Volvió más brutal, escatológica e incorrecta. La segunda temporada de The Boys (Amazone Prime Video), la serie que deconstruye el mito de los superhéroes, está de regreso. Apenas se estrenaron sus tres primeros capítulos y ya genera una larga secuencia de polémicas e interpretaciones en su nada convencional trama de héroes y villanos que no son tales. Los superhéroes que sonríen frente a las cámaras y “salvan” al mundo, adictos y crueles en la intimidad, por un lado. Enfrente, “los chicos” del título. Una banda de perdedores, sacudidos por pequeñas tragedias personales y movidos por la sed de venganza. Por encima, todopoderosa e influyente, una corporación. A partir de esta semana, cada viernes, la plataforma de streaming de cine y series de Amazon entregará un nuevo episodio hasta completar los ocho que componen este esperado regreso.
En la línea de películas como Harley Quinn: Birds of Prey y series como The Umbrella Academy (Netflix) y Doom Patrol (HBO), The Boys es una adaptación de cómic para adultos con lenguaje explícito, consumo de drogas, sexualidad abierta y una sofisticada estructura narrativa que no elude ni mucho menos, cierto regodeo con la violencia extrema que la ubica cerca del subgénero “gore” (pero adaptado a las masas televidentes globales de hoy). Con todo eso no tardó en ubicarse como una de las propuestas más originales y provocadoras en medio de una atiborrada oferta audiovisual, signo de los tiempos que corren.
Es una historia sobre superhéroes creados y usufructuados por intereses corporativos, que opera como oscura sátira del cine-factoría de la galaxia Disney y está centrada en un tal Homelander (Patriota): un Superman rubio, ciudadano ejemplar con poderes extraordinarios para luchar contra el “mal”, que apenas se apagan las luces se convierte en un psicópata despiadado, vocero de la derecha religiosa y armamentista de su país.
Por detrás de la historia que se cuenta, la serie tiene además el mérito de reflejar las consecuencias del racismo, la xenofobia, el punitivismo y la facilidad con la que la opinión puede ser manipulada y polarizada en ideas extremas bajo un discurso de cercanía con “la gente”. Nada que no se parezca a la realidad 2020.
El poder de las redes sociales y los medios de comunicación, el siempre rendidor discurso del miedo y el lado oscuro de la real politik son temas que subyacen a una trepidante sucesión de escenas de acción, mutilaciones de cuerpos y demostraciones sobrenaturales, lo que convierte a la serie en una rara pieza de entretenimiento cínico y subversivo que no se parece a casi ninguna de sus contemporáneas. Buena parte de ese encanto tiene que ver con el cómic original, creado por el talentoso y transgresor escritor Garth Ennis.
Novedades de la segunda temporada
Todos los personajes tienen una ciega motivación por sus propios objetivos. Lograrlos a cualquier precio es el motor narrativo de la historia desde un principio. Sin intenciones de ingresar en el resbaladizo territorio del spoiler, hay que contar que esta historia comenzó con la tragedia personal de Hugh -un tímido empleado de comercio-, cuya vida se da vueltas patas para arriba con la trágica muerte de su novia a manos de un superhéroe pasado de droga, el ultraveloz A-Train. Después de ese episodio, ya nada es igual para el simpático muchacho fan de Billy Joel. La aparición de un oscuro personaje conocido como The Butcher (El carnicero), ex CIA y ahora emprendedor de su propia venganza, inicia el camino de una extraña aventura compartida con otros personajes por el estilo.
La segunda temporada encuentra a los bandos en plena reorganización después de una serie de (vaya novedad) violentos episodios que modificaron el teatro de operaciones de esta guerra. En el final de la primera temporada, una revelación brutal modificó el sentido de la narración: saber cómo The Butcher descubre una verdad que desconocía, modifica para siempre el rumbo de los acontecimientos. Y en medio de esa brutalidad, asoma una imprecisa historia de amor que vincula, como si se tratare de Montescos y Capuletos, a los grupos en pugna: Hugh y la superheroína Starlight se relacionan en un sinuoso tira y afloje emocional.
Por otra parte, la aparición de dos nuevos personajes influye en el cuadro de situación. Hay una nueva chica superpoderosa que irrumpe en el privilegiado grupo de justicieros desde una “segunda línea” (hay unos cuantos personajes con estos poderes sobrenaturales, por cierto). Stormfront tiene a la electricidad como arma letal pero más importante que eso, posee dones para influir en redes sociales. Desde esa posición, aguijonea y discute el liderazgo del mesiánico Homelander. Ya se sabrá más de esa interna con el correr de los capítulos.
Mientras tanto, en la cúpula de la corporación que todo lo puede y es cada vez más influyente en el panorama político de los Estados Unidos, hay cambios relevantes. Emerge el hierático Stan Edgar, jefe de Vought International, interpretado nada menos que por Giancarlo Esposito (sí, Gustavo Fring de Breaking Bad y Better Call Saul).
Desde su posición, Edgar manipula a Homelander a la vez que negocia con los congresistas del Capitolio un redituable acuerdo que permita a los no-tan-ejemplares superhéroes intervenir en cuestiones internacionales sensibles. El objetivo mayor, sin embargo, es lucrar con la patente farmacológica de un misterioso compuesto, fuente de toda razón y poder.
La mini polémica del estreno
A más de un ansioso/a habrá sorprendido el método elegido por Prime Video para divulgar esta segunda temporada de The Boys. El día del estreno no fueron subidos todos los capítulos, lo que generó una mini polémica en redes sociales y el submundo del cómic televisivo-cinematográfico. La indignación frente a la imposibilidad de una maratón de las que suelen darse en estos casos, aumenta al mismo tiempo en que se redacta esta nota. Lo cierto es que hasta el momento hay disponibles tres episodios y los restantes serán liberados, de a uno por semana, desde el próximo viernes y hasta el 9 de octubre.
La respuesta de los/las fans fue propio del método “review bombing”, esto es: un bombardeo de reseñas negativas como respuesta despechada. Por ejemplo, en la web especializada ComicBook, el 49% de las más de 1400 reseñas enviadas concluyen con calificaciones de una estrella sobre cinco, y casi todas expresan la misma queja: Amazon no ha estrenado la segunda temporada de una vez. “¡¿NO HAY TEMPORADA COMPLETA DISPONIBLE?!?!?!?! Me rindo ¿dónde está mi Netflix?”, escribió un indignado espectador. Otra reseña de una estrella dice: “Qué lástima, estaba deseando verla... Ahora me la saltearé y esperaré a que suban todos los capítulos, luego podré verlos todos sin interrupciones”.
Los cerebros detrás
El cómic en el que se basa la serie, escrito por Garth Ennis con dibujos de Darick Robertson, fue publicado por primera vez en 2006 y desde ese momento no hizo más que generar entusiasmo de fans y controversias en la industria. De hecho, el gigante DC Comics suspendió su publicación luego de seis entregas porque -tal como es público y notorio- no hacía otra cosa que corroer la reputación del género y su exaltación de la perfección de sus súper personajes. Las publicaciones se reanudaron en 2007, en otra editorial más pequeña, hasta completar las 72 entregas mensuales. No fue éste sin embargo, el primer impacto editorial de Ennis: el escritor irlandés de 50 años tuvo su gran hit con Predicador, otra muestra de su talento para crear series de extrema violencia, humor negro y sexo explícito con personajes muchas veces desbordados por sus circunstancias.
En sus palabras, esta línea editorial de sus creaciones se basa en una certeza y una opinión personal. “Aparentemente, no se vislumbra un final para la saturación de superhéroes en cine y televisión”, respondió (por mail) a una entrevista del diario Los Angeles Times. “Parecen ser la fantasía perfecta de esperanza y empoderamiento para un mundo que cada vez más carece de ellos. Personalmente, al no haber crecido con superhéroes, los encuentro completamente idiotas”.
El showrunner de la serie -quien “corre” con toda la responsabilidad del producto- es Eric Kripke, a la vez productor ejecutivo junto al comediante canadiense Seth Rogen (Ligeramente embarazada, Una loca entrevista, Buenos vecinos entre otras). “Estoy haciendo todo lo posible para reflejar el tono que creó Garth Ennis. Es un maestro mezclando violencia extrema con humor absurdo y comentarios políticos, y solo estamos tratando de igualar eso”, dijo Kripke. “Estamos describiendo cómo creemos que se comportarían las personas comunes si tuvieran el poder: abusarían de él”.
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