La belleza del día: “Naturaleza muerta”, de Giorgio Morandi

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

"Naturaleza muerta" (1916), de Giorgio Morrandi. Oleo sobre tela (82.5 x 57.5 cm), en el Museo de Arte Moderno de Nueva York

La naturaleza muerta ha sido el gran tópico en la carrera del pintor italiano Giorgio Morandi, de quien hoy se celebra los 130 años de su nacimiento en Bolonia, por lo que es común este nominación en muchísimas de sus obras.

Al principio de su recorrido pictórico siguió a los futuristas, al movimiento Novecento italiano y la escuela metafísica, influenciado por su amistad con De Chirico. Luego su iconografía se centró en objetos de la vida cotidiana, siendo las botellas el utensilio recurrente en la mayoría. La pintura de bodegón (still life) que desarrolló se centra en el diseño, el cromatismo y la iluminación para producir un efecto de serenidad, bienestar y armonía.

Esta representación de Natura morta (Naturaleza muerta) de 1916 es un ejemplo clásico de su estilo: incluye dos botellas marrones, una jarra gris y una cafetera, y una caja gris de dos tonos. Los elementos se presentan de manera simple, sin artificios ni detalles, desnudos en su esencia.

La obra está dividida en tres espacios: la superior e inferior son de color marrón chocolate, destacando la mesa que se representa más clara para definir mejor los objetos y las sombras proyectadas.

Aunque el tema no es notable en sí mismo, la naturaleza muerta tenía ya una centenaria tradición y fue realizada por artistas de todas las épocas -y lo sigue siendo- para Morandi era la forma de expresar el poder de la pintura: “Incluso en un tema tan simple, un gran pintor puede lograr una majestad de visión y una intensidad de sentimiento a la que respondemos de inmediato”.

La obra de Morandi es celebrada incluso en el cine italiano. Uno de sus bodegones aparece en una escena de La dolce vita de Fellini (1960) y Antonioni empleó otra de sus pinturas para decorar el apartamento milanés de su película La notte (1961).

Morandi mantuvo esta pieza en su estudio personal durante muchísimos años, lo que denotaba cierto orgullo por la misma. Además, la seleccionó para mostrarla durante la Bienal de Venecia de 1948, donde obtuvo críticas favorables y por la que ganó el premio de pintura del evento. Posteriormente, fue adquirida por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, donde puede apreciarse hasta la actualidad.

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