La belleza del día: “Calle, Berlín”, de Ernst Ludwig Kirchner

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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"Calle, Berlín", integra la colección permanente del MoMa de Nueva York.
"Calle, Berlín", integra la colección permanente del MoMa de Nueva York.

Calle, Berlín es un óleo de Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) pintado en 1913, antes del estallido de la Primera Guerra Mundial. Entre 1913 y 1915 el artista alemán pintó varias escenas callejeras conocidas como “Escenas de calle de Berlín”, que daban cuenta del caos de la vida urbana y también de costumbres sociales y la relación entre hombres y mujeres, llevando la figura de las prostitutas a un estatus artístico que más tarde los nazis considerarían parte de lo que catalogaron como “arte degenerado”. Se trata de obras que hoy son vistas como clásicos de la modernidad pero que en su momento fueron presentadas por el nazismo como ejemplos de la decadencia y de una supuesta degeneración que ellos buscaban superar.

Según la experta Debora Wye, "A través de una variedad de efectos, estas pinturas presentan una visión compleja de la ciudad moderna. Creados en un período de rápidos cambios y desarrollo, marcan una diferencia tiempo no solo en la vida de Kirchner, sino también en la historia de Berlín y de Alemania en su conjunto ".

Fundador y principal impulsor del grupo expresionista alemán Die Brücke (El Puente) -fue uno de los cuatro estudiantes de la Escuela Técnica Superior de Dresde que fundaron el grupo de ideas revolucionarias en 1905-, Kirchner comenzó a pintar de forma autodidacta mientras cursaba sus estudios de arquitectura en la Technische Hochschule de Dresde, en la que obtuvo el diploma en 1905.

Su interés por el arte primitivo, que contemplaba en el Museo Etnográfico de su ciudad, se vio reflejado tanto en su obra como en los muebles y murales que fabricó para el estudio que compartía con Erich Heckel, otro de los miembros de Die Brücke en una antigua carnicería del barrio obrero de Friedrichstadt. En octubre de 1911, Kirchner se trasladó a Berlín, donde pintó sus obras más significativas y comenzó a tener un cierto éxito que le llevó a ser seleccionado para el Armory Show, exposición de arte europeo contemporáneo celebrada en Nueva York en 1913.

A partir de los contactos con los miembros del grupo expresionista de Múnich, los integrantes de de Die Brücke fueron incluidos en la exposición de Der Blaue Reiter (El Jinete Azul) de 1912. Su movilización en la Primera Guerra Mundial le causó un fuerte deterioro en su salud física y mental, que terminó con su inhabilitación en 1915 y su consiguiente traslado a Davos, donde vivió aislado el resto de su vida y en donde hoy puede apreciarse la mayor colección de su obra en el Kirchner Museum.

Fue en las montañas de Suiza que volvió a pintar y a escribir crítica de arte bajo el seudónimo de Louis de Marsalle. Tras la llegada al poder de los nazis en Alemania y la confiscación y destrucción de sus obras, Kirchner sufrió una recaída de su estado depresivo y se suicidó en junio de 1938.

Nuestra belleza del día forma parte de la colección del MoMa de Nueva York. En el óleo, dos prostitutas forman el centro del cuadro en una escena callejera en la que hombres y mujeres caminan por la acera. El plano central lo ocupan las mujeres, cuyas figuras ocupan gran parte del lienzo por o que se convierten en el centro de la obra. El color del vestuario de la mujer de la izquierda contrasta con la ropa mayoritariamente negra de los hombres que están alrededor. Los rostros de la mayoría de los hombres no se distinguen. Solo uno de ellos, que está al lado de la mujer de la derecha, tiene rasgos marcados y hasta tiene los labios pintados, al igual que las mujeres. Algunos analistas suponen que se trata de un autorretrato, lo que no deja de ser un gesto provocativo.

Los tonos anti-naturalistas son comunes en el expresionismo alemán. El modo de utilizar el pincel de crea una sensación de movimiento, que otorga aspecto de ajetreo y bullicio a la escena. La inclinación hacia abajo de la perspectiva y las diagonales opuestas en la pincelada también aportan una distorsión que enfatiza la sensación de movimiento de modo que para el espectador, esas personas que están en el cuadro están a punto de salirse de allí para llegar hasta el espacio exterior.

Como explica la página del Museo Thyssen Bornemisza que posee varias de sus pinturas en su colección permanente, la obra de Kirchner “mantuvo siempre la simplificación formal expresionista y el uso arbitrario del color. Como los demás pintores de Die Brücke, evolucionó desde un primer momento de influencia de Van Gogh a un estilo más sintético y bidimensional, de pinceladas gruesas, y una mayor autonomía del color. Su temática estuvo en un principio dedicada al paisaje, con o sin figuras, y al desnudo, y más tarde se centró en el ajetreo de las calles berlinesas de las que, entre 1912 y 1914, pintó unas memorables escenas. En Suiza volvió la pintura de paisaje de un creciente misticismo.”

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