I
Roy Lichtenstein siempre se sintió especial. No sólo porque se lo decían sus padres. Cuando era niño, a diferencia del resto de los compañeros de clase, le interesaba muchísimo el arte.
Su madre, una ama de casa que había estudiado como pianista, lo acompañaba a él y su hermana a museos y conciertos en Nueva York. Nació allí, en la gran ciudad estadounidense, en 1923, en el seno de una familia judía.
Luego, como adolescente, hacía lo que el resto no: arte. Dibujaba, pintaba y esculpía con gran facilidad. También tocaba el piano y el clarinete.
Le gustaba el jazz y solía ir, con algunos de sus amigos tan especiales como él, al Midtown a escuchar bandas.
II
Cuando terminó los estudios secundarios aprovechó el verano para estudiar pintura y dibujo y luego ingresó a la Universidad de Ohio sabiendo lo que quería ser: un gran artista, pero no como lo que ya conocía.
Quería ser distinto, especial. Era una sensación que siempre lo acompañaba. Así sentía y así debía ser el proceso creativo.
Después de obtener el doctorado de Bellas Artes en 1949 decidió que era hora de expresarlo todo. No quería crear una obra, quería crear un estilo. Ya había estudiado la historia del arte, ahora necesitaba crear una propia, original, singular, distinta.... especial.
III
Un día, mientras abría una goma de mascar que acababa de comprar, se quedó mirando el dibujo en el papel. Siempre le gustaron los cómics, sobre todo los que venían en los chicles. Eran tan hermosos en su pequeñez que solía imaginarlos en tamaño gigante.
Llegó a su casa e hizo el intento. Usó colores primarios, gruesas líneas oscuras y mucha expresividad en los personajes.
Fue entonces cuando decidió que ése era su gran camino. En 1961 comenzó a producir en serie estas obras. Mujer llorando, una de las mejores, es de 1964. La técnica es de esmalte de porcelana sobre acero de 116,8 cm por 116,8 cm.
Hoy está en una colección privada. Es la adaptación de una historieta de junio de 1963: Secret Hearts, no. 88, DC Comics.
IV
Mujer llorando se expuso por primera vez en el Museo de Arte de Milwaukee en 1965 y desde entonces ha recorrido en mundo. Tiene la particularidad del drama: las lágrimas, la mirada, la boca, el primer plano... es hipnótica.
Se dice que está inspirada en una serie de Picasso. Puede ser, Roy Lichtenstein era un gran fanático de la obra del artista español. Mujer llorando tiene, además, una fuerte connotación norteamericana.
Finalmente logró transmitir esa sensación de especial en el arte. Cada vez que alguien ve una obra sabe quién es el autor. Sin embargo, sobre todo al principio, él buscaba lo contrario.
“Los artistas pop intentamos distanciarnos de nuestra obra. Yo deseo que mi obra tenga un aire programado e impersonal, pero no creo ser impersonal mientras la realizo”, dijo una vez.
Los caminos del arte son muy extraños.
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