En la Argentina en 2019 hubo 280 femicidios, según el Informe Anual del Observatorio de Femicidios del Defensor del Pueblo de la Nación. Esta situación se agudiza en el contexto de encierro que vivimos hoy como medida de prevención de contagio del coronavirus. Muchas mujeres que sufren violencia machista se encuentran haciendo la cuarentena con sus agresores, muchas de ellas con sus hijos menores y en algunos casos en viviendas precarias que no permiten la intimidad para pedir ayuda a algún conocido, amigo o familiar mediante una llamada telefónica o mensaje de texto. Es alarmante la situación y pareciera que no hay manera de ponerle freno a unas cifras que siguen siendo elevadas: solamente en los primeros 100 días de 2020 se registraron 96 muertes de mujeres.
Para ayudar a estas víctimas, el Estado ofrece dos herramientas esenciales, dos números de teléfono que pueden ser clave a la hora de pedir ayuda, ya que no es necesario que la víctima denuncie o llame, puede hacerlo un familiar o alguien que no esté en el domicilio. Estas líneas son la 144 y la 137. La primera brinda herramientas y ayuda psicológica a las victimas de manera telefónica. En cambio, la segunda es parte del programa “Las víctimas contra las violencias” que interviene directamente de manera presencial en conflictos de violencia de género y familiar y frente a denuncias de violencia sexual en el ámbito de CABA, Chaco (Resistencia), y Misiones (Posadas, Garupá, El dorado y Oberá).
El documental Línea 137, de Lucía Vassallo pone el foco en la asistencia a las víctimas de violencia de género y en el trabajo cotidiano de este programa del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. El equipo de realización del film acompañó a un grupo de asistentes sociales y psicólogos que asisten, socorren y acompañan a distintas mujeres que sufren casos de violencia de género, sexual y familiar, con un espíritu altruista que antepone la vida de las demás por sobre la propia. La película cuenta con guion e investigación de Marta Dillon, una de las fundadoras del movimiento “Ni una menos”.
En esta entrevista con su directora, Lucía Vassallo, expone los motivos por los cuales este documental es necesario y urgente en estos tiempos donde la cuarentena ha agudizado la problemática de la violencia machista.
- ¿Por qué creés que este documental debía estrenarse en este contexto de pandemia?
- Siento que es un documental urgente en cuanto a la temática de violencia de género que se está hablando mucho en estos años. Si bien siempre existió, dada la cuarentena que estamos viviendo, las personas que están en esta situación con sus agresores están peor que antes. Me puse a pensar como directora y coproductora si especulaba con esperar a estrenar en una sala de cine con gente y todas esas cuestiones que van a favorecer la película o si le daba prioridad al objetivo que tenía el film que es brindar una herramienta de lucha para todas las personas que están en esa situación. Quiero que tenga una llegada mucho más grande que solamente las personas que ven cine. Que llegue a personas que las que están necesitando verla o a sus familiares o amigos. La idea es que esté unos meses en CINE.AR PLAY. Es una plataforma que me gusta mucho. La vengo usando hace años ya que no llego a ver todo lo que se estrena en cine argentino.
-¿Cómo te llegó el guión que escribió Marta Dillon?
- En 2016, estaba armando una documental sobre feminismo pero relacionado con la música, sobre el grupo Las taradas, que son chicas que con su música hacen mucho hincapié en el feminismo y necesitaba una persona que hable del tema de un lado más teórico entonces la llamé a Marta y le pedí ayuda para profundizar en la que tenía que ver con temas de género. Ella me dijo que no, que estaba con muchas cosas pero que ya tenía preparado el guión de Línea 137. Me hizo conocer sobre este servicio y sobre el programa “Las victimas contra las violencias” y me pareció muy importante difundir este trabajo porque en cuestiones de género la más conocida es la línea 144, que brinda ayuda psicológica y asesoramiento telefónico a las víctimas, pero la 137 tiene dispositivos de psicólogos y trabajadores sociales que esperan aquellos llamados que no pueden ser resueltos por teléfono y van de manera presencial. En general van a comisarías, hospitales, juzgados o los domicilios. Los ayudan de manera psicológica, los acompañan a hacer las denuncias y trabajan en conjunto con la policía si llega a haber una situación de peligro que lo amerite. Es un servicio que funciona las 24 horas durante todo el año y debería replicarse en otras ciudades, en especial en esas zonas donde las víctimas ni siquiera pueden acceder a un llamado telefónico. Ellos apoyan a las víctimas en cuestiones como radicar la denuncia, solicitar medidas de protección y hacerlas efectivas, gestionar el ingreso a un refugio, asistir al hospital, articular con su red familiar o social de apoyo. Se ocupan de escuchar, contener y orientar a la víctima, sus familiares, vecinos, o la institución que se haya comunicado.
- Además de mostrar los casos de las víctimas se muestra la forma de trabajar y las condiciones precarizadas que padecen estos trabajadores que tanto le hacen falta. ¿Cuáles son las principales fallas?
- Ellos hacen guardias de 12 horas. En los últimos años, este programa recibió diversos recortes y falta de voluntad política, haciendo que aumenten el denominado burnout, que se refiere al estrés laboral, es un trastorno emocional vinculado con el ámbito de trabajo y tiene consecuencias muy graves, tanto a nivel físico como psicológico. Cuando el programa arranca se dividía en dos sectores, uno que trataba la violencia sexual y otro que trataba la violencia familiar, porque no es lo mismo tratar casos de violaciones puntuales en la calle de un extraño, que atender un caso de una mujer que es violentada en su casa por más de veinte años y que no se anima a pedir ayuda. Ahora, están todos mezclados haciendo lo mismo. Ocurre algo parecido con respecto a que antes había un grupo que atendía las llamadas y otro que salía al terreno, ahora están todos hacen ambas tareas, provocando varias renuncias y estos puestos de trabajos no vuelven a recuperarse.
-¿Por qué decidieron filmar desde el punto de vista de los trabajadores de la línea?
- Fue una idea de Marta que planteó en el guión. Me pareció muy interesante ya que hay muchos documentales sobre violencia de género pero nunca había visto uno que muestre a las personas que le ponen el cuerpo a la violencia de género. Son personas que antes eran invisibles, desde los trabajadores de la línea hasta las víctimas. Me pareció muy acertado analizar qué tipo de instituciones tenemos como sociedad para atender a las personas que están sufriendo violencia de género. Hoy el tema de la violencia de género y sexual está muy trabajado por las instituciones académicas y es hora que le empecemos a dar voz a las personas que hace siglos no podían hablar y ahora pueden empezar. En vez de desarrollar una teoría sobre la violencia, los ves como trabajan, como asisten a las víctimas. En este caso, lo práctico era más necesario e inmediato. Ellos tienen algo muy en claro que es lo primero que nos enseñaron a nosotros que es que son personas que nunca se las tuvo en cuenta y lo primero que debés enseñarle es que su deseo es muy importante entonces, incluso su deseo de no querer denunciar. Uno ahí tiene que anteponer el deseo de los demás sobre las ideas que uno tiene. Son personas que siempre fueron tratadas como objetos del deseo del otro y nunca como sujetos, le tenés que enseñar otro modo de vivir.
-¿Cómo fueron las jornadas de filmación en esos contextos tan adversos?
- Las jornadas de filmación fueron muy difíciles. Fue un rodaje que duró como un año, empezamos en Capital, primero sola haciendo unas jornadas de investigación y conociendo a los profesionales de la línea. Después conseguimos las autorizaciones y dimos inicio de rodaje. Hubo cambios en el equipo porque una de las chicas de producción sintió que las jornadas eran muy densas y peligrosas. Ya en la primera jornada vivimos un allanamiento, con un agresor armado y menores de por medio. Se trató de un rodaje muy atípico ya que hubo casos donde si entrabas en una villa de noche nos aconsejaban ponernos chalecos antibalas. Con el correr de las jornadas, quedó un equipo sólido conformado por Fernando Marticorena en cámara y foto, Inés Vera en producción, Mariana Delgado en sonido y yo en la dirección. Primero filmamos en la Ciudad de Buenos Aires y después fuimos a Resistencia, Chaco. Uno habla de violencia sexual o familiar pero nunca se imagina esas situaciones tan complejas con el relato de mujeres que están pasando los peores momentos de su vida, era imposible no angustiarte. Estuvo buenísimo que el equipo de rodaje fuera muy familiar porque nos contuvimos un montón entre nosotros. Si no hubiera sido así no se podía hacer este documental.
-¿Cómo lograban ganar su confianza para que dieran su testimonio?
- Tuvimos mucho cuidado y supimos que debíamos anteponer la situación antes que el rodaje, sobretodo cuidar a las víctimas. Si ellas no querían participar no filmábamos. Teníamos en claro que son personas violentadas y que ningún rodaje podía ponerlas en situaciones de riesgo. Cuando llegábamos esperábamos que asistan a las víctimas, vieran que estaba pasando y en qué estado estaban. Después, los chicos de la línea les explicaban que estaban haciendo un documental y que ellas no iban a ser identificadas: no mostraríamos sus rostros y sus voces iban a ser distorsionadas. Solo queríamos contar el trabajo que estaba haciendo la línea 137 ayudándolas a ellas y si querían podían participar. La mayor sorpresa que tuvimos fue que la gran mayoría aceptó sin ningún problema, incluso algunas mujeres pedían que las muestren. Algo que aprendí es que cuando una mujer, o una persona que se identifica con el género femenino, quiere hablar ya no la detiene más nada.
- Entre las jornadas de la Ciudad de Buenos Aires y Resistencia acumularon un montón de horas de filmación, ¿qué decisiones tomaron a la hora de editar el material?
- Cuando terminé de filmar todo, me quedé unos meses viendo y escuchando el material. Era impresionante la cantidad de horas que teníamos filmadas, cada jornada de rodaje duraba mínimo 12 horas. Estuvimos montando el material y queríamos mostrar un poco la diversidad de casos que hay: la trata de personas, la violencia a los ancianos, violencia sexual, grooming y los casos de personas en situaciones de pobreza que agudizan más la problemática.
- Con el documental participaste del 41° Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, dentro de la sección Mujeres ante la cámara, ¿cómo viviste ese estreno mundial?
- Cómo directora cumplí un sueño personal, siempre quise participar de ese festival. En Cuba la gente va mucho al cine, por ende no es un festival de cinéfilos y vinieron muchos estudiantes, familias que se interesando por el tema que pone en foco la cuestión de nuestro país pero la violencia machista se refleja en todas las sociedades. Es un documental duro pero liberador, es sanador poner en boca lo que está pasando. Muchas personas se me acercaron muy emocionadas y me agradecieron por exponer este tema de una manera cruda y real que genera un cimbronazo en aquellos que capaz subestimaban en tema.
* “Línea 137” podrá verse a partir del jueves 16 de abril en CINE.AR TV (jueves 16 y sábado 18 a las 20 horas) y en la plataforma de video on demand CINE.AR PLAY, ambas de manera gratuita.
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