Diario de la peste 10: Casi todas las tiendas cerradas

Día a día, el gran escritor portugués y maestro del texto breve busca poesía en el sombrío mar de la cuarentena. Infobae reproducirá sus columnas, que son originalmente publicadas por Expresso y que, traducidas por Paula Abramo, tomarán forma de libro en Interzona

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Restaurante cerrado en Berlín como consecuencia del brote de coronavirus Abril 2, 2020. (REUTERS/Annegret Hilse)
Restaurante cerrado en Berlín como consecuencia del brote de coronavirus Abril 2, 2020. (REUTERS/Annegret Hilse)

1 de abril de 2020

Casi todas las tiendas cerradas, menos las de alimentos, farmacias y otros negocios básicos.

Estado de emergencia.

En ciertos países, tiendas de flores abiertas.

Las emergencias necesitan flores.

Pero nada de belleza: las flores son para los muertos.

Los que ya no ven ni huelen.

Los muertos ya no pueden contagiarse del amor de los vivos, dice alguien.

No te olvides de la belleza, nunca —dice otro amigo, con la barba descuidada y la camisa chueca.

En los funerales las flores no son estéticas, sino útiles.

No son bonitas, funcionan.

Soy un ser humano, decían los carteles que algunos negros, en los años 60 del siglo XX, llevaban colgados del cuello.

Imaginar a miles de personas en la calle con ese cartel en 2020.

Soy un ser humano.

"Estados Unidos alcanza un nuevo récord de víctimas fatales. Los muertos ya superan a los provocados por el 11 de septiembre".

Al otro lado de la ventana, me cuentan que un vecino tiene en la mano la Biblia, o la Biblia tiene al vecino en la mano.

Porque, hablándole a la Biblia, dice, ese vecino: ¡estoy en tus manos!

A veces lee en voz alta.

"¡Ánimo, Jerusalén! Aquel que te dio nombre te consolará".

"Niños víctimas de maltrato dejaron de recibir visitas de rutina de trabajadoras sociales".

"Riesgo de fuga o abuso aumenta en los albergues."

"La compra de autos se desplomó en más de un 50% en marzo"

Una expresión síntesis para la muerte: se acabaron los trabajos.

"La pasión por los objetos de consumo debe ser substituida por la pasión por los asuntos comunes."

Cornelius Castoriadis, vieja entrevista.

Asuntos comunes.

Por primera vez en el mapa del mundo: de abajo arriba, de izquierda a derecha, un asunto común.

La información como objeto de los hambrientos.

Un consumo ansioso, ¿cuántos muertos?

¿Qué hacer?

Cuidados con los pies, con los zapatos, con los pantalones, con la camisa, con la falda, con la ropa, con las calcetas, con los guantes, con las manos, con la boca, con los ojos y el cabello.

El cocodrilo puede estar muchos meses sin comer.

"Rusia envió cargamento médico a Estados Unidos."

De repente, la consciencia de las manos.

Éstas existen mucho más desde hace algunas semanas.

Somos todos artesanos.

El cuidado con las manos que tocan las cosas.

Un artesano ante las legumbres, lavándolas, desinfectándolas.

Atención dirigida a las cosas.

Todas las cosas brillan, a veces con un brillo peligroso.

Todo está existiendo con más fuerza.

Los alimentos y los objetos.

La higiene en cuanto a las cosas y en cuanto al propio cuerpo.

El cuerpo que se ha vuelto sagrado de nuevo.

Aquello que tiene que ser protegido.

Tengo una colección a la que llamo ciudad del mundo.

Miniaturas de casas y edificios de distintas ciudades.

Está empacada.

Imaginar que se pudiera empacar el mundo, como en las mudanzas.

Guardarlo en la bodega.

Para gran parte de la gente, el exterior está guardado en una bodega.

Un verso: "Espero a dios con gula".

Rimbaud y la sífilis en torno.

Las enfermedades cambian de nombre, tal vez sea un disfraz.

Un amigo de España, traductor, me dice que un amigo suyo está en terapia intensiva.

Tiene 51 años y ninguna enfermedad subyacente.

Los discursos, taparse los oídos con las manos.

"Ciertos espíritus son trenes tan rápidos que no tenemos tiempo de ver que están vacíos."

Es necesario hacer que se detenga el tren.

Con una calceta en la boca, aparece Roma.

Pastora de objetos perdidos.

Jeri ve, maravillada, eso que vio hace cinco minutos, maravillada.

Está fascinada con las sombras.

Me cierro el abrigo, llueve demasiado.

A veces, hasta el ejército sitiado se alegra de no poder salir.

Aprender a perder, un día tras otro.

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