Las pequeñas ideas pueden encender grandes momentos. En estos días de encierro, donde ni siquiera las fuentes de entretenimiento tradicionales pueden ya apagar el tedio, cada vez más personas se convierten en obras de arte. Solo se necesitan tres elementos: un cuadro, ganas de imitarlo e imaginación para aprovechar los objetos caseros. Y, por supuesto, compartirlo a los ojos del mundo, las redes sociales.
“La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida”, esta máxima de Oscar Wilde, del ensayo La decadencia de la mentira y base de la posición filosófica Anti-nimesis, podría describir un poco lo que está sucediendo en las redes, en los que viejas costumbres como el tableau vivant o la vignette victoriana crecen día a día.
Todo comenzó con una cuenta holandesa en instagram, @tussenkunstenquarantaine, que desde el primer día de cuarentena en el país europeo lanzó la propuesta que allí se convirtió en viral. Luego, se sumó el Museo Getty de Los Ángeles, que le propuso a sus seguidores a recrear sus cuadros favoritos, estuvieran o no en ese espacio. Incluso, colocó ejemplos para demostrar que la fidelidad a la obra no era condición necesaria.
Las ideas, se sabe, no pertenecen a nadie en las redes sociales. Así que muchos otros usuarios, sin responder a una cuenta u otra, también comenzaron a subir sus propias interpretaciones con los elementos que tenían en su casa. Y las imágenes, por supuesto, van desde las que cuidan el detalle al máximo a los que, más relajados, lo toman con humor.
Este es el origen de esta tendencia en redes, que en realidad es el regreso de una práctica del siglo XIX: el tableau vivant francés o la Vignette de la época victoriana.
El tableau vivant o pintura viviente surgió hace dos siglos y es una combinación del teatro con la pintura. Básicamente, un grupo de actores se reunía para realizar un modelo en vivo de alguna obra de arte en particular, sea conocida o no. La era de la reina Victoria también tuvo su expresión, aunque se denominó Vignette (Viñeta).
Los orígenes de ambas modas son religiosos y se produjeron siglos antes de que se transformen en una moda social. Es imposible determinar una fecha, pero cualquiera que haya visto un pesebre viviente puede asegurar que asistió a la creación de uno.
Ya entonces, algunas iglesias creaban sus viñetas, generalmente de temas dramáticos o trágicos y, de a poco, la costumbre fue moviéndose del centro hacia la periferia.
Así, lo que antes era solo en el orden de rendir tributo a un dios a través de un espectáculo que generaba cierta empatía a través de la representación del dolor, posteriormente comenzó a ser una tradición de algunos círculo sociales, en general los más pudientes, que se reunían en casas para representar obras de arte.
La extensión por los territorios de estos países de esta moda se dio de manera natural o como una manera de llevar arte a ciudades que no gozaban de grandes museos o colecciones. En Inglaterra, además, la costumbre se extendió a la fotografía. Las familias o amigos posaban para una vignette, aunque no siempre el tema surgía a partir de una pintura, sino que simplemente -como en un juego de roles- podían representar escenas temáticas disímiles, que iban desde el encuentro con fantasmas a motivos religiosos o hasta imágenes de una conquista.
El tableau vivant nunca desapareció, aunque se convirtió en una rareza. Hoy, lo siguen desarrollando algunas compañías teatrales, con obras de los grandes artistas como Leonardo o Caravaggio. Sin dudas, la compañía más destacada es la de las italianas Ludovica Rambelli y Dora de Maio, quienes desde hace más de una década recorren el mundo con la compañía Ludovica Rambelli Teatro.
El cine y la televisión también utilizaron este recurso con fines narrativos. El fantástico Luis Buñuel representó La última cena en Viridiana y más acá en el tiempo Peter Greenaway lo realizó en La ronda nocturna (Nightwatching), que gira en torno a la obra de Rembrandt. Series contemporáneas como la sitcom Modern family e incluso un reciente estreno de Netflix, Un juego de caballeros (The English Game), tiene un escena donde se recrea.
La propuesta de la cuenta holandesa, como la del Museo Getty, está haciendo estrago en las redes. El humor, la ironía, como también la solemnidad, se hacen presentes y se multiplican. ¿Qué obra te gustaría representar?
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