Cada semana, hay más de 500 millones de búsquedas en Google relacionadas al arte. La pandemia por coronavirus obligó el cierre de los espacios culturales alrededor del globo y la red de redes se convirtió en el centro de atención.
Pasado el tiempo, fue inevitable para las instituciones comprender que la tecnología no era solo un medio para publicitar una muestra o un encuentro, sino que también puede ser en sí el objeto de consumo. Esto generó una serie de hipótesis por parte de especialistas con respecto a cómo será la relación con el arte una vez que las puertas vuelvan a abrirse.
Infobae Cultura dialogó con Luisella Mazza, ejecutiva responsable de Operaciones del Instituto Cultural de Google, o sea, quienes llevan adelante la plataforma Google Arts & Culture. Su trabajo, para explicarlo de manera sencilla, es el de administrar los programas y operaciones globales en asociación con aliados y sectores culturales, como también liderar el lanzamiento de algunos de los proyectos más experimentales, como el desarrollo de aplicaciones móviles.
Desde el brote del virus Covid-19, los espacios culturales han diversificado su oferta con el objetivo de mantenerse de manera virtual, en general a través de las exposiciones del momento, pero también han buscado ampliar el contenido y, sobre todo, humanizar más el arte y la cultura, a partir de encuentro virtuales entre artistas, curadores e historiadores, por nombrar algunas profesiones, a través de charlas online. Es, en sentido, paradójico que la humanización se produzca cuando no es posible tener contacto real y a través de la tecnología.
Si esta manera de relacionarse continuará o no, será cuestión de tiempo para saberlo, lo que sí es un hecho es que esta nueva experiencia social traerá aparejados cambios de comportamiento de consumo, o en todo caso la solidificación de algunos de esos comportamientos, y que estará en la originalidad, en la creatividad, la mejor alternativa para seguir atrayendo al público. Entre las alternativas que surgen para romper con el acartonamiento se encuentra la realidad aumentada.
“Lo virtual, como nuestra plataforma, no reemplaza ni reemplazará la visita tradicional a un museo. Es sí una oportunidad paralela que abre quizá puertas a más detalles, a educarse y saber más antes de viajar. Sabemos que es importante llegar a un lugar con información y muchos usuarios lo utilizan en este sentido”, dijo Mazza en una charla vía Google Meet, lógicamente.
En el marco de la semana de los Museos, desde Google Arts & Culture generaron un tipo de contenido que, quizá, pueda dar indicios del camino que está tomando este tipo de consumo: “Creímos que era importante pensar en los usuarios, pero también en los socios y los estudiantes. Por eso, hemos trabajado con escuelas e instituciones educativas para compartir unas cuantas clases que analizan obras de arte y de cultura”.
También, en el contexto de la pandemia y a través del proyecto Connected to Culture, asegura que vieron necesario trabajar “con los socios para distribuir un guía para mejorar el trabajo digital con sus propios programas, con temas como el mejor aprovechamiento de las redes sociales, las reuniones digitales o las visitas virtuales”.
Mazza realizó un recorrido por algunos museos argentinos dentro de la plataforma para mostrar las diferentes funciones y contenidos que a los que se pueden acceder. La elección tiene que ver con las diferentes maneras con que un espacio tiene para compartir contenido, de acuerdo a sus necesidades u objetivos.
Por ejemplo, el Museo Nacional de Bellas Artes expone más de 300 obras, a las que se puede ingresar de diferente manera. Se puede realizar el recorrido virtual, realizado con las herramientas del Google Street View o se las pueda reunir por épocas o artistas. “Este tipo de función es muy útil para estudiantes y curadores, ya que permite analizar las variaciones del estilo de una época o un artista durante su carrera o un periodo determinado”.
El MACBA, Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, explica, permite acceder a sus muestras temporales, como también recorrer su acervo a partir de diferentes maneras, como la forma o el color. “Cada museo tiene sus desafíos y maneras, en este caso hace que los usuarios se relacionan con las obras de una forma nueva, más intuitiva”. También nombró al Museo Moderno, que produce un acercamiento a la obra de León Ferrari “a partir de tres historias”.
-¿Cuál es la influencia de Google en el armado? O sea, ¿se utilizan los famosos algoritmos que marcan qué es lo que las personas buscan?
-Hay cosas que son obras de artes muy conocidas, eso no cambia en la búsqueda. En este caso, el interés fue creado por los socios. Ellos saben mejor que nosotros lo que es importante para los usuarios. Los socios -museos e instituciones- suben a la plataforma lo que quieren, lo que consideren prioritario. Es importante que sea así para que las instituciones sean autónomas, no hay influencia desde Google para dar prioridad a un artista o una obra.
Google Arts & Culture nació en 2011, exhibiendo material de 17 museos. Hoy, supera las 2000 instituciones culturales de 80 países, con más de 6 millones de piezas (fotos, manuscritos y otros documentos de arte, cultura e historia), más de 400 mil obras de arte y más de 10.000 exhibiciones digitales.
- Durante la pandemia, el consumo se disparó y por eso muchos especialistas ya hablan de que luego de que todo pase, los museos igual deberán reconfigurar su manera de relacionarse. Desde Google, ¿cómo ven este posible cambio?
-Quiero contestar con un ejemplo, con el lanzamiento del proyecto de Alla Scala de Milán, que tenía este problema. Está cerrado y no saben cuando volverán, es un problema como el de los museos pero peor porque van a tardar más en abrir. Nos preguntamos cómo podíamos trabajar más con la tecnología para ofrecer una visita, sino también una intuición sobre cómo se podría trabajar juntos en el futuro.
Hoy hay más de 250 mil piezas de archivos, visitas virtuales de la sala y la academia. Pero nos pareció importante también pensar en abrir espacios a los que el público no puede ni podrá acceder, entonces damos la oportunidad de recorrer sitios que están vedados para los visitantes.
Desde la Scala también realizaron un video con más de 100 artistas con la interpretación de Simon Boccanegra de Verdi, desde su casa. “Esto demuestra que las instituciones están pensando de una forma diferente, están tomando la dificultad como una oportunidad de pensar en el futuro de explorar nuevas formas de la creatividad de los artistas, curadores, y usuarios. El video tuvo más de 70 mil visitas, eso quiere decir de que el público también busca nuevos contenidos. Cada país es diferente, pero quizá hay soluciones que se van a distribuir en más países al mismo tiempo”.
Con respecto al aumento de usuario durante la pandemia, dijeron no tener cifras aunque aseguran que “hay muchos más interés”.
-Tomando el ejemplo de la Scala, con el concepto de dar acceso a lugares restringidos. En los museos, en general, solo del 15 al 20% de las obras están exhibidas, ¿mostrar el total del acervo podría ser también una manera de interesar a los usuarios y porqué no generar nuevas motivaciones para recorrer los espacios físicos?
-Es cada vez más y más una necesidad. Hay varios museos que ya empezaron con esto, no solo en Google Arts & Culture, sino en varias plataformas. Están subiendo mucho más de lo normal. Por ejemplo, el Rijksmuseum de Amsterdam ha compartida más de 300 mil obras en la plataforma del siglo XVIII y XIX. Hay más de dos mil imágenes del MET de Nueva York. Estamos viendo que hay cada vez más museos que quieren compartir su archivo y nosotros estamos disposición para ayudarlo de forma técnica.
Pero no sucede solo con los museos abocados al arte gráfico, por ejemplo, el Istituto Luce Cinecitta ha compartido más de 30 mil videos sobre la historia de la cinematografía italiana. Estamos muy orgullosos de que la plataforma sea más flexible, que pueda ayudar a institutos tan diferentes como la NASA o el Rijksmuseum.
-Otro punto importante a futuro será cómo diferenciarse. En algún momento se genera una saturación estática, en la que los espacios comparten diferente contenido, pero por los mismo canales, ¿qué otras alternativas consideran que están surgiendo?
-Creo que hay un gran ejemplo en el proyecto Meet Vermeer, que es un poco diferente al resto. En este caso se sumaron muchas instituciones culturales, y por primera vez hemos trabajado con el museo Mauritshuis, para crear esta experiencia llamada Pocket Gallery. Esta nueva función crea una pequeña galería donde las instituciones pueden compartir obras de arte en realidad aumentada. Entonces puedo hacer mi propia galería de arte sobre la mesa. Realmente se puede tener una experiencia más original, como mirar las obras que nunca se pueden ver todas juntas.
Hay una obra de Vermeer que fue robada y nunca la encontraron, pero antes habían hecho una copia digital así que la única forma de verla es de forma digital. Aunque viajemos por el mundo entero, ver todas las otras de arte de Vermeer sería imposible, pero lo herramienta nos ayuda a verlas todas juntas. El Mauritshuis quería experimentar algo nuevo, que no se había hecho nunca.
La realidad aumentada (RA) es permite introducir en un espacio físico real, algún elemento virtual, a través de la mediación de un dispositivo tecnológico. El caso más famoso de RA que se conozca hasta el momento fue el del juego Pokémon GO, que consiste en buscar y capturar personajes de la saga escondidos en ubicaciones del mundo real.
-A partir de esta experiencia, ¿considera que la realidad aumentada puede atraer a más museos en el futuro?
-Hay varios experimentos que hemos hechos. Hoy hay cinco experiencia de realidad aumentada, todas diferentes entre ellas. Hay 6 millones de obras de arte y cultura, pero solo 5 experiencias de realidad aumentada, lo que marca que para nosotros es un principio y los museos quieren trabajar en esta tecnología.
Quizá sí sea una nueva herramienta. Si se ven las estadísticas, nunca hubo tanta gente visitando los museos físicos como ahora, entonces quiere decir que los recorridos virtuales y la realidad aumentada pueden ser un complemento que enriquecer.
En septiembre de 2018, las llamas consumieron el 90% del acervo del Museo Nacional de Río de Janeiro. Tres meses después, la plataforma de Google presentaba una reconstrucción virtual que se realizó gracias a las imágenes que la empresa ya había grabado durante 2017 y también a los aportes desde el propio museo.
Sumado al caso del cuadro robado de Vermeer, este es un ejemplo de cómo internet continúa, de alguna manera, cumpliendo aquella función primigenia de proteger documentación histórica que ya no es accesible físicamente, una suerte de Biblioteca de Alejandría virtual.
“Hay obras que ni siquiera se pueden poner en un museo por su antigüedad o fragilidad. Quizá salen una vez al año o para eventos muy especiales. O se sacan para hacer la foto y no vuelven a salir a la luz en mucho tiempo”, explica Mazza.
En ese sentido, considera que la Art Camera ha sido un gran avance: “Desde 2016 se comenzó a implementar un artefacto que captura imágenes en ultra alta resolución, y que en su banco de imágenes ya cuentan con más de 10 obras de arte con este nivel de calidad”.
“Captura imágenes en un gigapixel (mil millones de píxeles), que responden a determinadas condiciones de luz y vibraciones. Comenzamos con 200 fotos y seguimos ampliando. Es importante que estén en la mejor calidad posible, porque puede ayudar a contar historias de una forma diferente, fijándonos en los detalles más interesantes de cada obra”.
“La cámara permite incluso vivir una experiencia más profunda en cuanto a los detalles de lo que el ojo humano podría realizar in situ. “Podemos ingresar a detalles pequeñísimos que normalmente están invisibles”, finaliza.
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