Hace cuarenta años exactos, Jean-Paul Sartre daba su último suspiro en el hospital de Broussais. Edema pulmonar agravado por una crisis cardíaca. Tenía 74 años. “Murió el último monstruo de la inteligencia”, decían los medios franceses.
La producción escrita que dejaba era y es realmente asombrosa, así como también la enorme cantidad de lectores atentos y fascinados que cultivó a lo largo de su vida. Cinco días después de su muerte, una multitud de veinte mil personas acompañó el féretro hasta el cementerio de Montparnasse, en París, donde fue enterrado y hoy descansan sus restos.
Nació en París, la misma ciudad que murió, un 21 de junio de 1905. ¿Cómo definir a Sartre? De muchas maneras: filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, activista político, biógrafo, crítico literario, exponente del existencialismo y del marxismo humanista. Rechazó el Premio Nobel de Literatura en 1964 por mantener sus principios: la libertad. Sobre ese concepto, no sólo teorizó mucho, también lo llevó a la práctica.
Fue pareja de la también filósofa y escritora Simone de Beauvoir, fundador de la influyente revista Les Temps Modernes, soldado conscripto del Ejército Francés, prisionero de guerra durante nueve meses de las tropas alemanas. La filosofía siempre estuvo presente. Fue un militante de la reflexión y activista político. Apoyó el Mayo Francés, la Revolución Cultural china y la Revolución Cubana, aunque también fueron públicos sus distanciamientos posteriores.
Su producción fue abrumadora. Escribió y escribió sin parar. Desde obras de teatro y novelas hasta ensayos filosóficos y críticas literarias. Es prácticamente imposible separar la “obra intelectual” de la “obra literaria”. En él ambas dimensiones se entremezclan y retroalimentan. Por eso sus libros tienen una vitalidad que trasciende las épocas. A continuación, una pequeña selección fundamental.
La náusea
Escrita entre 1931 y 1936, cuando Sartre tenía veintitantos años, La náusea se publicó en 1938. Es su primera novela y corresponde al período de formación ligado a su estadía en Alemania estudiando las teorías de Edmund Husserl y Martin Heidegger. La historia ocurre en Bouville, una ciudad imaginaria, y tiene como protagonista a Antoine Roquentin, un hombre soltero de alrededor de treinta años que vive solo y trabaja meticulosamente en una obra sobre la vida del Marqués de Rollebon, un aristócrata de fines del siglo XVIII. Un día tiene una crisis en un parque público: experimenta la brutalidad de la existencia.
Las moscas
En esta obra de teatro de 1943 Sartre recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón, su padre muerto a manos de Clitemnestra y Egisto. Si bien remite a una tragedia clásica, tiene suma actualidad. Es su resistencia intelectual frente a la ocupación nazi y una crítica amarga a la guerra. Forma parte del paradigma del Teatro de la Resistencia, un ejercicio de clandestinidad a plena luz del día. Desde un enfoque existencialista aborda temas como el arrepentimiento, la angustia y la libertad.
El ser y la nada
Esta obra es, sin dudas, un manifiesto filosófico. Escribe contra una de sus grandes influencias, el nihilismo de Heidegger. Es un tratado existencial sobre cómo la libertad de todas las personas para escoger sus propios conceptos de comportamiento y libre pensamiento puede derivar en una ética universal de la desalienación.
Crítica de la razón dialéctica
Un libro voluminoso, denso, lleno de ideas y una propuesta concreta: reconciliar al marxismo con el existencialismo. Se publicó en 1960. Sartre utiliza eventos de la Revolución francesa y otros sucesos históricos para repensar las clases sociales en tanto agrupamientos humanos. Tras su muerte, un segundo e incompleto volumen con énfasis en la estalinización de la revolución bolchevique fue publicada en francés en 1985 y en inglés en 1992.
El idiota de la familia
Interesado siempre por la literatura, en 1972 publicó esta nutrida crítica literaria que aborda la figura y la obra de Gustav Flaubert, el gran novelista francés del siglo XIX. Es una crítica demoledora, no sólo estética, también política. Para Sartre, su compatriota es un representante genuino de la burguesía local. “Yo hago responsable a Flaubert de los crímenes que se cometieron contra los comuneros por no haber escrito una palabra para condenarlos", escribió.
El existencialismo es un humanismo
Otra de las facetas de Sartre es la de profesor. El existencialismo es un humanismo, que se publicó en 1946, es una transcripción de una conferencia que dio un año antes, en octubre de 1945, en el club Maintenant de París después de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Francia. Ese episodio, que hasta el momento no se pensaba en transcribirlo y hacerlo libro, fue un éxito. Boris Vian lo narra en un fragmento de su novela La espuma de los días: empujones, sillas rotas, damas desmayadas, Sartre obligado a abrirse paso a codazos. El libro es considerado el manifiesto del existencialismo.
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