El francés Henri Matisse (1869-1954) es uno de los nombres más importantes de la historia del arte, no solo por la potencia y singularidad de su obra sino también por la sabiduría de sus reflexiones, que volcó en diversos textos. Sus pinturas fueron a lo largo del tiempo ejemplos de equilibrio, armonía, movimiento y también innovación, por el uso del color y el trabajo con las formas.
Este cuadro, Mujer con sombrero, fue expuesto por primera vez junto a la obra de otros artistas en el Salón de Otoño de 1905. Fue en esa oportunidad que, a raíz de una expresión de un célebre crítico de arte, comenzó a utilizarse el término “Fauve”, que puede traducirse como “fiera” y que dio comienzo a un nuevo movimiento en la pintura, el fauvismo, que se caracterizó por el uso provocativo del color.
A propósito del estilo, alejado de toda clase de realismo, es conocida una anécdota que cuenta que una vez una mujer le cuestionó al artista su cuadro La raya verde con el argumento de que las mujeres no tienen la nariz amarilla. Matisse le respondió con firmeza: “eso no es una mujer, señora, es un cuadro”.
Mujer con sombrero, cuya modelo fue Amélie, la esposa de Matisse, fue adquirido inmediatamente por Sarah Stein, la cuñada de la gran mecenas e inspiradora de artistas y escritores Gertrude Stein. Pueden verse fotos de la obra en la que era su casa de París, y luego la tuvo con ella por años en su casa de Palo Alto, California.
En la década del 50, fue adquirida por la familia Haas, quien luego la donó al Museo de Arte Moderno de San Francisco, donde hoy ese retrato fundacional sigue deslumbrando con sus verdes únicos y con la mirada de esa mujer que consigue transmitir un sentimiento único en el que se cruzan el gesto tímido y un delicado desdén.
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