Un siglo de León Ferrari: el artista “blasfemo” y crítico que sacudió a la sociedad

Un recorrido por el legado creativo y humano del argentino, fallecido en 2013, que logró reconocimiento internacional a partir de una obra que “hizo de los lenguajes del arte un arsenal”. Las polémicas alrededor de su trabajo

Lo llamaron blasfemo por ser crítico. Por ser artista. Quisieron censurarlo y solo lograron que sus creaciones se conviertan en patrimonio de todos. A cien años del nacimiento de León Ferrari, el próximo 3 de septiembre, el pensamiento hecho obra del creador argentino sigue teniendo esa potencia y actualidad que solo los genios pueden conseguir.

Pero el legado de Ferrari, fallecido en 2013, fue mucho más que su trabajo y por eso amigos y personalidades de la cultura no pueden evitar sonreír al recordarlo como alguien cálido y generoso, rebelde y con un gran sentido del humor, siempre atento a denunciar las desigualdades sociales y a defender los derechos humanos pero además, como alguien que “hizo de los lenguajes del arte un arsenal”.

El conjunto de su obra, su pensamiento y sus escritos lo revelan como un creador multifacético y, a la vez, como un hombre con una fuerte impronta política y gran compromiso y sensibilidad social. Reconocido entre los artistas contemporáneos más importantes del mundo, León Ferrari dedicó su vida a denunciar, con valentía, rigor y genio artístico, los daños y las consecuencias de las que han sido siempre sus mayores preocupaciones: la religión, las dictaduras, la intolerancia y la guerra.

León Ferrari

“Su gran aporte fue buscar formas distintas, novedosas, de insistir con las mismas cosas. Decir lo mismo con nuevas estrategias. En tal sentido León hizo de los lenguajes del arte un arsenal”, resalta la historiadora Andrea Giunta, amiga del artista y curadora de la recordada muestra del 2004 en el Centro Cultural Recoleta (CCR).

En el año 2000, la exposición Infiernos e idolatrías, realizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), recibió ataques de ultracatólicos, que tuvo desde una carta de repudio del entonces cardenal Jorge Bergoglio (hoy Papa Francisco) que la condenaba como blasfema, manifestaciones en la puerta, y una bomba de estruendo y olor dentro de la sala.

Arriba dos collages de la serie "Relectura de la biblia" y abajo, 'Infierno', de la serie "Ideas para infiernos"

Aunque fue la retrospectiva de 2004, que recorría 50 años de producción en alrededor de 70 obras, la que alcanzó mayor alcance mediático al ocupar el CCR un edificio que había pertenecido a los franciscanos, por lo que la iglesia reclamaba que poseía un poder simbólico del espacio, y se encontraba junto a una iglesia tradicional de Buenos Aires, la segunda más antigua de la ciudad. Además, se realizaba en simultáneo en la legislatura porteña una ley de educación sexual en las escuelas.

Entonces, grupos ultra-religiosos llegaron a ingresar a la sala para romper obras, realizaron misas durante 40 días, se juntaron a rezar frente a la entrada y acudieron a la justicia para pedir la clausura de la muestra, mientras que el lobby religioso utilizaba imágenes de las obras en que el artista pedía la eliminación del infierno, entre otros.

La justicia falló a favor de la censura -aunque luego fue reabierta-, y el CCR se convirtió en el epicentro de un debate sobre la libertad de expresión, los límites del arte, etcétera. En resumen, devino en uno de los diálogos más intensos y mediáticos que haya tenido jamás el arte argentino. “Mi exposición hablaba de la intolerancia y ellos la demostraron con los hechos”, solía decir en las entrevistas sobre el tema.

Misas, rezos y rotura de obras: la muestra de 2004 en el Recoleta fue una de las más mediáticas del arte argentino (Facebook León Ferrari)

Tan sólo tres años después de aquella controversia, León Ferrari recibía en la Bienal de Venecia (2007) el premio al mejor artista: el “León de Oro”, galardón internacional que otorga una de las bienales más prestigiosas del mundo, donde se vio una de sus piezas más emblemáticas, La Civilización Occidental y Cristiana (1965), una escultura de Cristo crucificado sobre un avión bombardero estadounidense.

Según recuerda Giunta, el artista -que vivió hasta los 92 años- le decía: “Es cierto que me repito, sucede que como las cosas que cuestiono no cambian, tengo que buscar formas distintas de decir lo mismo”.

La autora del libro Contra el canon atesora miles de recuerdos nítidos de Ferrari, pero destaca uno de los primeros: “En 1992, me impactó su obra exhibida en la Biblioteca Nacional, un homenaje al preservativo, cuando en la Argentina la iglesia se oponía a su uso y en el contexto del SIDA. Así que conseguí su teléfono y me citó para el día siguiente. Cuando llegué me ofreció para tomar un vino de misa que le habían regalado. Eran las 10 de la mañana”, remata.

Homenaje a León Ferrari de Canal Encuentro

Ferrar fue un autodidacta, que en los 50 comenzó a expresarse con cerámica y tallas en madera, para incorporar luego diversos materiales y soportes. Posteriormente, dio inicio a las llamadas escrituras abstractas, obras que siguió realizando a lo largo de toda su carrera.

Andrés Duprat, actual director ejecutivo del Museo Nacional de Bellas Artes, conoció a Ferrari a fines de los 90 y en 1999 organizó una exposición de sus obras en el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, que por entonces dirigía: “A partir de allí, yo lo visitaba siempre que viajaba a Buenos Aires. Era una persona cálida y generosa. Y era un placer conversar con él”, recuerda.

En 2009, casi diez años después de aquel encuentro en el que comenzó la amistad, trabajaron juntos en la película El artista, con guión de Andrés Duprat, y donde Ferrari, además de ser coproductor, interpretó junto a Fogwill, Horacio González y Alberto Laiseca a “unos viejos medio zombies en un geriátrico”.

En primera fila Ferrari y Fogwill; en segunda, González y Laiseca, en la película "El artista"

“Siento mucho su ausencia. Recuerdo su buen humor, su fina ironía, su lucidez y su inteligencia. También su integridad, su libertad de pensamiento y su compromiso y solidaridad con quienes tienen necesidades o sufren situaciones adversas”, enumera el curador bahiense.

Para Duprat, León Ferrari siempre fue “un espíritu curioso y joven” y alude así a sus cuadros escritos de los años 60; sus Relecturas de la Biblia; la serie Nosotros no sabíamos en la que recopila noticias de asesinatos y desapariciones durante la dictadura cívico militar; sus planos heliográficos de arquitectura en lo que emula la locura de la sociedad contemporánea y sus indagaciones formales con sus complejas estructuras geométricas.

"La Civilización Occidental y Cristiana" en el hall de ingreso al Museo de Bellas Artes

El Museo que dirige Duprat exhibe en su hall de entrada, de manera simbólica -ya que sólo se puede ver desde la calle- La Civilización Occidental y Cristiana, un preámbulo de la exposición antológica para homenajearlo que se debió cancelar por la pandemia y que se hará en el 2022.

“Será la primera muestra individual de León Ferrari en el Museo Nacional así que tiene algo de reivindicación histórica”, señala Duprat sobre el conjunto de obras que se verán durante 2021 en el Museo Reina Sofía de Madrid, en el Vann Abbe de Eindoven y en el Centro Pompidou de París, hasta regresar a Buenos Aires para su inauguración, con la colaboración de la Fundación Augusto y León Ferrari Arte y Acervo.

A lo largo de su extensa carrera tuvo muestras individuales, como participó de colectivas, en los más importantes centros y eventos artísticos del mundo: desde documenta de Kassel, Haus der Kulturen der Welt, (Berlín), Museo Ludwig (Colonia), Alemania; Pinacoteca do Estado, Bienal de San Pablo, Brasil; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina; Smithsonian Institution, Washington D.C, Estados Unidos; Bienal de La Habana, Cuba, y Museo de Arte Carrillo Gil, México D.F, por nombrar algunos. En 2009, realizó una exposición en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York y, en 2010, fue invitado de honor en Les Rencontres d’Arles, Francia, donde presentó una gran retrospectiva.

Tres obras de la serie "Nunca más"

Otro rasgo indeleble de la producción de León Ferrari fue su permanente defensa de los derechos humanos. El artista se exilió en San Pablo durante la dictadura y fue en esa misma ciudad donde se enteró, en 1977, de la desaparición de su hijo Ariel, quien había decidido quedarse en Argentina. Decidió volver a vivir en Buenos Aires recién en 1991, donde entabló relación con diferentes actores del mundo del arte.

“Los recuerdos más entrañables son aquellas conversaciones sobre arte y política que se daban mientras caminábamos en círculo en las rondas junto a las Madres de Plaza de Mayo. León siempre expresaba su apoyo cuando realizamos los primeros actos artísticos de denuncia y escraches contra represores de la última dictadura cívico militar. La búsqueda de memoria, verdad y justicia era algo que compartíamos”, dice el artista Federico Zukerfeld, integrante junto a Loreto Garín Guzmán del colectivo Etcétera.

“Nos conocimos en 1998 cuando vino junto a su compañera, Alicia Barros, al Centro Cultural Recoleta a visitar la primera exposición de Etcétera. A partir de entonces se formó un vínculo de profunda amistad con él, sus nietas y toda la familia. Eran frecuentes sus visitas a nuestro taller en el barrio del Abasto y las nuestras, a su casa, en la calle Reconquista, en el barrio de Retiro”, enhebra.

En 2007 recibió el premio al mejor artista de la Bienal de Venecia: el “León de Oro”

Para Zukerfeld, “son pocos los referentes del arte argentino que, como León, aborden sus obras mediante la provocación artística y ese profundo sentido del humor, interpelando obsesivamente la relación entre religión y violencia, la guerra o la desigualdad social”.

“Su ética, su solidaridad con las causas sociales y de derechos humanos hacen de Ferrari un ejemplo inspirador para las nuevas generaciones de artistas”, afirma Zukerfeld, quien en 2014, junto a Loreto Garín Guzmán y el filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi, rindieron homenaje al maestro en la Bienal de San Pablo, con una obra que solicitaba la abolición del infierno, inspirada en las cartas que Ferrari envió al Vaticano a fines de los 90.

Con información de Télam

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