La histórica casa que inspiró a James Joyce para su clásico cuento Los muertos va camino a convertirse en un albergue y un grupo de autores británicos asegura que apelarán la polémica decisión del ayuntamiento de Dublín.
Ian McEwan, Salman Rushdie, Sally Rooney y Edna O’Brien, entre otros, han firmado un petitorio para evitar que la propiedad, en el número 15 de Usher’s Island, se convierta en una residencia.
Construida en 1775 y una vez el hogar de las tías abuelas de Joyce, el edificio, conocido localmente como “la Casa de los Muertos”, es el escenario del cuento del escritor irlandés de 1914, considerado una obra maestra.
Cuando se revelaron los planes para convertir la propiedad en un albergue de 54 habitaciones en 2019, la reacción fue rápida. Noventa y nueve escritores firmaron una carta en contra de la propuesta, aunque eso no detuvo al ayuntamiento que, el viernes pasado, dio luz verde al proyecto.
El alcaldía dejó pasar la oportunidad de comprar la propiedad, en 2017, y quedó en manos de dos inversores privados, Fergus McCabe y Brian Stynes, quienes la adquirieron por 650.000 euros.
Por su parte, el departamento de cultura, patrimonio de Irlanda también objetó los planes, diciendo que “socavaría, disminuiría y devaluaría un sitio de patrimonio cultural universal, importancia y parte de la designación de Ciudad Literaria de la Unesco”.
“Dublín puede construir todas las habitaciones de hotel / albergue que quiera, pero si continúa ignorando y demoliendo su patrimonio cultural único, destruirá lo que queda del corazón de la ciudad y quedará poco para los visitantes o incluso para los propios dublineses”, escribió John McCourt, un estudioso de Joyce y parte del grupo de campaña contra el desarrollo, en el Irish Times.
Cuando el viernes pasado, el ayuntamiento de la capital irlandesa concedió el permiso de obra, concluyó que si bien el edificio era de “especial interés”, “su estado actual es preocupante y el cambio de uso propuesto será la mejor manera de asegurar su conservación a largo plazo”.
En ese sentido, los desarrolladores también habían revisado los planes para omitir una extensión contemporánea en la parte trasera, lo que había provocado temores de que el carácter del edificio cambiara irrevocablemente.
El domingo, McCourt le dijo al Sunday Times que el grupo de campaña presentaría una apelación formal a An Bord Pleanála, un organismo independiente, legal y cuasijudicial que decide sobre las apelaciones de las decisiones de planificación tomadas por las autoridades locales: “Destruir nuestra herencia literaria para construir otro albergue durante una pandemia mendiga la creencia”, dijo.
Cuando el periódico Observer visitó la propiedad en noviembre pasado, observó: “Todos los gritos de vandalismo cultural, de profanación del gran templo de la literatura, nublan un hecho melancólico: el edificio ya está destrozado, ya profanado, víctima de un siglo de abandono... cayó en desuso y decadencia, su techo roto, sus interiores devastados por ocupantes ilegales, todo el edificio casi destruido por un incendio a mediados de la década de 1990”.
Este es un capítulo más en la eterna discusión sobre el cuidado del patrimonio literario en todo el mundo. Sin ir más lejos, hace una semana, en Argentina se demolió la histórica casa en la que nació Manuel Puig, en General Villegas, para construir edificios de departamentos a pesar de los pedidos de agrupaciones locales para convertir la residencia en patrimonio cultural.
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