Leila Guerriero y sus talleres de periodismo online: “La idea de frontera se me ha licuado un poco en estos años”

La reconocida periodista argentina, escritora y docente ahora encara nuevas formas de transmitir la teoría y práctica del oficio a partir de la pandemia. Infobae conversó con ella

Leila Guerriero (Pablo Rey)

El flyer tiene fondo amarillo y se ven cuatro filas de lamparitas, son cinco por fila y una sola está encendida. Abajo, un anuncio austero en negro y una dirección de mail en el que se puede pedir más información. Así está circulando por estas horas la novedad de los talleres online de periodismo que dicta Leila Guerriero, una de las profesionales más prestigiosas de la Argentina, autora de libros de crónicas y de diversas variedades de la no ficción y reconocida docente desde hace muchos años.

Aunque vive en Buenos Aires, Guerriero es una de las periodistas latinoamericanas que más viaja: viajan sus notas y también ella misma para brindar cursos, conferencias y presentaciones. La pandemia la encontró en Buenos Aires y las limitaciones para el traslado habitual de sus alumnos dieron lugar a la idea de ampliar las posibilidades de enseñar y es por eso que surgió la propuesta de los talleres online, una práctica que muchos escritores e intelectuales están poniendo en marcha en medio de la crisis por el coronavirus.

¿Es posible reproducir las clases presenciales a través de una pantalla? Podemos imaginar qué se pierde (la vibración de la cercanía, los matices de una voz, una mirada perpleja), pero ¿podemos pensar si esta nueva situación trae también novedades favorables a la hora de la enseñanza? De todo esto hablamos -naturalmente ella en su casa y yo en la mía- con la autora de Opus Gelber.

“La distancia en la pantalla no se nota. Tengo mucha experiencia online, estoy muy habituada a hacerlo: dicté talleres a distancia con Italia, con España. La verdad es que lo que tiene de bueno la pantalla es que acorta esa distancia”, explica Guerriero en un audio de whatsapp, una modalidad a la que hasta ahora se resistía y le había puesto límites para evitar lo que llama “la hojarasca de la comunicación”.

-¿Entonces no ves que sea un obstáculo la pantalla?

-No, todo lo contrario: es un espacio que me permite llegar a sitios donde no podría llegar de otra manera. He hecho muchas cosas on line, no solo talleres, también entrevistas… La distancia para mí no ha sido un problema: la idea de frontera se me ha licuado un poco en estos años. Conozco a gente de todo el panorama de habla hispana. Me ha tocado por hacer notas para un suplemento cultural en las que recuerdo haber entrevistado a gente de Colombia, Panamá, México, Argentina, y a todas esas personas las contacté por mail o por teléfono, de manera que ir a buscar información o transmitir online no es algo que me haya resultado difícil. Por supuesto, siempre prefiero compartir una sala de reuniones, un living, un salón; prefiero compartir un espacio, pero también es verdad que con el on line, por ejemplo, se me presenta la posibilidad de hacer real algo que no podía hacer real de otra manera. Si bien viajo mucho, vivo en Buenos Aires y mi ambición como periodista siempre ha sido la de contar historias que excedan a la Ciudad de Buenos Aires. Como docente, para mí es muy difícil implementar un taller federal, no puedo hacer venir a mi casa a una persona desde La Quiaca o desde Ushuahia o Esquel y veo que hay una avidez por los talleres. He tenido alumnos que vinieron a tomar clase desde Córdoba por el día, lo cual era un disparate.

-¿Y cómo fue esa experiencia?

-Por supuesto terminó viniendo solo medio año, es un chico de un talento impresionante. Pero ¿por qué negar esa posibilidad, por qué no pensar que se puede hacer un taller federal de periodismo? No quiero ir a la mirada romántica y tonta de “algo bueno puede salir de todo esto”, no quisiera mirarlo así, hay gente que está muriendo, gente que la está pasando muy mal económicamente pero sí digo que me parece que esa podría ser una ganancia: llegar a periodistas de Salta, del Chaco, de Misiones. También hay voces ahí, por qué no puede ser el mío un taller para empezar a poner en valor esas voces, a permitir que esas voces empiecen a circular. A mis talleres ha venido gente que no era periodista y se hizo periodista en el taller y ahora están escribiendo textos en distintos medios de América Latina. Es gente de Buenos Aires. Por qué no pensar que mañana haya un periodista de Santiago del Estero, de San Juan haciendo lo mismo; ¿por qué pensar que el talento solo puede estar centralizado acá? Creo que puede ser una buena idea remover un poco todo este talento que da vuelta por todas partes. No quiero decir con esto que yo sea la descubridora. Se puede abrir algo distinto porque además es gente que muchas veces no puede pagarse un pasaje para ir a tomar un taller con la Fundación Gabo a Colombia, que son buenísimos, pero están lejos. Ellos están acá y yo estoy acá, aunque da más o menos igual que yo esté acá si nos vamos a encontrar en una sala virtual.

-¿Cuesta adaptar los programas de los talleres presenciales a la hora de hacerlos virtuales?

-Soy bastante organizada con las clases, tengo un taller anual en casa hace mucho tiempo. Es distinto al que voy a empezar pero lo cierto es que después de muchos años de dar clases uno tiene claro por la experiencia qué es lo que funciona. La práctica sola no funciona, quiero decir, que la gente escriba y uno haga devoluciones sirve pero eso solo, sin un andamiaje o un marco formal más teórico, no funciona. Y ese marco lo tengo muy armado, de hecho un año me tomé el trabajo de organizar 11 clases teóricas muy largas y como no quiero que las dos horas y media o tres de taller se me vayan solo en lo teórico siempre doy como medianas secciones de alguna cosa más teórica y luego pasamos a lo práctico con los escritos que hacen los alumnos. Siempre trato que ambas clases, la teórica y la práctica, estén engarzadas, ensambladas y dialoguen la una con la otra. A su vez, cuando pasamos a los ejercicios prácticos hago referencias a cuestiones más formales, situaciones teóricas, reflexiones acerca del uso del suspenso, de la presentación de los personajes, de la pertinencia de tal arranque o de tal final. Me gusta mucho la interacción, hacer más preguntas y ver que respuestas surgen y si esas respuestas están bien encaminadas.

(Foto: Fernando Guarneros)

-¿Cómo definirías estos talleres?

-Los talleres son espacios de reflexión que lo hacen repensar a uno mismo porque, a ver, yo enseño pero no porque yo sepa más que los alumnos. Puedo tener más experiencia, en algunos casos soy más grande, pero no hay disparidad en ese sentido. A mí los participantes me hacen pensar muchísimo y a veces me ponen en problemas con preguntas complicadas y ¡me encanta! No es difícil adaptar los programas porque de alguna forma los tengo adaptados. Siento que uno tiene que tener un campo de batalla muy amplio para poder ser super flexible y poder modificar lo que uno ha pensado o cuestionarlo en grupo. Por otra parte, ya antes del virus los cuerpos estaban desapareciendo de alguna forma de la escena pública con el afán de la virtualidad. Antes de todo esto estábamos muy orgullosos de eso, decíamos “ya no hace falta ir a ningún lado, podemos comprar por la web”, sin pensar que detrás de eso había puestos de trabajo que se perdían, había una indiferencia con eso, pero también un orgullo y un decir no necesito de nadie. Incluso las llamadas telefónicas...

-No usás whatsapp. Es como gracioso, en tu cuenta de whatsapp hay un mensaje que aclara que no lo usás y pedís que las comunicaciones sean con un llamado o un mail...

-Yo me resisto un poco, no es necesario estar comunicados todo el tiempo, hay mucha hojarasca en esa comunicación. Lo que sí me resulta un poco extraño es que a mí, que me resistía a toda esa virtualidad, no me parezca raro esto de tener que dar un taller on line y que, de pronto, ahora a muchos les pueda parecer que esa virtualidad puede quitarnos algo cuando antes esas mismas personas creían que la virtualidad no nos quitaba nada.

*Más información en el mail guerriero.leila@gmail.com

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