Si hubiera que hacer una cronología del proyecto de ley del Instituto Nacional del Libro Argentino, el origen está en abril de 2019, hace ya más de un año, cuando un grupo de escritores, traductores, editores y demás gestores de la industria del libro hicieron la presentación oficial en el Anexo del Congreso de la Nación, encolumnados detrás de Daniel Filmus, que por entonces era diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. El debate circuló en ámbitos especializados a lo largo de todo el año con algunos destellos de entusiasmo pero se fue pinchando de a poco.
¿Qué sucedió? Varias cosas. Por un lado, el mandato de Filmus llegó a su fin y el proyecto de ley quedó sin apadrinamiento. Por otro, la falta de decisión política de las distintas bancadas legislativas de acompañar esta medida. Y por último, el remate: la llegada de la pandemia comenzó a sepultar en el olvido —como casi todo lo que no tenga que ver con el monotema— la posibilidad de construir un organismo que diseñe estrategias para frenar la estrepitosa caída de la industria editorial. Sin embargo, los protagonistas del universo del libro no piensan dar esta batalla por perdida: mañana se realizará una asamblea online para tratar el tema.
Organizada por la Unión de Escritoras y Escritores, la reunión —que se realizará a las 18 horas vía zoom— lleva por título “El Instituto del Libro es necesario” y cuenta con la participación de diversos colectivos. El objetivo del sector es que el proyecto se vuelva a tratar en el recinto, dado que tiene estado parlamentario hasta noviembre. Así como el cine tiene al INCAA, el teatro al INteatro y la música al INAMU, el sector literario necesita su INLA (instituto Nacional del libro Argentino). “Es una institución que debería existir desde hace mucho tiempo”, dice la escritora Eugenia Almeida en diálogo con Infobae Cultura.
“Es muy necesario para los editores, imprenteros, diseñadores, traductores, libreros, bibliotecarios. Es increíble cómo un instituto, si es que toma la forma que realmente queremos que tome, podría servir para ayudar, acompañar y sostener a todos estos sectores”, continúa la escritora cordobesa —autora de, entre otros libros, Inundación—, que será una de las expositoras en la asamblea de mañana, así como también Pablo Ingberg, quien sostiene que “en un país de economía tan inestable como el nuestro, un INLA contribuiría a políticas públicas anticíclicas para el sostenimiento y el crecimiento constante del sector”,
Ingberg, que forma parte del Frente de Traducción Autoral y de la comisión editorial de la AATI (Asociación Argentina de Traductores e Intérpretes), habló con Infobae Cultura y aseguró que “la industria editorial es una industria cultural que da trabajo a mucha gente de diversos rubros, entre ella la que se dedica a la traducción”, pero que además “hay mucha ‘capacidad humana instalada’ para el desarrollo de la industria. En el período 2003-2008, con tipo de cambio competitivo y poder adquisitivo de los salarios en aumento, hubo una explosión de editoriales argentinas”.
“Según datos de 2018 —agrega—, una situación menos catastrófica que 2019 y obviamente que 2020, el 6% de los títulos publicados en Argentina son traducciones. En España, que además publica el doble de títulos, el 20% son traducciones. Por eso la mayor parte de las traducciones que leemos en Argentina provienen de España. Hay muchísimo campo abierto para crecer en la traducción argentina. Además, el gremio traductor puede contribuir a un gran aumento de la producción editorial nacional. Una producción que, además de dar trabajo local, sustituye importaciones y produce exportaciones”.
“La creación del Instituto del Libro es una cuenta pendiente del sector de la cultura con la industria editorial”, sostiene Marcelo Guerrieri, presidente de la Unión de Escritoras y Escritores. “Lo necesitamos para que desarrolle políticas como becas y subsidios a la creación. También para que nuestra parte, la ligada a los escritores, tenga apoyo en iguales condiciones con respecto a la parte ligada a la industria editorial. Un Instituto del Libro debe generar un espacio que coordine a todos los actores:, a los escritores, productores intelectuales, y a los editores, productores materiales, y a las distribuidoras”, agrega en diálogo con Infobae Cultura.
En palabras de Eugenia Almeida, los autores “estamos muy desprotegidos en relación a nuestro trabajo y esa desprotección hace que haya situaciones tan difíciles de asimilar como la discusión que se dio hace poco tiempo en torno a la propiedad intelectual, de si el trabajo intelectual es trabajo o no. La mera situación de que eso se formule como pregunta pone en evidencia cuánto necesitamos instituciones públicas, pero sobre todo instituciones del Estado, que revaloricen, sostengan y promuevan este tipo de trabajo. El trabajo relacionado con la cultura debería estar contemplado desde el Instituto Nacional del Libro”.
Los expositores que abrirán la asamblea del sábado son —además de los aquí consultados— Claudia Piñeiro, Silvina Rocha en representación del Colectivo LIJ), Gabriel Súnico del Centro PEN Argentina y el investigador Alejandro Dujovne, quien hace un año analizó las posibles metas claves del Instituto Nacional del Libro Argentino como el federalismo cultural, la bibliodiversidad y la importancia de diseñar políticas culturales a largo plazo. También participarán varios diputados de la Comisión de Cultura de la HCDN, miembros del Ministerio de Educación, investigadores y periodistas.
Para Guerrieri, “el Estado es un actor indispensable y es necesario que se impulse a la industria editorial teniendo en cuenta la complejidad de este sector. Además, la promoción de la lectura es fundamental, por eso también necesitamos que se piense a los escritores como trabajadores centrales en la tarea de multiplicar lectores”. “El Instituto sería una piedra fundamental para el crecimiento sostenido de nuestra industria editorial”, asegura Ingberg, y Almeida concluye: “El trabajo cultural tiene un impacto directo sobre toda la comunidad. Pensar políticas para protegerlo y potenciarlo es una de las grandes deudas que tenemos”.
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