“I May Destroy You”: catarsis dura y fascinante de una millennial víctima de agresión sexual

La serie narra con realismo, poesía y humor la historia de una influencer exitosa abusada y es una gran reflexión sobre el consentimiento sexual y las contradicciones generacionales. Creada e interpretada por Michaela Coel, quien atravesó una experiencia similar, puede verse en HBO

Michaela Coel es la creadora y protagonista de la serie

“Antes de ser violada nunca le presté mucha atención a ser mujer. Estaba muy ocupada en ser negra y pobre. Osar observar el riesgo que mi sexo puede imponer a mi libertad y supervivencia parece una traición al barrio donde nací y me crié, donde las dificultades no respetaban los genitales”. Arabella Essiuedu, británica con ascendencia africana (Ghana), joven escritora exitosa e influencer, lee el texto a sus boquiabiertos agentes editoriales en el inicio del capítulo 7 de I May Destroy You. La serie de HBO es de lo mejor de este extraño 2020 porque expone brutalmente, plena de realismo e incluso momentos graciosos y hasta poéticos, el momento de una joven mujer que vive la vida loca del Primer-primer mundo. Una mañana despierta con resaca y confusión, reconstruye de a flashes la noche anterior y se da cuenta (lo siente) que fue drogada y violada. Ya nada será igual para ella.

Rara vez la televisión puede ser tan personal o tan singular en su visión, y a la vez volverse universal. I May Destroy You está escrita, dirigida y llevada adelante -aquello que en inglés se define como showrunner- por la joven actriz inglesa Michaela Coel. El dato central es que ella misma, en la vida real, atravesó por una situación así. El producto de esa experiencia convertida en ficción es impactante por variados motivos. El relato se mueve audazmente en el tiempo y sigue a Arabella y sus mejores amigos mientras luchan como pueden con las secuelas de diferentes abusos. En el medio, con maestría narrativa, depurada estética urbana y a toda velocidad -signo de los tiempos- aún en sus momentos de liviandad humorística, la serie describe las tensiones propias de estas avanzadas sociedades en el siglo XXI.

Michaela Coel y Weruche Opia en "I May Destroy You"

La serie de 12 capítulos de media hora -un formato mayormente británico probadamente eficaz- resalta en la sobreabundancia de oferta en esta edad dorada de la televisión, porque se trata de un certero examen sobre el consentimiento sexual y las complicaciones de raza, género y clase, así como por su representación auténtica de un Londres-Babilonia contemporáneo y multicultural. No faltan, tal como reza el aviso legal previo a este tipo de programas, el “lenguaje procaz”, y la preparación y consumo de sustancias tóxicas. Esa combinación explosiva no cae, sin embargo, en ninguna clase de sensacionalismo. Es cruda, real, dolorosa y aún así, extrañamente bella.

¿Quién es esta chica?

“Pensé ‘hay una cosa en mi cabeza, ¿qué es?’ Entonces, antes de que pudiera procesar, digerir y ocultar la experiencia, ya estaba hablando de eso. Esto significaba que mi viaje probablemente es diferente al de otros sobrevivientes de agresión sexual, porque solo estaba hablando de una imagen que podría haber sido un sueño muy extraño”, declaró Coel sobre el momento iniciático en el que decidió contar lo que había vivido. Antes, escribió y actuó la comedia Chewing Gum sobre el despertar sexual de una jovencita condicionada por su formación religiosa y una obsesión de fan por la cantante Beyoncé. Por esa tarea ganó en 2016 dos premios BAFTA, los Oscar británicos, a “mejor actriz de comedia” y “talento emergente”. Tiempo después vivió la traumática experiencia que dio lugar a I May Destroy You.

Teaser de "I May Destroy You"

En un festival de televisión celebrado en Edimburgo en agosto de 2018 contó, por primera vez en público, aquello que había sufrido. Una noche se quedó trabajando hasta tarde en la oficina de la productora de la serie, tomó una copa de vino con un amigo y perdió la conciencia. “Tuve un flashback: había sido agredida sexualmente por extraños”, relató. No tuvo respaldo de la producción de su propio show, que apenas pagó por su terapia y trató rápidamente de olvidar el tema. Ella recién encontró (cierto) alivio cuando pudo escribir sobre eso. “Frente a una situación traumática, resultó terapéutico escribir sobre ella y transformar activamente una narrativa de dolor en una de esperanza e, incluso, humor”, dijo. “La transparencia ayuda”.

“El recuerdo más temprano que tengo de haber pensado ‘esto es algo que quiero escribir’, sucedió cuando tuve que dar mi primera declaración a la Policía. Uno de mis mejores amigos estaba jugando Pokemon Go mientras esperábamos y recuerdo haber pensado ‘esto es muy raro. ¿Qué carajo pasa? Esto es tan bizarro, como nada que hubiese visto o sentido antes. No sé cómo llamar a esta sensación’, y escribí eso. Desde una etapa muy temprana -y lo sé porque grababa las conversaciones- instintivamente quería documentar todo eso para que algún día fuera capaz de mirar atrás y encontrarle algún significado, para que no sea solo un crimen aterrador sin sentido”, recuerda la protagonista.

Mi generación

En la ficción Coel es Arabella, una joven que recopila y convierte sus tuits en un libro bestseller, Chronicles of a Fed-Up Millennial (Crónicas de una millenial hambrienta). Ante la incertidumbre de ratificar el suceso con un segundo libro que demora en terminar, en la noche previa de su límite de entrega, sale de bares con sus amigos: hay bastante tequila, cocaína y baile. El despertar de la mañana siguiente no solo viene con resaca, tiene una herida en la frente, una gota de sangre en su ropa y una extraña sensación en el cuerpo. El repaso mental, fragmentado, concluye con la certeza de haber sido violada. En este punto, el relato nunca toma el camino fácil de la autocompasión, ni siquiera del punitivismo automático. En los siguientes capítulos, mientras el recuerdo traumático vuelve y revuelve, las vida de ella y sus amigos -la actriz a punto de frustrarse, el personal trainer gay adicto a Grindr- continúa con sus claros y oscuros.

La serie logra captar el estado de ánimo de una generación de una manera inmersiva y sincera, sin disculpas

Mucho más que eso, la serie logra captar el estado de ánimo de una generación de una manera inmersiva y sincera, sin disculpas. Arabella y sus amigos en una Londres saturada de teléfonos celulares, selfies y redes sociales, hacen uso y abuso del hedonismo propio de esa edad que bascula entre la apoteosis de la juventud y el “ingreso” en la vida adulta de las preocupaciones y las cuentas por pagar.

Otra pequeña escena resume el momento. Van al supermercado, llegan a la caja. La tarjeta de Arabella no funciona, no tiene fondos. La cajera la reconoce, le pide una selfie. Sonríen para la foto. Se van sin la mercadería. Horas después, ella chequea su teléfono celular y la chica del supermercado ha posteado la foto en Twitter con el texto “su tarjeta fue rechazada. LMFAO” (abreviatura propia del lenguaje coloquial de redes sociales, en inglés Laughing My Fucking Ass Off, algo así como “partirse el culo de risa”).

Otra imagen de la serie, una de las mejores del año

Con anécdotas como ésta y otras tantas que se suceden a cada capítulo, el guión avanza discretamente en su aparente liviandad para poner el foco en discusiones centrales de este tiempo sobre sexo, poder, comportamiento depredador, complicidad y consentimiento -después de “aquella noche”, hay un segundo episodio de agresión sexual con un colega escritor- que no casualmente sucede en el contexto de la avanzada del movimiento global Me Too. En la sucesión de sexo, drogas y música electrónica I may destroy you obliga a la televisión a forzar un diálogo sobre estos temas verdaderamente incómodos. Arabella no se consume por la violación o por ser una víctima. Trabaja, hace fiestas y se junta con sus amigos. Como cualquier sobreviviente, sigue avanzando. Pero seguir adelante puede que nunca suceda.

Por ejemplo: en el inicio del relato, ella se distingue por un look impactante potenciado por sus facciones africanas, ropa deportiva propia de la moda urbana contemporánea cruzada por la cultura hip hop y coloridas pelucas. Con el tiempo, algunas cosas cambian. Michaela Coel lo explica mejor. “Elegimos pelucas que en realidad no complementaban mi piel a propósito. No queríamos que todo se viera genial, e imaginamos que en algún momento, cuando Arabella usó esa peluca por primera vez, era brillante, nueva e impecable. Un poco como su carrera cuando consiguió su primer contrato. Pero a medida que pasa el tiempo, la peluca se va desgastando. Y luego, cuando se da cuenta de que no solo fue violada una sino dos veces, corre hasta el extremo de quitarse la peluca y afeitarse el cabello casi para deshacerse de todo lo femenino que hay en ella. Cambia de ropa también: deja de usar vestidos, polleras, y viste ropa deportiva o pantalones de hombre comprados en Oxfam. Son todas decisiones tomadas desde un lugar de grave vulnerabilidad y temor sobre la identidad”.

La serie sigue la evolución y el cambio físico y de aspecto de la protagonista.

Pese a todo - y he ahí su distinción, tal vez- la serie no avanza en una narración ordenada hacia la exaltación del empoderamiento femenino. El acto de buscar justicia no le brinda a la chica ninguna satisfacción real, ya sea en términos prácticos o emocionales (la escena en el destacamento policial donde ella denuncia la violación resulta antológica y a ojos latinoamericanos, sorprendente por su asepsia narrativa y el lacónico civismo de las agentes a cargo del caso). Ella es una protagonista complicada, contradictoria y esta es una serie donde los dilemas morales y el dolor psíquico flotan en el aire, espesos y brumosos como el humo de la marihuana que fuma casi continuamente. Los hechos son esquivos y la verdad es apenas un recuerdo. Mal que pese, casi como en la vida misma.

* Los nuevos capítulos de I May Destroy You se estrenan los lunes a las 23 hs por HBO. El resto está disponible en HBO GO. Más información.

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