“Causas urgentes”, la perturbadora novela negra sobre una tragedia ferroviaria que cuestiona el rol de los medios

Entrevista con la periodista Paula Rodríguez y autora del libro “Ni una menos”, a propósito de su primera ficción. “El discurso periodístico ya no se apoya en la racionalidad como antes: la crisis no es solo económica, es de sentido”, le dijo a Infobae

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Entrevista a Paula Rodriguez - #TV

¿Puede una tragedia colectiva convertirse en una oportunidad para el beneficio individual? Causas urgentes (Sudamericana), la primera novela de la periodista y escritora Paula Rodríguez —autora, entre otros libros, de la crónica que siguió el surgimiento del colectivo Niunamenos—, parecería demostrar que sí. Pero eso no habla bien de los personajes, claro.

Una estampita de San Expedito vuela en el vagón de un tren que se incrustó de lleno en la terminal. Cuarenta y tres personas han muerto en el choque; dos de ellos no se llegan a identificar. Tal vez uno de ellos podría ser Hugo Lamadrid, que está siendo buscado por homicidio. Pero milagrosamente —un milagro de San Expedito—, Lamadrid consiguió zafar de la muerte y de la policía. Y ahora trata de esconderse detrás de esas dos víctimas desconocidas.

Así, con el eco —el estruendo— de una de las historias más tristes de la historia argentina, comienza la novela de Paula Rodríguez, que, con un ritmo desbordante y una trama incómoda, habla de un modelo social desgastado, devastado. Y mientras lo hace, analiza la profesión periodística y busca las fallas de un discurso que, tal vez, se ha vuelto cada vez más masivo y, paradójicamente, más egoísta. Causas urgentes es un relato crudo que bien podría compartir un estante de la biblioteca con autores como Gabriela Cabezón Cámara y Leonardo Oyola.

Rodríguez visitó el estudio de Infobae —cuando todavía no se había declarado la cuarentena para combatir la pandemia del coronavirus—, habló de la novela, del periodismo, de su mirada sobre el feminismo —o los feminismos— y de su compromiso en busca de la verdad.

"Causas urgentes", de Paula Rodríguez
"Causas urgentes", de Paula Rodríguez (Sudamericana)

¿Cómo se puede partir de una situación real como la tragedia de Once y trabajarla como ficción? ¿Cuál es el límite?

—En los términos de la trama de la novela, el accidente, que es de ficción porque además sucede en otro lado, es una oportunidad para tomar ciertos rumbos. Me resultó una escena apropiada para comenzar. Lo que sigue a esa escena no se trata de esa tragedia, si no que, al modo del género negro, hay ciertas cuestiones de lo social que lamentablemente forman parte del paisaje social. Y así está puesto. No como un hecho extraordinario, sino como parte de lo que se puede encontrar en nuestra vida cotidiana.

Siempre se dice que la literatura negra norteamericana clásica tomaba crisis reales, pero, como la leemos 40 o 50 años después y en otro país, pensamos que es todo invención.

—Pero no es así, claro. Y, además, tiene esta cosa de que los personajes se van topando con algo podrido en la sociedad. En mi caso, con esta, que es mi primera novela, creo que doy el paso natural que damos muchos periodistas, que, al entrar a la ficción, lo hacemos un poco por el lado del realismo y específicamente con el género negro.

Me habilitás a la pregunta del periodista y del escritor, porque siento que aquí la escritora tuvo que ganarle a la periodista.

—Sí, le ganó. Creo que le ganó en la velocidad de la escritura. Tardé tres años en escribir la novela, y yo estoy acostumbrada a escribir en tres minutos. O en tres horas. Es parte de un oficio. Pero una escritura de ficción, aunque plantee ciertas reflexiones sobre lo urgente, no es urgente. Si no fuera una periodista precarizada como la mayoría y no tuviera un montón de trabajos, tal vez habría tardado menos, pero no sé cuánto menos. El tiempo tiene que ver con trabajar la escritura, fortalecer la trama y las líneas internas, y dejar que algunas cosas decanten a un ritmo diferente al de escribir sobre la actualidad.

Paula Rodríguez en el estudio
Paula Rodríguez en el estudio de Infobae TV junto a Patricio Zunini

¿Hay muchas “causas urgentes” en el libro?

—Hay cosas que son azarosas. Empecé a escribir a partir de la estampita de San Expedito para inventar una escena, sin un plan claro. No tenía preconcebida la historia. Después sí se empezó a dar que en la trama todo el mundo tenía la urgencia de resolver una situación. En este libro no hay un enigma: el lector sabe lo que pasó. El enigma es qué verdad se va a salir con la suya. Porque hay muchas maneras de construir una verdad y todo el mundo quiere que se imponga la suya.

¿Es una metáfora de la Argentina?

—Yo creo salió de la crisis del periodismo. El discurso periodístico ya no se apoya en la racionalidad como antes: la crisis no es solo económica, es de sentido. Empecé a sentirlo mucho antes de leer algo sobre la posverdad, cuando veía que el apego a lo que vos hacés o a lo que hacen otros colegas, y la valoración de ello respecto del aquel que te está matando o está adhiriendo tiene que ver con que lo que escribas se corresponda o no con su expectativa, su verdad, su ideología, sus necesidades, sus emociones. En el fondo, la novela trata de eso: de cómo se construye una verdad. En esta historia, la urgencia está por hacer que una versión de los hechos prime sobre otra.

Te veo con las uñas pintadas de verde y con un collar que tiene un corazón verde y eso es un signo: ¿cómo trabajás en la novela los temas que te importan sin caer en la tribuna?

—No me gusta ser pedagógica ni bajar línea ni informar ciertas ideas o discursos. Soy feminista de hace mucho tiempo; más de la mitad de mi vida. Me reconocí como feminista a los veintipico y creo que eso está en cualquier cosa que hago. Creo que, aunque no sea adrede, plantarse en un género que no se espera de una es una forma de ejercer mi libertad. Y seguramente mi mirada está en los personajes y en las decisiones que toman.

Paula Rodriguez e Ingrid Beck
Paula Rodriguez e Ingrid Beck (foto: Alejandra López)

Pero con ninguna de las mujeres de la novela sos condescendiente.

—Yo creo que mi mirada feminista está en la mirada sobre la niñez. Hay un personaje, que es una niña entrando en la pubertad. Tengo escritos tres libros sobre maternidad con Ingrid Beck, que son libros de humor pero que también hablan bastante de nuestra mirada sobre la niñez y de cómo miramos a nuestros hijos, a nuestras hijas. Mejor dicho: cómo no estamos mirándolos, como no los vemos. Tenemos una visión de propiedad privada sobre ellos y no sobre su libertad de ser y existir. Yo creo que eso está en ese personaje.

Cuando yo era chico se decía “los hijos son de la vida”.

—Bueno, nosotras hacemos bastantes chistes sobre eso en La guía inútil para madres primerizas. Es una frase que se dice para desacreditarte cuando tomás decisiones. Pero después, para desacreditar políticas como, por ejemplo, la educación sexual integral, ahí los hijos son de los padres: no tienen derechos como individuos y se hace lo que los padres quieren. La idea de que yo con mis hijos hago lo que quiero es terrible. Si hay un personaje de la novela que tiene que ver con las cosas que me preocupan de la causa feminista es esa niña.

Marcha de Ni una menos
Marcha de Ni una menos (Gustavo Gavotti)

Niunamenos

En 2015, Paula Rodríguez siguió de cerca el nacimiento y la consolidación del movimiento #Niunamenos que convocó a miles de personas con una movilización que se realizó en la Plaza de los Dos Congresos. A cinco años de aquel encuentro, la “cuestión feminista” ingresó en la agenda de los medios y de la política, pero también, con cierta lógica, el movimiento comenzó a fragmentarse en diferentes feminismos.

¿Cuáles son las banderas que todos los feminisimos deberían compartir?

—El feminismo es diverso y plural por definición. No se puede pretender que los feminismos se alineen en una estructura orgánica como la CGT. ¡No hay manera! Hay acuerdos básicos que tienen que ver con pelear contra las desigualdades en un mismo frente que reúne al feminismo y las disidencias, con la ampliación de derechos muy apoyados en nuestras campañas, con los derechos sexuales y reproductivos pero que no son los únicos. Por supuesto, las políticas integrales contra la violencia son causas urgentes, como el avance en la legalización del aborto y la implementación real de la educación sexual integral.

A cinco años de la primera marcha de #Niunamenos, ¿qué balance se puede hacer?

—En principio hubo un cambio de agenda impuesto por el movimiento. El movimiento, hay que aclararlo, son los movimientos. Estaba pasando algo que nadie quería incluir en la agenda de medios, en la agenda política, en las prioridades de gestión. Hoy tenemos un Ministerio de la Mujer y la Diversidad, tenemos un debate parlamentario, hay medidas como la capacitación obligatoria en género para los agentes del Estados. Se nos suele interrogar mucho en términos resultadistas, con la estadística de los femicidios en la mano, y la estadística no baja.

En la Argentina muere una chica por causas de violencia de género cada 26 horas.

—Cada 23. Y no solo son “chicas”: también son mujeres más grandes, personas trans. Todavía no tenemos una política con presupuesto para ejecutarla. En general, las políticas relacionadas con las mujeres —no solo con la violencia, también con la salud sexual y reproductiva— suelen ser tener bajo presupuesto y estar en las áreas más subejecutadas del presupuesto del Estado. Ahí obviamente hay una urgencia. No se trata de ver sólo el vaso medio vacío, pero en cinco años no hubo una política real y sostenida de Estado con el presupuesto necesario para empezar a atacar, por lo menos, la punta del iceberg. En la base están las desigualdades. Hoy se habla a nivel Estado de las políticas de cuidado: hace años, en una redacción te decían que eso no le importaba a nadie. Yo no sé si no le importaba a nadie estar en esa estadística que dice que las mujeres le dedican entre tres y cuatro horas más por día a cuidar la casa, los niños, los ancianos y las personas enfermas o con discapacidad que los varones.

Cuando Alberto Fernández inauguró las sesiones ordinarias del Congreso habló explícitamente del proyecto de ley de la interrupción voluntaria del embarazo, algo que hace años está en debate. Con el discurso del presidente, parecía que la agenda feminista entraba en el Poder Ejecutivo, pero vino la pandemia del coronavirus y se suspendió casi todo el debate político. Saltando la crisis epidemiológica: ¿cómo imaginás el gobierno de Fernández en relación al feminismo?

—Más que imaginar, puedo ver lo que se hizo hasta ahora. No me siento una vocera de los feminismos, pero creo que es un logro de los movimientos que el Poder Ejecutivo haya escuchado el reclamo y haya debido pensar en una respuesta. Es así y no al revés: es una medida ganada de abajo hacia arriba. Hoy hay un Ministerio de las Mujeres y la Diversidad, y hay una responsable de economía de género en el Ministerio de Economía. Que haya una persona de nivel ministerial que se siente con el resto del gabinete pueda aportarle miradas a la política; espero que signifique un grado de progreso.

Macarena Sánchez
Macarena Sánchez

El fútbol es cosa de mujeres

En otro perfil de la polifacética Paula Rodríguez, ella forma parte del equipo Pelota de papel, junto con Juanky Jurado, Ariel Scher, Sebastián Domínguez, Juan Pablo Sorín, etc., que lleva ya la publicación de tres libros escritos por futbolistas. Pelota de Papel 3 está compuesto totalmente por textos de mujeres futbolistas; Rodríguez fue la editora y correctora de esos textos. En el momento en que se publicó el volumen, se dio el conflicto entre Macarena Sánchez con el club UAI Urquiza y la AFA, y comenzó el reclamo por la profesionalización.

¿Cómo ves el presente y cómo imaginás el futuro del fútbol de las chicas en la Argentina?

—Tengo que aclarar que soy una difusora del fútbol femenino. Pero en esa pelea hay referentes —Mónica Santino, Macarena Sánchez, Lucky Sandoval— que me están enseñando la historia. Voy a ver partidos y soy amiga de periodistas mucho más jóvenes que yo que están impulsando las coberturas autogestivas de todos los partidos. Eso me acercó a la realidad, que está lejos de ser un torneo profesional como el deseado y está lleno de desigualdades y escollos, pero que también tiene una potencia increíble. El crecimiento de las mujeres y las niñas en el fútbol como deporte y como juego, además de haber conseguido que se inicie un torneo profesional, es increíble.

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