En las últimas semanas, se realizaron muchos avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis), lo que no significa que sean naves espaciales comandadas por seres inteligentes de otros plantes. Así sucedió en el norte argentino, con una serie de luces alineadas que resultaron ser satélites de SpaceX; en México, donde un extraño objeto surca el cielo al momento que se producen explosiones en el volcán Popocatépetl, incluso el Departamento de Defensa de EEUU autenticó tres videos no recientes de naves captadas por sus cámaras, y yendo aún más lejos el gobierno japonés confirmó que está preparando protocolos ante un eventual ataque extraterrestre.
Por supuesto, estos no son los primeros casos ni serán los últimos. Existe una extensa bibliografía, fotografía y material fílmico sobre cuerpos desplazándose sobre el espacio aéreo, muchos con una explicación científica, otros, que aún esperan respuestas. Pero, ¿qué sucede con el arte?
A continuación un repaso por el arte rupestre, publicaciones, pinturas, tapices y otros objetos que generaron controversia y despertaron especulaciones por parte de los abonados a la teoría de los antiguos astronautas, esa que dice -entre otras cosas- que los humanos somos visitados por seres de otros planetas mucho antes del famoso caso de Roswell (1947), que fue, en la cultura moderna, el gran disparador de este tipo de experiencias.
Las primeras manifestaciones artísticas de la humanidad se encuentran en cavernas y cuevas. Existen múltiples casos de pinturas rupestres en el mundo, realizadas hace miles de años, aunque algunas se destacan por contener figuras que nada tenían que ver con los hombres, mujeres o animales, sino con la representación de formas más cercanas a la ciencia ficción como la conocemos hoy.
En algunos casos, hay una explicación mitológica. La más famosa es la de los wondjina (o wandjina), de los aborígenes australianos, una sociedad cazadora de quienes existen evidencia desde hace 174.000 a.C.
Situados en diferentes partes del país oceánico, estos dibujos antropomórficos representan a los espíritus de la lluvia y las nubes, y fueron los creadores de la vida en la tierra. Además, tenían poderes especiales como causar inundaciones e intensos relámpagos.
Otro caso de seres antropomórficos que despiertan interrogantes fueron descubierto recientemente en India, en la región tribal de Bastar, Chhattisgarh.
"Esto podría significar que los humanos de los tiempos remotos veían —o imaginaban— seres que provenían de otros planetas. Necesitamos una investigación detallada. Nuestro departamento no tiene expertos en esta esfera", declaró el arqueólogo local JR Bhagat, cuando presentó los descubrimiento al público en 2014.
Datadas con 10 mil años de antigüedad, entre las figuras se distinguen formas que remiten al fenómeno OVNI y extraños seres. "Las figuras de formas extrañas parecen portar objetos semejantes a armas. No tienen rostros detallados y, de hecho, carecen de narices y de boca. En algunos dibujos se pueden apreciar las escafandras", aseguró el arqueólogo.
También en India, otro hallazgo generó polémica y aún espera respuestas oficiales. En el valle de Narmada, donde se encontró el cráneo humano más antiguo de ese país, un grupo de investigadores (R.P. Pandey, Wasim Khan y K.W.Shah) descubrieron en un refugio denominado Rajatole una pintura que parece representar un extraño visitante, junto a una nave e incluso un agujero de gusano, junto a una gran cantidad de pequeñas herramientas de piedra del período Mesolítico esparcidas en el piso.
Entonces, en 2010, desde el departamento de arqueología estatal aseguraron que no habían estudiado los hallazgo, pero que en la zona (Raisen) abundaban las pinturas rupestres, por lo que no sería inmediato el análisis. Una década después, todavía no se realizaron estudios sobre la veracidad ni el contenido del paraje.
En Italia, por ejemplo, se encuentra el valle de Val Camonica, protegido por la UNESCO, que posee alrededor de 200 mil de petroglifos que van del Neolítico a la Edad de Hierro, por lo que es la colección más amplia de arte rupestre de toda Europa y el mundo.
Entre ellas, se encuentran algunas que han sido tomadas por los abonados a la teoría de los antiguos astronautas como expresiones de seres de otros planetas -por la forma de casco que se ven en sus cabezas-, aunque para los arqueólogos son solo una expresión de un ritual.
En el continente americano, de EE.UU. a Argentina (cuevas en Mendoza y La Rioja), también existen notables ejemplos de figuras que resultan desconcertantes. Por solo nombrar algunos casos, en Utah, en Barrier Canyon, dentro del Parque Nacional Cannyonlands, se hallan una serie dibujos en piedra con caracterizaciones antropomorfas.
En Bolivia, se encuentra el misterioso Fuerte de Samaipata a 1950 msnm (Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1998), aparentemente constituido como centro ceremonial entre los siglos XIV y XVI, que aloja una petroglifo con una forma definida de OVNI. La pieza fue difundida por el investigador Marco Alhelm, miembro del grupo AASRA (Archaeology, Astronautics and SETI Research Association, en inglés).
Uno de los casos que despertó más interés por parte de los ufólogos en esta parte del mundo se realizó en Puebla, México. Allí, un grupo de buscadores de tesoros halló, en 2017, un grupo de piedras de jade talladas que no dejan mucho espacio para dobles interpretaciones: se ve a Mayas intercambiando ofrendas de seres de cabeza grande y alargada.
Para muchos es la prueba que demuestra que este antiguo imperio norte y centro americano tuvo contacto con seres de otros planetas y a eso se le suma que es una zona en la que abundan leyendas sobre objetos que bajaron del cielo en tiempos remotos. Sin embargo, ningún espacio oficial de arqueología se pronunció aún sobre la veracidad del hallazgo y algunos hasta estipulan que fueron dejadas allí a propósito para que, algún grupo, las encontrara.
El primer libro que se conoce con algún tipo de figura discordante con su época es el Prodigiorum liber, del siglo IV, donde se lee: “En Aenariae , mientras que Livio Troso promulgaba las leyes al comienzo de la guerra italiana, al amanecer, llegó un ruido tremendo en el cielo, y un globo de fuego apareció en llamas en el norte. En el territorio de Spoletum, un globo de fuego, de color dorado, cayó a la tierra girando. A continuación, parecía aumentar de tamaño, se levantó de la tierra y ascendió al cielo, donde se oscureció el sol con su brillo. se giró hacia el cuadrante este del cielo”.
Así describió Julio Obsequens el suceso ocurrido alrededor del año 91 antes de Cristo. Obsequens fue un escritor romano que vivió durante el 4 dC y del que nada se sabe salvo que es el autor del Libro de los Prodigios, una recopilación de textos provenientes de la obra de Tito Livio.
La obra, impresa por primera vez por el veneciano humanista, Aldo Manuzio en 1508, reúne diferentes sucesos extraordinarios y sobrenaturales ocurridos en la historia de la actual capital italiana entre los años 249 a. C. y 12 a. C.
Otras aseveraciones que relacionan a la publicación con el fenómenos OVNI son “algo así como una especie de arma, o un misil, se levantó con un gran ruido de la tierra y se elevó en el cielo” (42 a. C.) o “Cuando Murius C. y L. Valerius eran cónsules, en Tarquinia hacia la puesta de sol, un objeto redondo, como un globo, una ronda o escudo circular, tomó su camino en el cielo de oeste a este" (100 a. C.).
Por mucho tiempo, se consideró a la publicación como una muestra de superstición para crear miedo en la población, una herramienta de manipulación por parte de la clase dirigente. Sin embargo, un trabajo cuantitativo reciente de Alberto Daniel Anunziato, de la Universidad Autónoma de Entre Ríos, asegura que solamente un 8% puede ser considerado una invención.
En la Archibasílica de San Juan de Letrán, dentro del Estado Vaticano, se encuentra una caja relicario que ha despertado a lo largo del tiempo diferentes especulaciones; en especial, por uno de los dibujos de su interior.
El relicario, sostienen desde la Santa Sede del catolicismo romano, constituye uno de los primeros testimonios de la costumbre de llevarse objetos-recuerdo del viaje a Tierra Santa y por su estilo e iconografía se sugiere de origen palestino, con influencias sirias.
Datado del siglo 6 ó 7, este tesoro posee -además de piedras y un mantillo- imágenes pintadas en el interior de la tapa que pueden leerse de manera ascensional precisa (de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba), para delinear el ciclo “de la Navidad” (con la Natividad y el Bautismo en el Jordán), seguido por otro ciclo igualmente breve “de la Pascua” (con las Tres Marías en el sepulcro y la Ascensión), divididos por la escena central de la Crucifixión.
Entre estas imágenes hay una que representa a María en la tumba de Jesús, mientras detrás se eleva un extraño objeto, con una cúpula con diferentes entradas o ventanas desde donde sale un haz de luz.
Bastante tiempo después, en el El Libro de las Buenas Costumbres (Le Livre Des Bonnes Moeurs), del francés Jacques Legrand se retratan las virtudes Cristianas: Castidad, Precaución, Mansedumbre, Justicia, Moderación, Obediencia, Diligencia, Humildad, entre otras.
Una de las ilustraciones interiores del texto de 1338 -que se encuentra en el Museo Conde de Chantilly, Francia- muestra una gran esfera flotando en el cielo, lo que para algunos puede ser una representación astronómica, una nave o, sencillamente, una orbe.
Por aquellos tiempos también se realizó Annales Laurissenses Maiores, un libro que data del siglo XII d.C, pero cuenta historias desde el siglo VI. Allí, se ilustra con una imagen en la que aparecen dos objetos con una estética de nave espacial moderna. Incluso parecen moverse a partir de un sistema de combustión, aunque la lectura oficial de la ilustración dicta que serían cometas o meteoritos.
“...y el mismo día, mientras ellos (NdR: los sajones) se preparaban para otro asalto contra los cristianos que vivían en el castillo, la Gloria de Dios se manifestó encima de la iglesia de la fortaleza. Aquellos que estaba observando en la plaza exterior – muchos de ellos siguen vivos hoy – dijeron que vieron algo que parecían dos grandes escudos llameantes de un color rojizo que se movían alrededor de la iglesia”, explica la obra de autores desconocidos, que relata a modo de memoria histórica los asuntos más importantes durante los reinados de Pipino el Breve, Carlomagno y su hijo Luis I, el Piadoso.
Es tan profundo el conocimiento sobre ciertos temas, que se especula que fue realizado por personas cercanas al rey. Además, en el texto las derrotas francas apenas son desarrolladas, por lo que también se considera que tuvo fin propagandístico. Es la fuente más importante sobre las proezas bélicas de Carlomagno y sus camino para convertirse en rey de los francos, de los lombardos y emperador romano.
De regreso con la orbe como objeto, debe decirse que era una representación bastante común en muchas obras sacras del momento y por venir. Una de las más controversiales es La Madonna de San Giovannino, pintada durante el Renacimiento, y que hoy puede apreciarse en el Palazzo Vecchio, Florencia. Se desconoce quién fue el autor de este óleo sobre lienzo, aunque los especialistas manejan dos candidatos: Sebastiano Mainardi o Jacopo del Sellaio.
La presentación de María, con su hijo y un pequeño San Juan ha sido un tema bastante popular en esta época del arte. Boticelli, Leonardo, Rafael y Miguel Ángel hicieron sus versiones, aunque esta posee una particularidad: la derecha de la cabeza de María hay un extraño objeto volador en el fondo.
El artista, además, no quiso que le figura pasara desapercibida, y para eso también pintó a una persona, un pastor posiblemente, que observa el artefacto con mucha atención junto a su mascota.
Esta no es la única pintura de corte religioso donde algo extraño se posa en el firmamento. Otro ejemplo notable es la Anunciación con San Emigdio (1486), del artista italiano Carlo Crivelli, una obra catalogada dentro del Primer Romanticismo, pero con características del gótico tardío.
La pieza fue elaborada para conmemorar el anuncio del arcángel Gabriel a la Virgen María, aunque la interpretación de la figura de donde se desprende el haz de luz depende de a quién se le pregunte. Para los seguidores de ovnis es claramente una nave, para los religiosos, un grupo de ángeles girando en torno a un círculo de nubes.
Otra obra con una polémica similar es El bautismo de Cristo (1710), del holandés Aert De Gelder, pupilo de Rembrandt, inspirado en el pasaje bíblico de Mateo 3:16, del Nuevo Testamento: “Los cielos se abrieron, y al Espíritu como una paloma descendió sobre él".
En la obra un círculo se abre en el cielo y desprende haces lumínicas hacia el centro de la escena, mientras una diminuta ave parece descender.
Pero no todos las piezas tienen una explicación tan sencilla. Por ejemplo, El triunfo del Verano es un tapiz datado en 1538, que se realizó en Brujas, Bélgica, que representa la ascensión de un gobernante al poder. En la actualidad se encuentra en el Museo Nacional de Baviera, en Alemania.
Esta pieza decorativa posee a la izquierda como a la derecha varios objetos con forma de sombrero o de nave voladora clásica: un disco con una cúpula de tripulación. Las razones de estas figuras o el artista que realizó el trabajo siguen siendo un misterio.
La Vida de la Virgen que se encuentra en la basílica de Notre-Dame de Beaune, en Borgoña, Francia, que fue erigida en el siglo XIII y cuenta con elementos góticos y renacentistas. Pero no es su arquitectura lo que más atrae la atención del turismo religioso y los curiosos en general, sino que alberga una preciosa tapicería del siglo XV.
Los tapices fueron una moda que se originó alrededor del siglo XIV y duraron hasta alrededor del 1530, cuando desde el Concilio de Trento se pidió retirar todo aquello que no permitía a los fieles seguir el servicio. Delante de los mismos, que tenían como objetivo contar alguna historia de la biblia -de la virgen y Jesús en general- se solían ubicar los coros. En este tapiz aparecen figuras muy similares a las de El triunfo del Verano.
Pero estas no son las representaciones más antiguas de un figura con forma de platillo volador. En una pieza del siglo X del Prajnaparamita Sutra (Los Sutras de la Perfección de la Sabiduría), una colección de alrededor 40 historias de origen indio entre aproximadamente 100 aC y 600 dC, también surgen, misteriosos, una serie de objetos con forma de naves.
En Glorificación de la eucaristía (1600) del italiano Ventura Salimbeni aparece, una vez más, la figura de la orbe, ampliamente relacionado a lo sacro. Este retablo cobró notoriedad en la ufología porque el objeto que se encuentra entre Jesús y Dios posee una forma muy similar al famoso Sputnik, el satélite ruso que comenzó la carrera espacial con EEUU en 1957. El trabajo, conocido como El Sputnik de Montalcino, fue realizado para la iglesia San Lorenzo de San Pedro, Montalcino, en la toscana itálica.
La orbe es una representación de la sphaera mundi -esfera del universo-, una obra medieval de Johannes de Sacrobosco, quien alrededor del año 1230 introdujo los elementos básicos de la astronomía y que tuvo notable influencia en la cultura. El trabajo, anterior a Copérnico, fue esencial en el progreso de la ciencia en Europa, aunque es la religión quien se adueñó del concepto.
En ese sentido, la sphaera mundi aparece un múltiples retablos y pinturas, incluso la obra de arte más cara de la historia posee una: el Salvator Mundi, de Leonardo da Vinci, una pintura redescubierta en 2005 y subastada en 2017 por 450 millones de dólares.
Quizá la obra religiosa relacionadas al tema se encuentra en Transilvania, Rumania. En el monasterio medieval de Sighisoara se encuentra una extraña pintura que cautiva a los turistas. Pintada sobre una pared, el primer registro de la obra anónima es del XVII, aunque la iglesia se erigió en el XIII.
Si bien la forma del objeto que sobrevuela la iglesia puede ser el de un OVNI, para Nicolae Tescula, gerente del museo de historia Sighisoara, la obra es una interpretación del cielo, ya que el establecimiento sufrió dos incendios durante su historia.
"Muchos dicen que es un ovni, parece un ovni, pero es la visión de un artista. Son como las pinturas de Leonardo da Vinci, puedes interpretarlas. Tal vez sea la asunción de Elijah al Cielo, que parece una cúpula, pero que puede conducir a una representación más moderna que podría hacernos pensar en un OVNI ".
En Japón hay tres textos que describen experiencias con el Utsuro-bune (bote hueco, en japonés): Toen shōsetsu (1825), Hyōryū kishū (1835) y Ume-no-chiri (1844). Allí se relatan el aterrizaje de un objeto misterioso que se encontró a la deriva frente a la costa de la provincia de Hitachi del este de Japón en 1803.
La ilustración retrata las características del objeto que hallaron los marineros flotando en el océano. Del “bote hueco” bajó una mujer, que al no hablar japonés, regresó a su nave y se perdió en el mar. Para los folclorista japoneses es solo una historia, para los ufólogos, una evidencia irrefutable.
Unas décadas después, en 1892, Wu Youru, uno de los primeros dibujantes chinos, presentó su Llamas rojas en el cielo, una pieza realizada durante el reinado del emperador Guangxu de la dinastía Qing, en la que registró un evento extraño que sucedió en el puente Zhuque junto al Templo Fuzi en Nanjing.
También en Asia, se encuentra un manuscrito tibetano, fechado en el siglo X. En un pasaja del Prajnaparamita Sutra (Los Sutras de la Perfección de la Sabiduría) se representan a las Vimanas, vehículo volador de origen hinduista. El texto asegura que voló con “la velocidad del viento” y dio a luz un “sonido melodioso”.
Esta es solo una representación de estos vehículos que, por pertencer al orden de los religioso, aparecen en múltiples obras, como La nave de flores (1916), una ilustración de Bala Sahib para el libro Chitra Ramaiana.
A lo largo de la historia, hubo incontables representaciones de máquinas voladoras que, en la cultura popular actual, podrían ser interpretados como objetos voladores no identificados. Algunos continúan sin explicación, otros tienen una lectura mítico/religiosa. Todo siempre depende de las creencias personales, a fin de cuentas.
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