La belleza del día: “Impresión, sol naciente”, de Claude Monet

En tiempos de incertidumbre y angustia, nada mejor que poder disfrutar de imágenes hermosas

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"Impresion, sol naciente" (1872) de
"Impresion, sol naciente" (1872) de Claude Monet

En el Museo Marmottan Monet de París se encuentra una pintura que representa mucho más que un paisaje francés de fines del siglo XIX. Es una obra valiosísima que simboliza a un movimiento que revolucionó el arte porque lo inauguró: el impresionismo. No es casualidad que la quieren todos los coleccionistas a tal punto que en 1985 fue robada pero, por suerte, cinco años después fue recuperada. Al año siguiente, en 1991, volvió al museo, adonde debe estar, para que todo el mundo pueda verla y maravillarse con sus trazos.

El cuadro se titula Impresión, sol naciente y lo pintó Claude Monet en 1872. Observó detenidamente el puerto de Le Havre, ciudad en la que este pintor parisino pasó gran parte de la vida, y tradujo en el lienzo la sensación de luminosidad que vivió. Hasta el momento, la pintura intentaba imitar la realidad. Durante esta época surgieron varios pintores que hicieron hincapié en la especificidad de la pintura, en sus trazos, en sus colores, en sus formas, y no tanto en ser ese reflejo “fotográfico” que solía verse hasta entonces.

Monet viajó a Londres entre 1870 y 1871 y conoció la obra del paisajista Joseph Mallord William Turner, pintor del romanticismo inglés que murió veinte años antes, en 1851. Fascinado por la forma del cielo y el clima en sus cuadros, Monet usó a Turner como influencia para darle un giro a su obra. Es a partir de Impresión, sol naciente que surge el movimiento impresionista —tal es así que de este cuadro toma el nombre—, caracterizado por el intento de plasmar la luz (la “impresión” visual) y el instante, más allá de la identidad de aquello que la proyecta.

Se exhibió por primera vez en 1874. En Francia, el gran lugar para exponer era el Salón de París, que estaba vinculado a la Escuela de Bellas Artes. Once años antes hubo un escándalo con una obra —Desayuno en la hierba de Édouard Manet— que hizo que se creara el Salón de los Rechazados, donde se exponían obras más bien modernas y vanguardistas que los amantes del arte clásico detestaban. Allí Monet presentó nueve cuadros, pero Impresión, sol naciente se destacó. Era, en definitiva, una osadía.

En el mes que duró la muestra, hubo 3500 visitantes. La mayoría se reía de lo que veía. Hubo un crítico, Louis Leroy, que publicó una reseña muy hostil, muy dura con la obra de Monet y de todo lo que allí se exponía. La crítica se publicó en el periódico Le Charivari bajo el título “Exhibición de los impresionistas”. Sin saberlo, le estaba dando nombre a todo un movimiento que empezaría a pisar con fuerza en Europa y en la historia del arte con Monet a la cabeza.

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