“Pedí lo que siempre pido / pedí otro poema”: así escribe Louise Glück, ganadora del Premio Nobel 2020

La poeta neoyorquina nacida en 1943, autora de más de una decena de libros, acaba de obtener el más importante galardón en el mundo de las letras. En esta nota, reproducimos 4 de sus poemas

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Louise Gluck, en 2015 (EFE)
Louise Gluck, en 2015 (EFE)

Y el Premio Nobel de Literatura es para... Louise Glück. Así lo anunció esta mañana la Academia Sueca y dejó a todos impactados. Se trata de una reivindicación a la poesía: Glück es la primera poeta en recibir el premio desde el galardón otorgado a la polaca Wislawa Szymborska en 1996. Nacida en Nueva York en 1943, escribió más de una decena de libros, todos de poesía.

Ya había sido reconocido por el Premio Pulitzer y, según el jurado del Nobel, posee una “inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal la existencia individual”.

“Louise Glück no sólo está comprometida con los errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también es una poetisa del cambio radical y el renacimiento, donde el salto hacia adelante se hace desde un profundo sentido de pérdida”, destacó Anders Olsson, titular del Comité del Nobel.

Para acercarnos a su obra, qué mejor que leerla. A continuación, reproducimos cuatro de sus poemas:

El deseo

¿Te acuerdas de cuando pediste un deseo?

Yo pido muchos deseos.

Cuando te mentí

sobre lo de la mariposa. Siempre me pregunté

qué pediste.

¿Qué crees que pedí yo?

No sé. Que volvería,

que al final de alguna manera estaríamos juntos.

Pedí lo que siempre pido.

Pedí otro poema.

(De Meadowland, 1996, traducción de Berta García Faet)

Mañana lluviosa

No amas el mundo.

Si amaras el mundo habría

imágenes en tus poemas.

John ama el mundo. Tiene

un lema: no juzgues

si no quieres ser juzgado. No

discutas este punto

con la teoría de que no es posible

amar lo que uno renuncia

a comprender: renunciar

al discurso no significa

suprimir la percepción.

Fíjate en John, fuera en el mundo,

corriendo incluso en un día miserable

como hoy. Que

elijas no mojarte se parece a la patética

preferencia del gato por cazar aves muertas: completamente

consistente con tus dóciles temas espirituales,

el otoño, la pérdida, la oscuridad, etc.

Todos podemos escribir sobre el sufrimiento

con los ojos cerrados. Deberías mostrarle a la gente

algo más de ti misma; mostrarles tu clandestina

pasión por la carne roja.

(De Praderas, 2017, traducción de Andrés Catalán)

Fantasía

Les voy a contar algo: la gente muere

a diario. Y eso es sólo el principio.

Cada día las funerarias están dando a luz

nuevas viudas, nuevos huérfanos.

Sentados con las manos juntas,

tratan de dilucidar esta nueva vida.

Luego están en el cementerio, algunos

por primera vez. Tienen miedo de llorar,

algunas veces de no llorar. Alguien se aproxima,

les explica lo que deben hacer ahora,

que podría ser dar un breve discurso

o arrojar tierra a la tumba abierta.

Y tras esto, cada uno retorna a la casa

que está de repente llena de visitantes.

Imponente, la viuda se sienta en el sillón,

por lo que la gente se le va acercando en fila,

en ocasiones toman su mano, en ocasiones la abrazan.

Ella tiene palabras para todos,

les agradece, les agradece su presencia.

Aunque en su fuero interno quiere que se larguen.

Quiere estar de vuelta en el cementerio,

de vuelta en el lecho del enfermo, en el hospital.

Ella sabe que es imposible. Pero su deseo de retroceder,

es su única esperanza. Y sólo un poquito,

no hasta llegar al matrimonio o al primer beso.

(Traducción de Frank Báez)

Madre e hijo

Todos somos soñadores, no sabemos quiénes somos

Nos hizo alguna máquina; la máquina del mundo, la familia unida.

Y de vuelta al mundo, pulidos con brusquedad.

Soñamos; no nos acordamos.

La máquina de la familia: un pelaje oscuro, el bosque del cuerpo de la madre.

La máquina de la madre: una ciudad blanca dentro de ella.

Y antes de eso: tierra y agua.

Musgo entre las rocas, trozos de hojas y pasto

Y antes, células en una oscuridad absoluta

Y antes de eso, el mundo sin revelar

Para esto nacemos: para callarnos

Células de mi madre y mi padre, es su turno:

sean el eje, el fundamento, la obra maestra

Yo improvisé, nunca me acordé.

Ahora es su turno para dejarse llevar.

Vos sos el que ahora exige respuestas.

¿Por qué sufro? ¿Por qué hay cosas que no entiendo?

Células en una oscuridad absoluta. Nos hizo una máquina.

Es tu momento para sumergirte, para volver a preguntar

¿Para qué existo? ¿Para qué me hicieron?

(Traducción de Florencia Gueler)

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