J.K. Rowling vuelve a estar en el centro de la polémica. Esta vez, fue a partir de que la autora de la saga de Harry Potter subiera una imagen a Twitter con una remera con el lema “Esta bruja no arde” y un link que direcciona a un sitio web donde se venden pins y calcomanías transfóbicas, con lemas como ‘las mujeres trans son hombres’.
La autora británica (55) acompañó la foto de la remera con un mensaje: “Si eres (o conoces) una bruja que quiere una de estas, no compres a los oportunistas cínicos. Compre la mía en Wild Women”. Y luego, agrega como hashtag: ApoyaALasMuejresDeNegocios.
Por supuesto, los usuarios de la red del pajarito no tardaron un segundo en ingresar al sitio para descubrir toda una sección a la que consideraron transfóbica y comenzaron a compartir imágenes de insignias que dicen ‘Jodan a los pronombres’ o, la ‘la transideología borra a las mujeres’.
Sin embargo, no todos son apuntados contra la comunidad trans. El Wild Womyn Workshop tiene una categoría dedicada a artículos “críticos de género”, donde también venden una insignia que dice 'los hombres muertos no violan’.
Los usuarios de las redes acusaron a Rowling de promover la transfobia al compartir el enlace, con un escrito: “¿Qué tal si se considera apoyar a las organizaciones trans inclusivas en lugar de a las increíblemente transfóbicas?” o “Cada vez que pienso que no puedes ser un TERF peor, de alguna manera lo haces. El listón es literalmente tan bajo”'. TERF es un insulto que significa una “feminista radical excluyente de trans”.
Consultada por MailOnline, Angela Wild, dueña de Wild Womyn Workshop, dijo: “Los hombres no son mujeres. Nadie puede cambiar de sexo”. Wild es una autoproclamada feminista lesbiana, cofundadora del grupo separatista lésbico anti-trans Get the L Out, que organizó una manifestación en el London Pride en 2018.
“Estas simples declaraciones ahora se consideran ‘transfóbicas’ y controvertidas. Si algunas personas se sienten ofendidas por mis productos porque son provocados por la realidad biológica, lo siento por ellos pero no tiene nada que ver conmigo. ¿No te gustan mis productos? No los compre. No es ilegal decir la verdad”.
La semana pasada, J.K. Rowling también fue trending topic a partir de una crítica de The Telegraph, que dijo que en su último libro, Troubled Blood, la autora parecía decir “nunca confíes en un hombre con vestido”. La autora del artículo, Jake Kerridge, llegó a esa conclusión tras revelar que el asesino en serie de la obra se viste de mujer para asesinar a sus víctimas, todas femeninas.
Troubled Blood es la quinta novela de la saga policiaca de Rowling protagonizada por el detective Cormoran Strike y fue escrita bajo el seudónimo Robert Galbraith, y ya lleva vendidos más de 100 ejemplares en el mercado del Reino Unido.
Hace unos días, Rowling salió a defenderse de los nuevos ataques de transfobia surgidos tras la publicación de la reseña con un posteo donde argumenta que su villano está basado en casos reales.
En la web de su alter ego, la escritora describe al personaje como "un asesino serial sádico activo en las décadas de 1960 y 1970, que estuvo basado “en los asesinos de la vida real Jerry Brudos y Russell Williams, ambos maestros de la manipulación que se llevaban trofeos de sus víctimas”.
Por su parte, la crítica de libros de The Guardian, Alison Flood (exeditora de la sección Bookseller del periódico inglés), impugó duramente al The Telegraph por la reseña maliciosa sobre el libro. "No hay que juzgar a un libro por una sola reseña”.
Flood explica que en la novela al detective privado de Rowling, Cormoran Strike, y a su socia Robin Ellacott se les ha encomendado la tarea de investigar una desaparición de hace cuarenta años de GP Margot Bamborough. Mientras la pareja investiga la desaparición, una de las pistas que investigan es la posibilidad de que la mujer fuera asesinada por Dennis Creed, un asesino en serie ahora encarcelado y notorio que una vez engañó a algunas de sus víctimas en su camioneta por llevar una peluca y un abrigo de mujer para parecer inofensivo.
“Creed es solo uno de los muchos sospechosos, y sin revelar demasiado, no es el villano principal, ni Rowling lo retrata como trans o incluso tampoco lo llama travesti”, escribió Flood.
Las acusaciones de transfóbica a Rowling ya llevan varios meses. Todo comenzó con un polémico posteo en diciembre del 2019, pero se recrudeció en el 6 de junio de este año, cuando la británica criticó un artículo en el que usaban el término “personas que menstrúan” en lugar de “mujeres”. Este comentario fue considerado transfóbico, ya que algunos alegaron que también pueden menstruar los hombres trans y las personas no binarias.
Tras esta primera controversia, Rowling profundizó en su postura respecto al sexo y género. “Si el sexo no es real, entonces no existe la atracción por personas del mismo sexo. Si el sexo no es real, la realidad vivida por las mujeres a nivel mundial se borra. Conozco y amo a las personas trans, pero borrar el concepto de sexo les quita la capacidad a muchos de discutir sus vidas de manera significativa. No es odio decir la verdad”, publicó.
Una explicación que , una vez más, convirtió a la escritora en el blanco de las críticas. La autora decidió entonces publicar un extenso ensayo en su web argumentando su posición, en el que expresó su miedo a que “las niñas y mujeres por nacimiento estén menos seguras”.
“Cuando abres las puertas de los baños y vestuarios a cualquier hombre que cree o siente que es una mujer -y hoy en día, como he dicho, los certificados de confirmación de género se pueden otorgar sin necesidad de cirugía u hormonas- entonces abres la puerta a todos y cada uno de los hombres que desean entrar. Esa es la simple verdad”.
“Ser mujer no es un disfraz, no es una idea en la cabeza de un hombre, no es tener un cerebro rosa, una afición por los zapatos Jimmy Choo o cualquiera de las otras ideas que ahora se promocionan como progresistas”, agregó en el texto, en el que también reveló que había sido víctima de abusos y violencia de género.
En el medio de todo esto, algunas librerías retiraron sus libros, cuatro autores abandonaron la agencia literaria a la que pertenece la autora e, incluso, tiñeron de rojo sus manos en el cemento en la Ruta de Harry Potter en Edimburgo.
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