La pintura suele captar un momento. Aunque algunas lo hacen con tal potencia, con tanta belleza, que nos transportan, nos iluminan, nos hacen querer ingresar a ella y disfrutar. Esto sucede con La muchacha ciega, de John Everett Millais.
Esta obra del pintor e ilustrador inglés, miembro fundador de la Hermandad Prerrafaelita y destacado creador del romanticismo, refleja un instante de comunión profunda, de unión con un otro y la naturaleza, a través de la muchacha ciega que da nombre de la obra y quien podría ser su hija o hermana, quien mira atónita la formación de dos arcoíris y parece transmitirle todo ese encanto a través de un apretón de manos.
La pieza de 1856 contiene muchas de las características prerrafaleita, con esa combinación de la temática moderna, con puntos de estética de la pintura religiosa renacentista. Un acercamiento a la tradición, pero a partir de temáticas entonces contemporáneas.
La mujer es una ciega que mendiga, como la delata sus ropas raídas y el pequeño acordeón en su falda, con un rostro hermoso, de piel aterciopelada y fina, de facciones delicadas, características estéticas de las madonas. Además, un paño cae desde su cabeza, en lugar del velo, lo que refuerza aún más ese carácter de pieza religiosa.
Millais las sitúa fuera del pueblo o la ciudad, a la vera de un camino, en el medio de una campiña donde seguramente no era el mejor lugar para mendigar, con un tránsito menor de personas. Lo hace adrede, para reforzar aún más ese estado de paz y armonía de las protagonistas, rodeándolas del amarillo de los cultivos para que el ojo no tenga otras distracciones.
En ese sentido, el instrumento musical y las briznas de hierba que la joven desmenuza suavemente con sus dedos no solo sirven para reforzar la idea de la ceguera, sino también el de la vivacidad del resto de los sentidos, de la capacidad de disfrutar del instante aún cuando no pueda apreciarlo.
Se desconoce quién fue la modelo, aunque se sabe que en primera instancia fue Effie Gray, su esposa, pero como no soportaba mucho tiempo debajo del sol, el artista utilizó distintas modelos de la localidad escocesa de Perth donde residía. El paisaje, por otro lado, es una recreación de Wilchelsea, en la región de Sussex.
La obras más conocida de Millais es la magnífica Ofelia, y tanto ésta como La muchacha ciega, que se encuentra en Birmingham Museum and Art Gallery, pertenecen a su primera etapa como artista, dentro de los ideales estéticos de la asociación prerrafaelita -lo que para muchos críticos del arte fue el primer movimiento de vanguardia. A partir de la década de los años setenta va girando hacia los cánones académicos, donde se centra más en la grandeza del imperio británico que en la vida cotidiana de las personas comunes, con una fuerte influencia compositiva de Rembrandt.
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