Una mujer sonríe con picardía adentro de una bañera. Está desnuda, naturalmente, y gira su cabeza para mirar a su derecha, donde posiblemente esté la puerta y, además posiblemente haya llegado alguien que ella espera. Es una obra pintada en 1865 por Prilidiano Pueyrredón, uno de los grandes artistas argentinos del siglo XIX. Se titula El baño.
“Sin duda, el realismo de la representación es una audacia para el año 1865, más aun por el carácter de retrato de la representada desnuda, carente de cualquier idealización”, escribió el historiador del arte Roberto Amigo sobre este cuadro que se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Prilidiano Pueyrredón nació en 1823 en una familia aristocrática y política. Cuando tenía doce años se mudaron a Francia, vivieron allí seis años, luego ocho en Brasil —donde empezó a pintar—, y para 1849 regresaron a la Argentina. Se instalaron en la quinta familiar de San Isidro.
Para entonces, Prilidiano ya era ingeniero y un sofisticado pintor, aunque en la pacata sociedad porteña de entonces se lo creía inmoral. ¿Por qué? Fue el primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires. Sin embargo, solo se conocen actualmente dos desnudos. Uno se titula La siesta y pertenece a una colección privada. El segundo es este.
Hay que destacar que se lo conoce más por sus paisajes costumbristas de la vida rural. También por muchos retratos a personas destacadas. Este cuadro es, podría decirse, una anomalía en su obra. Una mujer desnuda, a la cual se le desconoce el nombre, que sonríe con picardía, casi como burlándose de lo que la sociedad de entonces diría del cuadro.
Prilidiano Pueyrredón murió cinco años después de pintar El baño. Tenía 47. Fue el 3 de noviembre de 1870. En los años siguientes nadie habló de él. Su obra pasó al olvido. Hasta los años treinta cuando cuando se lo redescubrió como el precursor de la pintura nacional.
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