La belleza del día: “Fuente en una terraza del palacio”, de Hubert Robert

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

“Fuente en una terraza del palacio”, de Hubert Robert. Oleo sobre tela (40.4 x 28.4 cm), en Residenzgalerie, Salzburgo, Austria

Hubert Robert (1733 - 1808, Francia) fue un excelente publicista de si mismo. Digamos, un artista que supo reconocer los temas que apasionaban al público de la alta sociedad, para quienes trabajaba, y a partir de una muy buena técnica materializaba esas obsesiones en caras realidades para la pared.

Parisino, se especializó en cuadros de paisaje y de ruinas clásicas, pero dándole un toque de vida. Sus obras no eran no-lugares, despojos de una civilización, no transmitían la crudeza de ya no ser, sino que había vida, en árboles, en plantas, o personas que podían aparecer allí, disfrutando de la vida como si nada hubiera pasado.

Entonces, estos lugares históricos, de alguna manera, se convertían en un patio de juego ficcional, en un espacio de disfrute. Así, reprodujo pinturas de paisajes con edificios situados románticamente y motivos pintorescos que estaban bastante alejados de la realidad. Algo que podía hacer gracias a uno de sus grandes atributos técnicos: su habilidad para trabajar en pequeña escala recreando escenarios muy variados.

Es lo que sucede en Fuente en una terraza del palacio, en los que aprovecha los hallazgos de las antiguas ciudades de Herculano y Pompeya, que habían fascinado a la sociedad y a los arqueólogos aficionados de toda Europa, porque en esa clase social, había mucho espíritu de aventura y conquista. Por lo que subió muchísimo la demanda de objetos antiguos y representaciones artísticas de palacios en ruinas y complejos de templos.

En esta obra, que se encuentra en la Residenzgalerie, Salzburgo, Austria, incorporó escenas pastorales en un escenario arquitectónico escenificado. El árbol nudoso inclinado a la derecha, las paredes de la terraza ligeramente destartaladas y parcialmente cubiertas de vegetación, junto con las lavanderas de la fuente y las damas y caballeros aristocráticos que pasean, llevan al espectador a un idilio pastoral encantador y ficticio.

Pintor y grabador, comenzó su obra en la época rococó, en medio del apogeo del reinado de Luis XVI, para quien diseñó jardines, entre otras funciones. Con la caída la monarquía tras la Revolución Francesa fue encarcelado y condenado a muerte por guillotina. Se salvó de milagro, por error ejecutaron a un compañero de celda. Y luego, el destino estaba de su lado, fue uno de los asesores artísticos del recién fundado Museo del Louvre.

SIGA LEYENDO