“Soy el bibliotecario del edificio donde vivo”: cómo pintar la aldea durante la pandemia, según Jorge Carrión

En plena cuarentena, mientras el coronavirus confina al mundo entero, el escritor y periodista español transformó su biblioteca personal en un acervo colectivo para sus vecinos. “Cuando alguien me pide libros, les paso propuestas, llegamos a un acuerdo, desinfecto los libros y se los dejo en la puerta”, cuenta en diálogo con Infobae Cultura

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(@jorgecarrion21)
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¿Cuántos libros hay en tu casa? Si esa respuesta ya es difícil, ¿cuántos libros hay en el mundo? Diez años atrás, Google intentó llegar a una aproximación. Su objetivo era la digitalización total. Con metadata y algoritmos llegó a una cifra extraña: 129.864.880. Pero hablaba de títulos, no de libros, con lo cual habría que multiplicar por la cantidad de impresiones. Hay editoriales que hacen 300 ejemplares por título y otras, las más grandes, cinco mil. A mediados de la década pasada, la Unesco decía que se publicaban 2.2 millones de libros por año en el mundo. Podemos multiplicar, sumar, volver a multiplicar y el número será apenas un bosquejo. Libros hay, sobran; el problema está, por supuesto, en cómo llegar a las casi ocho mil millones de personas que habitan el planeta.

“Soy el bibliotecario del edificio donde vivo”, escribió Jorge Carrión, escritor y crítico literario español, lanzando una piedra al tumultuoso mar de Twitter. De a diez, de a cien, de a mil llegaron las interacciones. “He puesto mi biblioteca al servicio de la comunidad de vecinos; me consultan por WhatsApp; les ofrezco varias posibilidades; los libros que decidimos se los dejo en la puerta. Está siendo estupendo. Por si alguien quiere replicarlo”, completó en aquel tuit del martes pasado. “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”, decía Tolstoi. En tiempos de pandemia, los departamentos, las casas, los ranchos se descascaran. Hay que pintar todo de nuevo. Pincel en mano, Carrión se propuso bañar de literatura el edificio del barrio de El Poblenou, en Barcelona, donde hoy vive.

Además de leer, Jorge Carrión escribe. Sus libros nadan por diversos géneros: novelas —Los muertos, Los huérfanos y Los turistas, entre otras—, cómics —Barcelona: los vagabundos de la chatarra y Gótico—, crónicas —por ejemplo, Norte es Sur— y ensayos —Librerías y Contra Amazon*, entre otros—. Es también periodista —desde 2016 escribe para The New York Times— y docente de literatura. Ahora, desde su departamento, mientras sus dos hijos se entretienen dibujando cómics en una tarde sin sol ni demasiado para hacer, habla con Infobae Cultura. Con la notebook abierta frente a sus ojos, tipea palabras que, encadenadas, forman ideas y retratan su mundo, el mundo.

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—¿Cómo surgió la idea de convertirte en el bibliotecario del edificio?

—Llevaba ya cuatro semanas de encierro cuando me di cuenta de que mis vecinos quizá no tenían la suerte de tener tantos libros como yo en casa. Entonces se me ocurrió preguntarles por el grupo de WhatsApp si necesitaban lectura. Y la respuesta fue positiva.

—¿Cómo lo estás llevando a cabo?, ¿hay horarios, días de consulta?

—Somos solamente siete familias en el edificio, de modo que cuando alguien me pide libros, les paso propuestas, llegamos a un acuerdo, desinfecto los libros y se los dejo en la puerta. Al cabo de unos días o semanas, cuando ellos deciden, los intercambio por otros. Los libros están cinco días en cuarentena.

—¿Dónde estás pasando la cuarentena y con quién?

—En casa, en una esquina del barrio de El Poblenou, de Barcelona, con mi esposa y con mis hijos.

—¿Cómo se vive la cuarentena en tu barrio y en tu edificio?

—Con tranquilidad, por suerte. La tranquilidad de poder comprar la comida y los bienes de primera necesidad que necesitamos, de poder ir al supermercado cada vez que sea preciso. En el barrio hay muchas fábricas okupadas, mucha gente que recoge chatarra para vivir, que no lo está pasando nada bien. De hecho, quienes piden dinero habitualmente en la puerta de los supermercados han empezado a pedir comida.

—¿Cómo la estás viviendo vos, te cambió mucho la rutina?

—He sido muy afortunado, tanto por lo que te he contado, como por el hecho de que el Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra que dirijo ya había acabado las clases. Ahora los chicos (varios argentinos, uruguayos y chilenos, por cierto), están escribiendo sus proyectos finales, encerrados en sus casas, de modo que yo también puedo trabajar en eso desde mi computadora. En el resto de mis trabajos, los artículos, los libros, los proyectos, ya estoy habituado a no moverme de aquí. Por supuesto que ahora dedico muchas horas a jugar con los niños, a ser su maestro y a limpiar. Pero lo llevamos bien.

Algunos libros de Jorge Carrión
Algunos libros de Jorge Carrión

—¿Qué libros te han pedido los vecinos?

—Muchos libros infantiles, cómics y álbum ilustrado. Solamente tres vecinas me han pedido novela: les he dejado Alegría, de Manuel Vilas, Libertad, de Jonathan Franzen, y Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro.

—¿Alguna anécdota graciosa o curiosa en estos préstamos de libros?

—De momento, no. Pero sí que me ha sorprendido que, a raíz de mi iniciativa, los vecinos han empezado a prestarse libros entre ellos, sobre todos lo que tienen niños de entre 9 y 12 años.

—¿Pudiste convertir a alguien ajeno a los libros en lector?

—Creo que no. Pero sí he introducido a un chico a la lectura de cómic para jóvenes, que es un género bastante nuevo y realmente fascinante. De hecho, me di cuenta de que mis hijos tenían el libro repetido y se lo regalé.

—Tu idea fue muy comentada en las redes, ¿te sorprendió la trascendencia?

—Las redes son muy caprichosas. Ya casi nada me sorprende en ellas. También han sido bien recibidas otras propuestas que he impulsado durante las últimas semanas, como un taller de no ficción por WhatsApp, que está yendo muy bien, o un ciclo de conferencias sobre los clásicos y la idea de crisis, que empiezo el martes en el Zoom de la librería Nollegiu. Agradezco a las redes sociales que me permitan estar en contacto con mis lectores del resto del mundo, sobre todo de América Latina. Y sí, a veces, se vuelven un poco locas.

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La iniciativa se reproduce de formas impredecibles. Bajo su mismo tuit, algunas personas cuentan que en sus edificios y barrios sucede lo mismo. Un usuario, por ejemplo, posteó una foto donde se ve una pila de títulos y un cartel: “Estos libros son para ayudar a pasar el tiempo”. En Argentina, Patricio Zunini —también periodista, también escritor— dejó una caja con libros en la entrada del edificio donde vive. Al otro día, varios vecinos se llevaron material de lectura. Uno dejó una carta: “Estamos muy agradecidos por este generoso gesto que tan bien nos hace en estos momentos”. Lo contó en las redes sociales, así como también el economista y politólogo Alejandro Prince y la profesora Flavia Pittella, que subieron fotos sobre cómo colectivizar la lectura en el encierro.

¿Cuándo empezó la cuarentena? La respuesta varía según los países. ¿Cuándo terminará? Eso nadie lo sabe. Algunos, los más optimistas, dicen: pronto. Los pesimistas: nunca. También están los que ya aprendieron a convivir con la incertidumbre, que creen que la normalidad volverá cuando se descubra la vacuna contra el covid-19. Mientras tanto, todos estamos sobreviviendo. Hay realidades más duras, pero el problema global es qué hacer con el tiempo. Más redes sociales, más televisión, más videollamadas. El fantasma del aburrimiento es gigante. Sin embargo, para combatirlo o, mejor, para no temerle más, está la literatura. Los lectores lo saben: no hay mejor antídoto contra el tedio que un buen libro. Jorge Carrión también lo sabe. De hecho, lo milita.

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—¿Cómo ves el futuro de la literatura?, ¿creés que cambiarán los hábitos?

—Sin duda, todo cambia, y estamos en un lento proceso de digitalización de la lectura, que probablemente se acelere en este extraño 2020.

—Por último, ¿qué hacés y qué te rodea mientras respondés estas preguntas?

—Estoy tomando notas para un artículo y respondiendo e-mails como éste, mientras mis hijos de cuatro y cinco años dibujan en la misma mesa del comedor su primera página de cómic. Les he trazado las líneas de seis viñetas. Al menor le he dibujado yo los personajes y él los pinta; el mayor se ha atrevido a hacerlo solo. ¡Dos artistas!

*Contra Amazon (Galaxia Gutemberg) es un ensayo en defensa de las librerías en el que Jorge Carrión reflexiona sobre cómo la tienda online y otras empresas cambian la forma que tenemos de entender la lectura y la literatura.

Algunos textuales:

“El factor humano es fundamental porque se ha demostrado que los algoritmos tienden a la reproducción de patrones que hay que dejar atrás, como el machismo y el heterocentrismo”

"Ahora que se ha impuesto la palabra usuario, yo quiero que se recuerde en las librerías que detrás del número de clientes o usuarios, lo que hay son personas que participan de una experiencia común"

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