspensivos y… me tienen paciencia queridos lectores que ya han descubierto mi identidad y aunque ya no me hace falta el diccionario pues el vocabulario va bien expuesto impreso en mi memoria igual me presento: apunté dos puntos y soy Yuna Riglos y les ruego que si recuerdan mi natural apellido bah… Sigo de la fatiga con los suspensivos y salgo un momento al patio de mi departamento del centro de La Plata a respirar un poco de oxígeno. Se acordarán y aguanten si no son violentos o demasiado diré neuróticos o algo así porque sentirán un ramalazo de emoción y seguro ya se han enterado de qué bien me fue con los cuadros que hasta en China y Europa se vendieron aunque con algo de pena ignoro si se vendieron por sus valores intrínsecos o por la firma Riglos y ahí siento ganas de hacer la prueba y firmar aunque sea uno con mi apellido vulgar de entrecasa a ver qué pasa y por ahí lo vendo y puedo quitarme el antifaz que hace demasiado llevo y ya está incrustado en mi ánima.
Pero no me gusta jugar con la suerte porque soy muy supersticiosa. ¿Y si con el apellido de entrecasa se me derrumba todo lo conseguido resultando ser un mero sueño y entonces lo único que queda es un resto de la mujer desgraciada y pobre que nunca subió ni medio escalón en la escala social y que para colmo de males se llama López? Ay por favor no lean este renglón de maleficio bórrenlo o pásenlo por alto.
Lo que no he podido borrar ni pasar por alto son los días que así como los signos ortográficos se me han abullonado bajo la piel gastada que ya me hice operar varias veces por la doctora Olmos que dios la bendiga ya que no represento al salir del consultorio sino unos cuarenta largos tal vez. Pero a ustedes no los voy a engañar porque saben por la firma y fecha de mis cuadros que ya casi desabrigo mi esqueleto porque he trabajado más del doble de lo que acabo de apuntar. Más vale que se callen cuando me vean por ahí y disimulen sorpresa luego de comparar sus caras o las caras de otras personas con la mía reciclada. Por favor no exclamen ¡no puede ser! porque sí puede.
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