En 1989, un director muy famoso, Steven Spielberg, estrenó en cines Siempre. Una comedia romántica, protagonizada por Richard Dreyfuss y Holly Hunter, que incluía a un fantasma en la trama. Fue, además, la última aparición en cámara de Audrey Hepburn. La película debía ser un éxito, pero contrario al plan inicial se convirtió en un enorme fracaso de taquilla. El 13 de julio del año siguiente se estrenaría otra película con la misma temática, pero esta recaudaría más de 500 millones de dólares. Ghost, la sombra del amor, despide la década del 80 y recibe los 90 desconcertando al público y a la crítica.
El guionista, Bruce Joel Rubin, venía de trabajar en Deadly Friend, el film de Wes Craven que mezclaba la muerte con robots. Pero lo más extraño de esta propuesta era el nombre del director: Jerry Zucker. Conocido por estar detrás de las comedias del momento: ¿Y dónde está el piloto? (1980), Top Secret! (1984) y La pistola desnuda (1988). ¿Cómo es que dos personas que nada tenían que ver con las películas de amor se embarcarían en una, y además lograrían que sea el film más exitoso de 1990? El proyecto surgió de Bruce Joel Rubin. La idea se le ocurrió mientras veía Hamlet, con ese padre fantasma que se aferra al sabor furioso de la venganza. ¿Cómo llevar la esencia de esa historia a un drama romántico que suceda en las calles sucias de Nueva York?
Rubin convivió con su guion escrito durante cinco años, siendo rechazado de puerta en puerta hasta que los productores Steven-Charles Jaffe y Lisa Weinstein creyeron que aquella historia podía arrastrar una gran masa de espectadores al cine, solo habría que hacerle algunos cambios. Faltaba un poco de comedia para equilibrar la amargura del duelo, así que pensaron en llamar a Jerry Zucker. Rubin puso el grito en el cielo, porque en su mente estaba el nombre de Stanley Kubrick, o en su defecto Milos Forman. Zucker leyó el guion y planteó que había que hacer una obra donde se mezclen todas las emociones: la risa, el llanto y un par de sustos. “La película debe ser una montaña rusa”, afirmó. Esa sería la primera discusión de tantas.
El casting enfrentaría a Rubin con Zucker una vez más: el guionista quería a toda costa que el protagonista de Ghost sea Patrick Swayze. Pensó que sería el indicado cuando vio una entrevista que le hicieron en televisión. El actor galán rompía en llanto frente a la cámara al hablar de su padre, fallecido recientemente. Rubin pensó que si un machote como Swayze podía llorar así por alguien que ama encajaría perfecto con el papel. Zucker se opuso a que Swayze audicione: ‘‘Sobre mi cadáver Patrick El duro Swayze va a interpretar este rol.‘‘, dijo el director. Zucker había encasillado a Swayze en el estante de hombre rudo que reparte piñas y patadas, por su papel de Dalton en El duro (Rowdy Herrington, 1989). ‘‘Necesitaba hacer Ghost por mi alma. Venía de hacer El duro y Con su propia ley y no quería ser considerado un actor de acción'‘, contó Swayze. Quien luchó mucho por obtener el protagónico.
Apenas leyó el guion de Rubin se enamoró de esa fusión entre romance y escalofríos. Fue su forma de leer las últimas líneas lo que convenció a los productores, incluso al terco Zucker. “Todos teníamos lágrimas en los ojos”, aseguró el director. Apenas fue confirmado, Swayze empezó su campaña para que llamen a su amiga Whoopi Goldberg. Había otros nombres en mente para el papel de Oda Mae Brown: Tina Turner y Oprah Winfrey. Demi Moore fue la primera actriz elegida para interpretar a Molly, pero la imagen que la producción escogió era esa mujer de pelo largo color petróleo que enamoró a medio mundo en Wisdom (Emilio Estevez, 1986) y Un loco verano (Savage Steve Holland, 1986). Cuando Demi Moore se apareció en el set, el primer día de rodaje, con el pelo corto Zucker sintió que la película se le caía a pedazos. Su enojo duró un tiempo, sin embargo, años después, aceptó que, aunque no lo consultó, el corte de pelo de Moore fue el moño que le faltaba a Ghost. Un look que marcaría tendencia en cientos de mujeres en esos primeros años de los 90.
A pesar de los enfrentamientos entre el guionista y el director, Zucker le pidió por favor a Rubin que esté a su lado durante el rodaje. Era la primera película que dirigía solo Zucker y se sentía con mucho miedo, invadido de inseguridades. Otra película guionada por Rubin se filmaba en el mismo momento: Alucinaciones del pasado (Jacob´s Ladder), dirigida por Adrian Lyne. Zucker le dijo a Rubin que Adrian Lyne podía filmar tranquilo porque ya tenía mucha experiencia habiendo dirigido antes Flashdance, Atracción fatal y Nueve semanas y media. En cambio, él, realmente lo necesitaba. Rubin no lo dudó: se ausentó del set de Lyne para acompañar a Zucker de principio a fin de la filmación de Ghost. Gestos que Zucker jamás olvidaría.
Un amor sin etiquetas
“Supongo que Ghost no es peor que la mayoría de las películas de fantasmas”, escribió el crítico de cine Roger Ebert, con cierta cuota de desprecio, en el Chicago Sun-Times, al momento del estreno. Antes pasaron varios films de amor con fantasmas, desde El fantasma y la señora Muir (Joseph L. Mankiewicz, 1947) hasta Doña Flor y sus dos maridos (Bruno Barreto, 1976). Sin embargo, Ghost se presentó novedosa por el cruce de universos autorales que la llevaron a cabo. Esa ensalada es lo que consiguió que Ghost no sea una película de amor más, tampoco otra de fantasmas entre tantas. En primer lugar, por su increíble equipo técnico. Sin temer ser un poco cursi, el film presenta a los personajes y su hábitat a través de un puñado de planos donde la hipnótica fotografía de Adam Greenberg (Terminator 1 y 2) y el imaginativo montaje de Walter Murch (Apocalipsis Now, La insoportable levedad del ser) explica los vínculos y sus complejidades.
Apenas empieza la película, el director nos mete en un espacio enigmático. La cámara rodea, sin revelar demasiado, a objetos cubiertos con plástico, escaleras y formas indefinidas. El aire está cubierto de una bruma que no permite ver con claridad. De repente, la pantalla funde a negro. Apenas un segundo. Esa oscuridad que tiñe la pantalla es rota por un martillo gigante que manipula un hombre sin camisa: Sam White. El personaje que cambió la carrera de chico duro de Patrick Swayze. Sam rompe la oscuridad permitiendo que entre la luz a través de un hueco. Esa es la forma que tiene Zucker de presentarlo: el protagonista tendrá que enfrentarse a lo más oscuro. A su lado está Molly (Demi Moore), su gran amor. Del otro lado se encuentra su mejor amigo, Carl Bruner (Tony Goldwyn). Quien más tarde se revelará como la cabeza del crimen que llevará a Sam a la muerte. ¿Es Carl uno de los villanos más grandes de la historia del cine? Claro que sí. Porque es un lobo en la piel de un cordero. Al principio, Zucker y Rubin no estaban convencidos de que Tony Goldwyn interprete a ese personaje despiadado porque el actor tenía cara de bueno. Fue a través de ese comentario que Goldwyn los convenció de que por ese detalle sería el malo perfecto. Tan perfecto que el actor tuvo que lidiar durante muchos años con el maltrato en público de algunas personas que lo atendían mal en locales por recordar el daño que le hizo a Sam.
En la primera escena de Ghost, Sam y Molly están refaccionando el loft donde vivirán. Carl los ayuda tirando paredes con un barbijo puesto, para no respirar el polvo que flota por todo el lugar. Al día siguiente, Sam debe vestirse de traje para venderle un proyecto a un grupo japonés. El director y guionista nos cuentan en apenas una breve escena la relación cercana entre el protagonista y Carl. En el pequeño cubículo de un ascensor de oficina, Carl bromea, en presencia de mucha gente, que su erupción en los genitales ha empeorado, y que es muy contagiosa. Sam le sigue el juego, mientras las personas que los rodean se alejan espantadas con poco disimulo. Una secuencia que narra con una acción un tanto adolescente que Sam y Carl no solo son muy buenos amigos y compañeros de trabajo, son cómplices en la risa.
Hechas las refacciones del loft, avanza la mudanza al nido de amor. Ya desde el comienzo la presencia de la muerte se anuncia a través de símbolos y objetos. La obsesión de Jerry Zucker por los objetos interviniendo en las escenas brilla en sus comedias como en este drama sobrenatural. Mientras en Top Secret! la estatua de una paloma gigante se caga, anunciando el desastre; en Ghost la estatua de un ángel se eleva, por obra y gracia de los mudanceros. Un espejo es trasladado por los pasillos de la casa, en el reflejo aparecen enmarcados Carl, Sam, Molly y la escultura del ángel agorero. El otro detalle que nos avisa que sucederá algo malo, una tragedia, es que, antes de dormirse, Sam le dice acongojado a Molly “Pareciera que cuando me sucede algo bueno en la vida temo perderlo”. Ella le dice “Te amo”, él responde “Ditto (ídem)”. Cuando acercan sus bocas para darse un beso el noticiero interrumpe a todo volumen con el anuncio de una tragedia aérea. Los dos miran aterrados por la televisión cómo sacan los cadáveres de un avión. Un video real del accidente del vuelo 1141 de Delta Airlines, en Dallas Fort Worth, ocurrido el 31 de agosto de 1988. “Debería cancelar mi vuelo a Los Ángeles.”, reflexiona en voz alta Sam. Y no puede evitar hablar de la posibilidad de encontrarse con la muerte. “Es increíble, así de fácil. De golpe”, dice asustado, impresionado por las imágenes que muestra el noticiero. Ghost es una película de amor, pero también es un relato sobre la aceptación de la muerte. De cómo una despedida puede ser triste y al mismo tiempo feliz.
La escena sexual más parodiada de la historia del cine
“No podía dormir”, le dice Molly a Sam, mientras hunde sus manos en arcilla. Son las 2 de la madrugada, y la co-protagonista está concentrada en una tarea de alfarería mientras comienza a sonar el himno musical de la película: Unchained Melody, en la voz de The Righteous Brothers. En el guion original, Molly era una escultora que trabajaba con martillo y cincel sobre granito. Zucker cambió la técnica del personaje porque era una idea que lo acompañaba desde hace tiempo. Se lo tomó tan en serio que el director asistió junto a Demi Moore a clases de alfarería para poder filmar la famosa escena.
Un año después, en 1991, el mismo Zucker, junto a su hermano David y Jim Abrahams, parodió su propia escena en La pistola desnuda 2 ½. Se volvió una escena tan icónica del cine que mucha gente la conoce sin ni siquiera haber visto la película original. La única escena de sexo de Ghost no había sido planeada como se ve en pantalla. La pieza de alfarería no debía arruinarse, sin embargo ese error le otorgó más frescura y sensualidad a la secuencia. Como si un chiste de Zucker se hubiera colado en una escena donde no hay espacio para la risa. A partir de 1990, nadie pudo ver un torno de alfarería sin pensar en los pectorales de Patrick Swayze, ni escuchar Unchained Melody sin imaginar a Demi Moore con la camisa grande de hombre contrastando con el negro de su pelo.
Actuar de muerto y otras dificultades
El protagonista es asesinado luego de ver Macbeth junto a su novia. Una de las últimas cosas que le dice Molly a Sam antes de que él sea asesinado es que tiene mucho miedo de la crítica que puedan hacerle a sus obras de arte en el New York Times. “En el New York Times escribe un crítico frustrado con granos en el culo que fracasó en el arte”, escupe en una calle oscura Sam. ¿Es Rubin y Zucker anticipándose a las futuras malas críticas que saldrían en los diarios? Claramente sí. “No debería importar lo que piensen los demás”, agrega el personaje. Un detalle lindo de esa escena es que Molly, la mujer, es quien le dice espontáneamente de casarse a Sam. No hay un hombre que se arrodilla ni rituales de manual. La muerte del protagonista es una sorpresa: vemos a Sam correr tras el asesino a sueldo, Willie Lopez (Rick Aviles), sin saber que ya es un fantasma. Nosotros, los espectadores tampoco lo sabemos, nos enteramos al mismo tiempo que él.
“Eres nuevo, ¿no? Se nota. No es como antes. Es completamente diferente”, le dice otro fantasma a Sam en la sala de espera del hospital. Le da algunos consejos sobre su nueva etapa, y le muestra cómo atravesar una tela. Zucker tenía la idea de que cuando los fantasmas pasaban a través de objetos sólidos estaban absorbiendo algo del material de esos objetos. Para explicarle a los técnicos de efectos especiales lo que buscaba, el director mojó una servilleta en el café.
No es sencillo procesar que ya no estás en el mundo de los vivos, por eso Sam debe entrenarse en el oficio de fantasma, para aprender algunos trucos que le permitan materializar su venganza y proteger a Molly. Mover y lanzar objetos, encontrar a una medium que tenga el don de escucharlo y saber cómo ocupar un cuerpo para ser visto y oído por una persona mortal. Esas lecciones fueron filmadas en un nivel abandonado del subte de NY. Debajo de la estación de la 42 Street station, en la octava avenida. Swayze contó varias veces lo difícil que era para él actuar de fantasma, teniendo que ser en muchas escenas espectador de la acción. Durante el rodaje el frío azotaba Nueva York, una dificultad para grabar las escenas en exteriores ya que, al ser un fantasma, Sam no podía tener un aliento visible. Para solucionar ese detalle, el director lo hacía masticar hielo todo el tiempo a Swayze.
En Ghost nadie puede escaparle a la muerte, pero al final de la vida hay dos caminos posibles: puedes descender a una clase de infierno, a purgar tus faltas, o ascender al cielo. Siempre y cuando hayas resuelto los asuntos pendientes en la Tierra. La muerte de los malos era espeluznante. El momento donde las sombras oscuras retiraban el alma traumó a más de un espectador desprevenido. Para lograr ese efecto escalofriante el director utilizó un sonido muy particular: gritos de bebés reproducidos a una velocidad extremadamente lenta hacia atrás.
Ghost no solo fue la película más taquillera de 1990, también fue el film más alquilado en VHS en 1991. A los pocos meses del estreno de la película, algunas letras de hip hop incluyeron la frase ‘‘I´m Swayze'' para hablar del hecho de no estar vivo o presente. Swayze se volvió un sinónimo de la palabra “fantasma”. La cuota de comedia de Whoopi Goldberg, y esa recordada escena donde se niega a soltarle un cheque millonario a una monja (interpretada por la madre de Rubin), le abrió el camino para ganarse su primer Oscar. Premio que también levantó en la ceremonia el guionista Rubin, después de tanto luchar porque se haga su película, y de tolerar tantos cambios en sus diálogos.
Sobrevivió tanto tiempo Ghost, como un fantasma que no abandona el plano de los vivos, que en 2011 se transformó en un musical adaptado por el mismo Rubin. Estrenándose en el Piccadilly Theatre del West End londinense y, haciendo escala en Broadway, aterrizó en Argentina en 2015. La vida y carrera de quienes trabajaron en la película no volvió a ser la misma. Jerry Zucker volvió por un rato a trabajar en comedias con su hermano, pero también dirigió de nuevo en solitario (First Knight en 1995) y produjo las comedias románticas La boda de mi mejor amigo (P.J. Hogan, 1997) y Amigos con beneficios (Will Gluck, 2011). Bruce Joel Rubin siguió obsesionado con la muerte, y en 1993 dirigió su primera película: Mi vida, con Michael Keaton y Nicole Kidman. Lo interesante de esa obra es que quien se la produjo es nada más ni nada menos que Jerry Zucker. Finalmente, y pese a sus diferencias, lograron acompañarse y ayudarse entre sí. Porque el cine nunca es un arte individual, es siempre colectivo.
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