La belleza del día: “La familia presidencial”, de Fernando Botero

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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"La familia presidencial" (1967) de
"La familia presidencial" (1967) de Fernando Botero

No hay dudas. Cuando Fernando Botero pintó La familia presidencial no estaba solamente haciendo un cuadro representativo de su característico estilo. Hay figuras exageradamente voluptuosas, sí, pero también -y con el título queda claro- estaba haciendo una crítica a la representación política de la sociedad colombiana y del mundo entero.

Pintado en 1967, este cuadro representa el poder: el presidente de Colombia, la figura masculina en la parte posterior del grupo a la izquierda, su familia y aquellos con quienes comparte la dirección del Estado. El presidente, su esposa, su hija y una abuela se pueden ver a la izquierda, mientras que un general y un obispo aparecen a la derecha.

Botero nació en 1932 en Medellín. Cuando terminó sus estudios secundarios se trasladó a Bogotá, donde se impregnó de los debates estéticos y políticos de la época, juntándose con artistas e intelectuales de la vanguardia colombiana. En 1951 tuvo sus dos primeras exposiciones individuales. Todos quedaron impresionados con su técnica.

Al año siguiente partió a Europa con el dinero que recibió de la venta de algunas obras y del segundo puesto que obtuvo con el óleo Frente al mar en el IX salón nacional de artistas. En el puerto de Buenaventura en el Pacífico se sube al barco italiano “Uso dimare”. Llega a Barcelona, luego se establece en Madrid y se inscribe en la Real Academia de Arte de San Fernando. No tenía mucho dinero, pero sí ideas: para garantizar su sostenimiento, hace dibujos y pinturas a las afueras del Museo del Prado.

Su itinerario de viaje se amplía a medida que corren los años. Vuelve a Colombia, luego tiene una larga estadía en México y en la década del sesenta se instala definitivamente en Nueva York. Vive en un pequeño departamento, con poco dinero y sin mucho éxito: los gustos neoyorquinos de la época cambiaban rápidamente y lo que estaba de moda era la abstracción: Jackson Pollock, Franz Kline y De Kooning.

Aprendió mucho -nunca paró de aprender-, pero su lenguaje figurativo se mantuvo, aunque experimentó con la pincelada agresiva, la utilización de tonalidades fuertes y el uso de formatos grandes. Es un período de mucha creatividad e experimentación hasta que el público estadounidense empieza a prestarle atención a su obra.

La fama volvió a golpearle la puerta. Comenzó una serie de muestras, no sólo en Estados Unidos, también en Europa y en su querida Colombia. Es en esa época de gran maduración estética que pinta La familia presidencial, óleo sobre lienzo de 203,5 x 196,2 cm. Hoy se lo puede ver colgado en las paredes del MoMA, el museo de arte moderno de Nueva York.

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