Inés Ulanovsky da cuenta en Las fotos de la potencia de las imágenes fotográficas para contar biografías, unir integrantes de una familia o recuperar un dato determinante del pasado para la vida de los protagonistas que conforman este libro, en el que las historias exponen la fuerza de la bifurcación de lo personal con lo político.
“Las fotos no tienen el fin de ilustrar los textos y los textos no están ahí para explicar las fotos”, advierte la fotógrafa, productora audiovisual y guionista en el prólogo del libro publicado por Paisanita Editora.
Se trata de una conjunción de relatos que se desprenden del archivo fotográfico de Ulanvosky (Buenos Aires, 1977) en el que están las historias personales, ya que dice que es ahí desde donde escribe, pero también las de personas que develaron detalles en fotos que cambiaron su existencia.
La autora de Las fotos relata en esta entrevista cómo fue construido su tercer libro -antes publicó Fotos tuyas y Algunas madres también se mueren- y expresa su pasión por el “objeto foto” al que diferencia de “un archivo digital”.
“La sensación es que todo es una foto. Y entonces nada es una foto. Obviamente no reniego de lo digital, porque creo que facilitó la tarea en muchos sentidos pero tengo un corazón analógico que prefiere la materialidad a la virtualidad”, sostiene en relación a este momento de proliferación de imágenes digitales y redes sociales.
Desde esa pasión por el proceso que involucra la elaboración de una foto, Ulanovsky pone en juego historias en las que el azar es un elemento central para posibilitar encuentros con lo olvidado, lo buscado o lo que, una vez hallado, puede dar lugar a una nueva forma de habitar la vida.
- El libro está compuesto por fotos de historias muy diversas en las que confluye lo personal con lo político o lo personal toma su dimensión política. ¿Cómo fue la selección? ¿Tuviste que dejar material afuera?
- El hilo conductor del libro son las historias protagonizadas por fotos. Fue difícil dar con ellas, por eso tardé bastante entre que se me ocurrió la idea hasta que lo terminé. Creo que las fotos tienen esa característica única que es la de atravesar tantos universos diferentes a la vez. Políticos, sociales, familiares, materiales, íntimos, simbólicos e históricos. Una misma foto puede ser todo eso al mismo tiempo y por eso me interesan tanto. Quedaron algunas historias afuera que eran muy interesantes pero difíciles de escribir y no las pude resolver desde lo narrativo.
- Algo que me llamó la atención es cómo se repite esta potencia de la foto y la dificultad para verla o verse por lo que transmite. Pienso cuando Mariana Eva Sala, con respecto a su foto de chica, dice que no la puede ver mucho porque esa nena no la estaba pasando nada bien o cuando Daniel Bibiano dice que la foto de su padre en el archivo policial pudo verla solo dos o tres veces porque reconoce ahí una expresión tremenda.
- Aunque uno valore mucho su existencia y sepa que las fotos son también documentos y pruebas, verlas puede ser una experiencia muy dolorosa. Eso es lo que pasa en los capítulos a los que hacés referencia. La foto también es única por la manera inmediata con que te transporta a la escena fotografiada. Susan Sontag dice que la foto es una “experiencia capturada”: a veces son escenas tristes, entonces son difíciles de ver.
- ¿Cómo fue el proceso de escritura en relación a cada foto?
- Cada capítulo fue encarado de un modo distinto. De alguna manera cada uno tiene su propia resolución pero todos comparten una misma estructura general: se cuentan historias en las que hay azar y misterio que se resuelve al final de cada texto. Después de leer aparece la foto de la que se habla. Eso está pensado con la idea de que el lector vuelva a re pensar todo lo que imaginó mientras leía sobre la imagen. La foto funciona como un efecto sorpresa y lo que le pasa a cada lector es diferente también.
-En varias de las historias las fotos funcionan como puentes que unen biografías en el tiempo.
- Diría que las fotos familiares son el recorte que cada familia decide mostrar sobre sí misma. En esos relatos se construyen historias probablemente incompletas o arbitrarias y eso aparece en varios de los capítulos del libro. En la historia de Oscar Ojeda, es en donde queda más clara la función de la fotografía y de los fotógrafos con oficio como es Daniel Muchiut, que gracias a su trabajo y a su compromiso le cambió concretamente la vida a varias personas.
-¿Cómo pensás la fotografía en este contexto de proliferación de fotos en digital?
-La sensación es que todo es una foto. Y entonces nada es una foto. Obviamente no reniego de lo digital, porque creo que facilitó la tarea en muchos sentidos pero tengo un corazón analógico que prefiere la materialidad a la virtualidad. Creo que lo que te puede pasar con el “objeto foto” no pasa con un archivo digital. A los 15 años empecé a estudiar fotografía y monté un pequeño laboratorio casero en un baño. La incertidumbre de no saber si la foto estaba en foco o bien expuesta, hasta revelarla y copiarla con procedimientos químicos era inquietante pero también era una experiencia mágica. Había sorpresa. A mis hijos de 11 y 14 les cuesta entender la no inmediatez de las cosas porque nacieron digitales y a veces creo que les hace falta un poco de vida analógica.
-Hay fotos de tu historia personal: tu madre, tu abuela, tu marido. En los tres casos, son historias de recuperación: la mirada sobre tu marido sin saber que lo iba a ser pero además una foto que descubrís después de varios años; las imágenes de tu madre sobre el funeral de Perón que recuperás varios años después de su muerte y la de tu abuela paterna que además ocupa la tapa del libro. ¿Cómo fue la decisión de que ésa fuese la tapa?
- El libro recorre varias historias, algunas son personales porque me parece que es desde ahí que escribo. Desde una vida que por varios motivos estuvo muy ligada a las fotos. El de mi abuela Eva, es el último capítulo que escribí. Es una historia bastante trágica que le ocurrió a la madre de mi papá y un personaje bastante misterioso que siempre me interesó entonces me pareció un gran homenaje convertirla en la chica de tapa.
-¿Qué lecturas, autores o autoras te acompañaron durante el proceso de escritura del libro?
- Releí mucho a (Ronald) Barthes, a (Susan) Sontag y textos sobre fotografía que me resultaron muy útiles pero también recuerdo haber leído en esos días de escritura El nervio óptico de (María) Gainza, Trance de Alan Pauls y El libro de Tamar de Tamara Kamenszain que si bien no son sobre fotografía me resultaron muy inspiradores, cada uno por diferentes motivos.
Fuente: Télam
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