Los museos están cerrados y sus directores se preguntan cómo reinventar el acceso del público a las obras de arte. Chemi Rosado-Seijo, un artista portorriqueño acreedor de un creciente reconocimiento internacional, sorprendió al generar proximidad con obras de arte que, hoy, permanecen confinadas y a la distancia.
Rosado-Seijo creó Más allá del uniforme (2020), una compilación de veinte audios que describen las obras de arte del MoMA de Nueva York con narraciones que, por momentos, son pausadas y, en otros instantes, son extáticas, pero siempre son persuasivas, despertando y a la vez recompensando el deseo de seguir escuchando.
Las narraciones difieren de los textos a los que nos tienen acostumbrados los museos. Rompen la habitualidad porque ahora son los guardias de seguridad quienes describen las obras, los mismos guardias que observan en silencio cuando las salas están llenas de gente, y quienes, en medio de la pandemia, habitan en soledad esas salas junto a pinturas y esculturas.
Desde el MoMA, Rosado-Seijo explica: “Los guardias de seguridad son artistas ellos mismos. Vienen todas las mañanas porque quieren venir aquí a trabajar, quieren estar con estas obras, quieren protegerlas, quieren hablar sobre ellas, quieren que la gente las disfrute como ellos las disfrutan”. Los audios se pueden escuchar online y comprenden obras de los grandes artistas del siglo XX, entre ellos Vincent van Gogh, Pablo Picasso, Frida Khalo, Francis Bacon y Cindy Sherman.
Hace siete años, Kevin Reid presta sus servicios como guardia en el MoMA. Él comenta una pintura de Kerry James Marshall, un retrato de un policía negro sentado en una patrulla. Reid observa al oficial pintado y reflexiona: “Una vez que se quita el uniforme, ese hombre puede ser alguien diferente. Quizás está conflictuado con su trabajo. Ese hombre probablemente piensa: si sólo supieran quién soy en realidad”. Como ese agente de policía, este guardia nos cuenta que él es mucho más que su uniforme. La música, la lectura y los viajes dan forma a su vida. “Se puede saber quién soy si rompen la cáscara que es el uniforme”, asevera. Un rap suena de fondo. El propio Reid canta: “Sr. Invisible / no entendés mucho / la gente te mira pero te pasa por alto / no ve qué es lo que hay dentro tuyo”.
Las pinturas de Marshall habían sido un descubrimiento para los jóvenes en Nueva York cuando fueron expuestas en el Metropolitan Museum en 2016. La muestra se titulaba Maestría en respuesta a un hecho doloroso: ninguna de las obras maestras que componen la historia del arte fue creada por un artista negro. El audio que Reid dedica a Marshall da cuenta de la discriminación racial que, incluso en medio de la crisis del Covid-19, sigue asolando a Nueva York: los residentes negros y latinos mueren por el virus al doble de la tasa que los neoyorquinos blancos.
La noche estrellada de Van Gogh, una obra amada por todos, es descripta por Rabbila Konock, quien trabaja en el museo hace tres años. Ella habla de la luna y las estrellas arremolinadas sobre el fondo azul profundo. “Van Gogh dijo”, nos informa Konock, “si aman la naturaleza encontrarán belleza en todos lados y creo, realmente creo, en eso”. En estos días de encierro, muchos creemos en eso porque se extraña, se añora tanto, la naturaleza. Konock cuenta también que el paisaje nocturno de Van Gogh le recuerda a su pueblo natal en Bangladesh.
No es la primera vez que Rosado-Seijo mira hacia los márgenes y otorga voz a los silenciados. Las fotografías y los videos que documentan el El Cerro Project (2002- actualidad) presentan su trabajo en un barrio obrero ubicado al sur de San Juan de Puerto Rico. Rosado-Seijo trabajó con los vecinos y, juntos, pintaron las fachadas de sus casas en distintos tonos de color verde. Además, el artista generó allí diversas actividades culturales para fomentar un sentido de identidad y pertenencia.
Pintadas de verde, las casas se confunden con el fondo, con la selva tropical, y se podrían tornan invisibles. No obstante, esta acción les otorga mayor visibilidad. Rosado-Seijo oculta las casas para descubrirlas, trabaja mediante la negativa, tapa para ver. En este sentido, la pintura verde se puede relacionar con la tradición artística caribeña, en especial, con el grabado portorriqueño.
A inicios del siglo XX, Puerto Rico estaba sumido en la pobreza y los grabados se usaron para alfabetizar y educar (debido a su fácil reproducción y bajos costos). Con el tiempo, los carteles impresos se transformaron en un emblema de innovación artística, tanto es así que se creó en 1970 La Bienal del Grabado Latinoamericano y del Caribe, con más de treinta ediciones a la fecha.
Los pasos de la técnica artística del grabado dictan que se debe dibujar una imagen sobre una superficie rígida, mediante hendiduras e incisiones. Luego se coloca pintura en esos surcos, se cubren, pintan, se tapan para lograr que después se vea lo dibujado y se transfiere la imagen a un papel mediante presión. Rosado-Seijo también tapa, pinta de verde, aquellos sectores que luego serán visibles, una vez se les dirija mayor atención política.
Volviendo a Más allá del uniforme, su trabajo más reciente, impresiona cómo Rosado-Seijo establece cercanía en la distancia. Los oyentes nos imaginamos allí, junto al guardia, contemplando la obra de arte en cuestión. Aunque en realidad no contemplamos, no miramos, tan sólo escuchamos y le otorgamos nuestra atención a quienes habitualmente están callados. Incluso Rosado-Seijo dice que su proyecto es “un poquito así calladito”. Será callada, su iniciativa, pero su silencio es atronador.
*Florencia Malbrán es curadora de Programas Públicos en Malba
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