La obra El barco, con dramaturgia y dirección de Mariano Tenconi Blanco y dirección audiovisual de Agustina San Martín, por la Compañía Teatro Futuro, inaugurará el jueves el ciclo “Modos Híbridos”, una serie de piezas grabadas para circular desde las plataformas virtuales del Completo Teatral de Buenos Aires.
Actúan Santiago Gobernori, Agustín Rittano, Lorena Vega, Marcos Ferrante, Laura Paredes y Juan Isola, con escenografía de Rodrigo González Garillo, vestuario de Magda Banach, iluminación de Matías Sendón, coreografía y movimiento de Jazmín Titiunik, música, grabación y diseño sonoro de Ian Shifres y coordinación y colaboración artística de Carolina Castro.
“Compañía Teatro Futuro es un espacio de creación y producción que tenemos con Carolina Castro e Ian Shifres. El barco, el proyecto que presentaremos, es la primera parte de la obra ‘Las ciencias naturales’ y narra el viaje de un naturalista alemán y su secretario español de Europa a la Argentina a mediados del siglo XIX, en busca del origen del ser humano”, expresó Tenconi Blanco.
El prolífico y laureado autor y director, de 38 años, agregó que “la obra toma como punto de partida los viajes de los científicos como Humboldt o Darwin, pero lo distintivo de ‘La saga…’ es trabajar con la literatura como materia prima, como si la Argentina hubiera sido construida por la literatura local y extranjera”.
—¿Cuáles obras están en el origen?
—La obra tiene al Fausto, o los Faustos, como referencia central. El de Goethe, obviamente, el Doktor Faustus, de Thomas Mann, La trágica historia de la vida y la muerte del doctor Fausto, de Christopher Marlowe, Mi Fausto de Paul Valery, El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgakov, o las versiones fáusticas de Thomas Bernhard (El malogrado) o Kurt Vonnegut (Madre noche). Otros autores como Nietzsche o Zweig han sido centrales, así como el Facundo, de Sarmiento, …Ranqueles, de Mansilla, Las nubes, de Juan José Saer, Un episodio en la vida del pintor viajero, de César Aira. El barco, puntualmente, halla sus influencias en La tempestad, de Shakespeare, o Vigilia del Almirante, de Roa Bastos.
—El vínculo entre literatura y teatro parece similar a lo que sucedía en el ciclo El borde de sí mismo con las artes visuales. ¿Hay una continuidad?
—Me interesa mucho trabajar la relación entre teatro y literatura. En Todo tendría sentido si no existiera la muerte la prueba fue construir una intimidad con los personajes propia del mundo de la novela; en La vida extraordinaria el objetivo fue que todas las formas de escritura formaran parte del teatro. Creo que hay una continuidad en ese sentido, de trabajar en los bordes en donde literatura y teatro son indivisibles.
—¿Cuál es tu opinión sobre estas nuevas formas teatrales surgidas a partir de la pandemia?
—Algunas me interpelan o me entusiasman y otras no, como espectador y como creador. Pero valoro que los artistas hagan esfuerzos y utilicen la imaginación para poder seguir creando y trabajando en un contexto tan adverso.
—Tras dos rotundos espectáculos como Todo tendría sentido si no existiera la muerte y La vida extraordinaria, de géneros dramáticos aparentemente enfrentados, ¿Cuál sería el perfil de El barco?
—Pienso que en un punto Todo tendría sentido… y La vida extraordinaria son opuestas, y en otro no: por un lado, la primera recurre al diálogo como su materia total, mientras que la segunda tiene pocos diálogos y utiliza otros recursos múltiples: cartas, diarios, monólogos, poemas, pensamientos. Sin embargo, ambas cuentan una amistad y ambas trabajan sobre personajes que tienen una profunda creencia en la ficción como modo de habitar el mundo. El barco también trabaja en torno a una amistad, quizás más extraña, y a la idea de encontrar algo que modifique la manera en la que miramos el mundo.
—De acuerdo con las nuevas circunstancias, ¿Cómo se trabaja entre un director escénico y una directora audiovisual?
—El diálogo fue muy enriquecedor. Agustina San Martín es una gran cineasta, yo adoro sus películas -"No hay bestias", “La prima sueca”, “Monstruo Dios” –cortometrajes, entre 2015 y 2019-. Así que lo que hicimos fue pensar juntos, conversar, escucharnos y ponernos de acuerdo en torno a este género híbrido entre teatro y cine. Aprendí y lo disfruté mucho.
—Cuándo trabajás con intérpretes como Lorena Vega o Agustín Rittano, por ejemplo, con quienes ya lo hiciste, ¿Quedan códigos o complicidades que facilitan el encuentro?
—Absolutamente. Son dos artistas brillantes y además son mis amigos. Hay mucha complicidad y confianza, así que disfruté enormemente de reencontrarme con ellos. También fue muy grato el trabajo con Santiago Gobernori, Marcos Ferrante, Laura Paredes y Juan Isola; fue nuestra primera vez juntos pero pudimos crear un código común muy rápido y lo pasamos muy bien.
—Dadas las condiciones obligatorias de seguridad, ¿Cómo se trabajó con actores, actrices y técnicos?
—En ese trabajo fue clave todo el equipo, que teniendo experiencia mayormente o casi exclusivamente en teatro, tuvieron la inteligencia y el compromiso para resolver. Rodrigo González Garillo supo ser escenógrafo y director de arte, Matías Sendón iluminador y director de fotografía, Magda Banach aportó su vasta experiencia en cine y teatro, el trabajo de Ian Shifres como compositor y también sonidista, la mirada de producción artística de Caro Castro y por último la coreógrafa Jazmin Titiunik, quien aportó su mirada sobre el movimiento aplicada al elenco pero también a la cámara.
Fuente: Télam
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