7 puntos sobre el concurso de Letras del FNA: “¿Qué clase de estímulo y estrategia de política cultural es la supresión de otros géneros?”

A partir de las declaraciones de Mariana Enríquez, directora de Letras del Fondo Nacional de las Artes, y de Diana Saiegh, presidenta del organismo, a Infobae Cultura, el autor argentino realizó una crítica sobre una discusión que, considera, no es por la jerarquía de los géneros literarios, sino por el criterio detrás de las medidas

(shutterstock)

La discusión no es por la jerarquía de los subgéneros literarios sino por el criterio que subyace a una medida de política cultural

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Mariana Enríquez, la directora del área de Letras del FNA dice que “La decisión se basó en estimular estos géneros, no se basó en dejar de lado, sino en focalizar en esos géneros que son, en estos concursos y en la mayoría de los concursos, dejados de lado, marginados. (…) que tengan mayor visibilidad.” Mariana Enríquez parece olvidar que ella misma, autora que escribe en esos subgéneros, hace no mucho ha ganado uno de los premios más importantes de Hispanoamérica, el Premio Herralde, con una novela que trabaja una vez más sobre el género que ella siempre practicó. No hace falta aclarar la importancia y visibilidad del premio Herralde. Su libro anterior, también dentro del género, ya antes de que saliera, se promocionaba con la mención de que ya tenía contratada “veinte traducciones”. No me parece que a ninguno de esos subgéneros: el terror, la ciencia ficción, el fantástico les falte visibilidad. Si eso ocurrió alguna vez, no es lo que pasa ahora, donde las segmentaciones de género son bienvenidas en la literatura. Casi lo contrario. De hecho, otra de las autoras más visibles de nuestro panorama narrativo, Samanta Schweblin escribe sobre todo cuentos fantásticos, extraños. Samanta ha sido dos veces finalista del Man Booker Prize, pero algo más pertinente en lo que a esta discusión se refiere, Schweblin ganó el premio Fondo Nacional de las Artes en 2001.

Por otro lado, ¿por qué sería un estímulo la suspensión de los otros subgéneros? ¿Qué clase de estímulo y estrategia de política cultural es la supresión de otros géneros para que tres se destaquen? Sobre todo cuando en el marco anterior del concurso han resultado ganadores y premiados autores que escriben en esos géneros.

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La directora del área de letras del FNA sin embargo aclara que se trata de “un concurso que se hace este año nada más, en un año que solo se hace un concurso de Letras. Ese fue el sesgo. Y es un sesgo de estímulos a literaturas que suelen ser consideradas menores, dejadas de lado, ninguneadas, etcétera.” Pareciera que se ataja, que dice “no es para tanto”, es una excepción, es sólo por este año. ¿Pero por qué debería ser así? Siguiendo su lógica y política de estímulo no debería haber entonces en los próximos años la misma posibilidad de estímulo para el resto de los géneros o, según las bases, temáticas? ¿No sería más consecuente que el año próximo los subgéneros fueran: fantasy, erótica y policial? ¿Y el otro, realismo mágico, noir y política? ¿Por qué alentar una política que no se va a sostener en el tiempo? ¿Las políticas –también las culturales– no se establecen para ponderar sus efectos y beneficios en el tiempo?

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La directora del área de letras del FNA no consideró en su búsqueda de estímulo para tres subgéneros narrativos que si hay un género marginado en la industria editorial argentina, si hay un género ninguneado o ignorado por los gestores culturales (públicos y privados) y con pocos lectores es la poesía. Para la poesía esta medida es un chiste, como dijo Cecilia Pavón y como de hecho circularon tantos en las redes. ¿Poesía de terror? ¿Poesía fantástica? ¿Juanele agregando un androide a la orilla del Gualeguay? ¿Irene Gruss haciendo que tenga asma un aparecido? Estoy caricaturizando, claro. El sentido es otro y se entiende. Espero.

Edgardo Scott (Thomas Khazki)

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La directora del área de letras del FNA explica “mi idea que yo consideraba como más fuerte que la del género, porque un concurso de género en un momento excepcional como este está casi en sintonía (la cursiva es mía), era darle un lugar a la literatura de la imaginación, pensar un poco en géneros que nos explican la realidad desde otro lugar.” Este es uno de los puntos centrales del problema. Mariana Enríquez cree que estos géneros “están en sintonía” con este “momento excepcional”. ¿Qué quiere decir? El momento excepcional, sin eufemismos, significa una pandemia de Covid-19, un virus sin vacuna hasta el momento que puede llegar a ocasionar la muerte. 617000 muertos en todo el mundo, al corte de hoy. Más de 15 millones de contagiados en 196 países. 2490 muertos en Argentina sobre 136105 casos. Es respecto de este grave problema sanitario que la directora dice que estos subgéneros, recordemos, “el terror, el fantástico y la ciencia ficción” estarían en sintonía. Y que se trata de darle lugar a la “literatura de la imaginación” (como si hubiera alguna literatura sin imaginación) y a géneros que nos explican la realidad desde “otro lugar”. ¿Qué lugar será ese? La literatura es el reino de la palabra y ese reino es siempre “otro lugar”, no importa el género; los géneros no dejan de ser sobre todo formas de lectura, más que de escritura. Pactos de lectura, también. Esto ya lo dijo mil veces y mejor Ricardo Piglia. Un lector de policiales o un lector de ciencia ficción va al encuentro del texto que sabe de ese género con cierta expectativa de lectura. ¿Pero cuál es la “sintonía” entre estos géneros y la pandemia? Lamentablemente la única que puedo imaginar o deducir yo, es la idea de que la pandemia real, la pandemia que sucede en la realidad, se equipara a las representaciones de ficción bastante estereotipadas que por lo general han vertido esos géneros: el cine catástrofe, o a esta altura la infinita cantidad de libros y películas sobre zombies (que en las últimas versiones por lo general padecen un virus inexplicable y contagioso), o las distopías, aquello que sucede en otro tiempo, y por ende en otra realidad. ¿Son esos los moldes imaginativos para esta situación? Bueno, se dirá, esos son esquemas o fórmulas. ¿Pero por qué en un momento que compromete tantas tensiones e intereses políticos, sociales y culturales inéditos y complejos habría que reducir las representaciones literarias solo a través de estos géneros? Yo querría pensar y leer un texto de Rodolfo Walsh, por ejemplo, que se “inspire” o “registre” esta situación. O de Luis Gusmán. O de Tamara Kamenszain.

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La directora del área de letras del FNA dice que “Entonces conferir al realismo como género la capacidad de crítica y pensar que no hay crítica en los géneros como el terror o la ciencia ficción es quizá no tener una lectura extendida de libros así.” Es en este punto donde Mariana Enríquez retoma y tergiversa algo que yo escribí ayer, y es esto, literal: “El realismo es la crítica de la realidad”. Y esto que dije hoy: “situar al realismo en su mejor tradición”, que es la de la crítica de la realidad. En ningún momento dije que sólo el realismo se ocupa de la crítica de la realidad. Todos los géneros representan y critican la realidad, y todos los géneros a su vez son autónomos en su concepción formal y poseen su propia realidad, su realidad artística. Por supuesto que leyendo a Ballard, a Chandler, a Dick o Ursula Le Guin se puede leer una crítica a la realidad, pero también leyendo a Gustavo Ferreyra, a Zola, a Katherine Anne Porter y a Beckett. La crítica de la realidad es un elemento que no pertenece a ningún género. Y tampoco es la única función de la “literatura criticar la realidad”. Tampoco reproducirla. Una vez más: lo que se cuestiona es por qué suspender, por qué excluir, comenzando por la poesía, todos los otros abordajes, todas las otras formas que pueden estar “en sintonía” con este “momento excepcional”.

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Pero por si hiciera falta, también habló la presidenta del FNA, Diana Saiegh, respaldando la “gestión” y la política de Mariana Enríquez: “Aquí hubo una idea y la defiendo: la idea fue buscar acercarnos a una temática que nos envuelve a todos (la cursiva es mía), en una realidad que nos tiene descolocados y alertas. No quisimos fijarle exactamente una temática pero sí que lo escrito surgiese de lo que estamos viviendo aquí y ahora (la cursiva es mía), era también para que se escriba, el que así lo quisiese sobre esta enigmática realidad con materiales actuales (la cursiva es mía)”. ¿Lo que estamos viviendo aquí y ahora entonces sólo es representable a través del terror, el fantástico y la ciencia ficción? ¿la temática que nos envuelve a todos sólo puede representarse a través de esos subgéneros? Verdaderamente pareciera que es el FNA el que tiene vetustos prejuicios de género.

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Last but not least. Por último, la presidenta del FNA, más que decir, aclara cuál es el carácter de la autoridad y de su autoridad en la función pública: “Por último voy a decir algo que sonará fuerte, muy fuerte, pero es lo que pienso: los escritores tienen derechos, los músicos tiene derechos, los pintores, escultores, actores, todos tienen derechos y mi deber como funcionaria es respetarlos... pero los gestores, directores, etcétera, que tenemos una misión y función también tenemos derecho a orientar y decidir cómo dirigir orientar y decidir. En este caso NO acepté gerenciar el FNA para que todo siga igual, lo hice porque la experiencia y la trayectoria me avalan a tomar determinadas decisiones, ésta es una de ellas.” La democracia y sus instituciones lo disimulan bien, pero cada tanto dejan en claro de qué se trata el poder. Que siempre tiene tanto que ver con aquello que escribió Lampedusa en el inolvidable Gatopardo.

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